La Melodía De La Muerte

Adrik de Russie

Llevé a Irina a mi lugar secreto, dónde voy cuando las cosas se complican, el único que sabe de este lugar es Aleksey, gracias a él lo obtuve está propiedad, cuando la vi, soñé en estar aquí viviendo junto a mi esposa y mi hijo, aunque ya sabía que ellos ya no estaban con vida, era mi imaginación tratando de calmar mi dolido corazón.

Las palabras que utilizó Irina, se quedaron en mi memoria, "debo soltar para avanzar" una cosa es pensarlo y otra muy diferente, que te lo digan, es más fácil analizar y corregir o trabajar en ello.

- Lo sé, pero me dejé gobernar por el dolor, ha sido muy difícil para mí, aún no lo superó, extraño mucho a mi hijo-- abrí mi corazón.

-¿y a tu esposa?-- la miré a los ojos.

- sería un mentiroso si te digo que no, por qué lo hago, ella era una excelente esposa y sobre todo madre, la amaba con mi alma, pero lo que más me gobierna, es el sentimiento de culpa, de no haber sido yo quien muriera en su lugar, ella tenía muchos proyectos, muchos sueños, y todo quedó ahí--

- Lo entiendo, yo también extrañaría a esa persona que me dio todo su amor, lamento que hayas tenido que pasar por eso, debió ser difícil, pero aquí estás, y todo pasa por algo, además eres una buena persona -- me sentí mal al escuchar esa última frase, si tan solo supiera todo lo que he hecho, no sé que tan bueno me seguiría viendo.

- Nadie es bueno en esta vida, siempre hacemos algo de lo que nos arrepentimos, lo importante es que si das algo, que sea sincero, por eso te he invitado a mi espacio, porque quiero que veas la sinceridad en cada una de mis palabras, no soy el más experto en temas de comunicación, creo que eso ha quedado más que claro -- los dos nos reímos.

- Totalmente, gracias a eso, tuve que ser cruel contigo y de paso conmigo, me salió cara la lección -- yo me reí.

- Tú te lo perdiste -- ella pujó, y sonrió.

- No me consta, además hay un dicho que dice "dime de qué presumes y te diré de qué careces" hay que ser humildes, ¿no lo crees? Hasta no ver no creer-- sentí la provocación en sus palabras.

- ¿planeaste regresar hoy a casa?-- abrió los ojos cuando le pregunté.

- Por su puesto que si-- enseguida se puso de pie y caminó hacia la puerta, yo la alcancé y bloqueé su salida -- que... ¿qué es lo que quieres? Me tengo que ir--- negué con mi dedo índice.

- Te mostraré lo que presumo y ya luego me dirás que carezco, me interesa esa información-- llevé mis labios a su cuello, y dejé un beso suave, noté como su piel se erizó.

-No empecemos algo que no vamos a poder terminar -- dijo, la agarré de la cintura y sellé su boca con un beso.

- Si intentas detener esto, te aseguro, que está vez no lo voy a permitir, estás en mi territorio -- mordí el lóbulo de su oreja-- pero tampoco te voy a forzar, estás a tiempo para detenerme, por qué mira -- agarré su mano, y por el calor del momento, lo llevé a mi entrepierna, hice que sintiera como me tenía.

Me alejé de ella para saber su respuesta, no alcancé a dar más de dos pasos, cuando me tomó de la camiseta y me jaló hacia ella, nuestros cuerpos chocaron, unimos de nuevo nuestros labios, la abracé con fuerza y comencé a caminar hacia la sala, mientras avanzábamos nos íbamos quitando las prendas, quedamos solo en ropa interior.

Le ayudé a desabrochar su brasier, dejando de nuevo sus senos expuestos para mí, redondos, con el tamaño perfecto, bajé mis bóxer y está vez, pudo tener una mejor vista, vi lo nerviosa que estaba a través de su mirada, entonces me empujó por los hombros y me hizo caer sentado en el sofá, se subió a horcajadas sobre mí, yo estiré mi mano al pantalón, del bolsillo saqué un preservativo, lo había sacado del club, me lo puse, ella hizo a un lado su braga, se acomodó, y suavemente se empezó a deslizar.

Se sentía apretada, estrecha, no era su primera vez, era obvio, pero podía deducir, que no había tenido muchos hombres en su vida, aunque no juzgo, puedo decir que darme cuenta de eso me hizo feliz, cuando todo estuvo dentro de ella, la abracé unos segundos mientras se acostumbraba, luego se empezó a mover, primero con suavidad, hasta que lo hizo con más agilidad, sus caderas iban de adelante hacia atrás, subía y bajaba, con un ritmo que me estaba volviendo loco.

Apreté sus senos, luego los besé, su cuerpo era un deleite, un premio que no muchos, tuvieron la dicha de tener, ahora era mío, y yo me iba a encargar de ser el último, sus gemidos salieron como cánticos melodiosos, la música perfecta para que mi libido se elevara.

Finalmente, lo hicimos sin ceremonias, no había velas, no había juegos, solo el roce directo de nuestros cuerpos, el calor creciendo rápido entre nosotros, Irina aún estaba sobre mí, guiando el ritmo, mientras aún la tomaba por las caderas, sin frenar, sin dominar, la dejaba hacer, observaba y gemía bajo ella, con los dientes apretados, había una intimidad en este silencio, en esta forma de movernos juntos sin decir nada.

Ella se cansó, salió de mi, me puse de pie y la acomodé de rodillas en el sofá, ella se sostuvo del espaldar, mientras me posicioné atrás de ella, de nuevo me hundi, su gemido ahogado se quedó atrapado en su garganta, le hice un poco más suave, cuando sentí su cuerpo más relajado, me moví con más agilidad, ver el choque de nuestros cuerpos, era magnífico, ver su piel tan blanca, me hizo darle unas suaves bofetadas en sus glúteos, estos fueron suficientes para dejar marcas rosadas en su piel, pero sin ser dolorosas, al contrario, esto la enloqueció, llevó su pecho hacia abajo, haciendo que su trasero se elevara aun más, el cambio fue magnífico, mis ojos se pusieron blancos, ya no podía aguantar más.

Llegamos juntos al orgasmo, primero ella, temblando y con un suspiro casi ahogado; luego yo, me recosté sobre su espalda y hundí mi cara en su cuello, no fue explosivo, fue contenido, como si lo que acababa de pasar no necesitara ser más intenso, había sido perfecto, salí de ella y me senté a su lado, ella se acomodó, y recostó en mi pecho, cuando regulamos nuestra respiración, nos miramos, y no necesitamos utilizar palabras, nuestras miradas hablaron por nosotros.