Una mujer despierta en una playa sin recuerdos, aparece un hombre que asegura ser su esposo y que su nombre es Olga. Pronto es llevada a una casa ajena donde dos niños, extrañamente distantes, también la llaman "mamá". A medida que intenta encajar en esta nueva vida, comienza a percibir que no pertenece a ese lugar: su forma de sentir, de hablar y de recordar no corresponden con la mujer que todos dicen que es.
En medio del control por parte de su supuesto esposo, ella empieza a descubrir verdades aterradoras. Además, su cuñado que empieza a residir en la casa, se convierte en un vínculo perturbador, pero familiar, despertando emociones que parecen venir de otra vida.
Mientras la casa se llena de presencias inquietantes, dibujos siniestros y comportamientos que rozan lo sobrenatural, ella y su cuñado reconstruyen, paso a paso, una historia de amor prohibido, que trata de hacerle frente a la traición y busca una venganza ante la injusticia.
Ella ya no es quien solía ser, ¿te atreves?
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22. El pasado que se revela
Karina en el cuerpo de Olga está tomando una taza de hierba luisa, respira profundo y aquel recuerdo aparece en su mente, como un recuerdo doloroso de un hecho que anunciaba su muerte, y ella no supo anticipar.
...*** Semanas antes de su muerte ***...
Karina había llegado a casa de Olga angustiada, estuvo ahí durante dos días, mientras Daniel estaba en el extranjero por un tema del trabajo.
- "Felipe está enfermo", dijo Karina apenas cruzó la puerta. "Y tú tienes que salir de aquí, Olga. Ya", sentenció.
Olga intentó restarle importancia, como solía hacerlo, pero Karina insistía.
- "No es solo lo que te hace a ti, encontré cosas. Notas. Fotografías. Un diario escondido. Habla de ti, de los niños. Tiene ideas retorcidas, (un silencio incómodo) controladoras", expresó Karina mirando atentamente a su hermana, buscando una reacción.
Olga palideció.
- "¿Un diario?", preguntó Olga.
- "Sí. Y creo que ya se dio cuenta de que lo leí, pero no dice nada, he tratado de parecer que no me he dado cuenta de eso", respondió Karina.
Durante dos días más, Karina intentó convencerla de irse con los niños. Pero Olga dudaba. Estaba atrapada, emocionalmente asfixiada, como tantas veces Karina lo había visto en otras mujeres, como trabajadora social. No podía dejarla sola. Así que tomó una decisión desesperada.
- "Me voy a apoderar de ese diario, haré lo que sea necesario. Si lo consigo, puedes usarlo como prueba. Puedes irte con los niños. Pedir ayuda", expresó Karina.
Olga trató de detenerla. Karina no escuchó.
...****************...
Al verla pensativa, Daniel se acerca a ella, sirviéndose una taza de hierba lisa. Ella lo mira.
- "No recuerdo, cómo llegué acá esa noche, pero si esos ojos fríos mientras ya no sentía mi cuerpo, y la vida se me iba en cada intento de respiración dolorosa que hacía", dijo Karina, en el cuerpo de su hermana, no puede olvidarlo, mientras ve aquellas manos que desde regresó jamás reconoció como suyas.
Daniel apretó los puños sobre sus rodillas.
- "¿Cómo te…?", intentó preguntar Daniel.
- "Me encerró en el sótano. Me habló con calma. Me dijo que arruinaba todo. Que era una carga. Que tú me ibas a dejar eventualmente", interrumpió Karina intuyendo lo que le iba a preguntar su interlocutor.
- "¡Maldito!", dijo Daniel.
- "Y luego, me empujó para que ingresara a esa habitación oculta en el fondo del sótano, perdí el equilibrio cuando el taco se rompió, Me golpeé la cabeza. Sentí el piso frío, húmedo, el dolor de mi respiración, la sangre de mi cabeza, recorrer mi rostro, y después, nada", narró Karina.
Se hizo un largo silencio.
- "¿Y Olga?", preguntó Daniel.
- "No lo sé, tal vez él la encontró, ella trató de huir; Felipe la siguió. O tal vez solo huyó de él, del miedo, del encierro. No sé cómo fue exactamente. Pero su cuerpo sobrevivió, (sus ojos se humedecen) solo que ella no, la que sobrevivió fui yo, en su cuerpo. Ahora veo el rostro de mi hermana cuando me veo en el espejo, a veces me pregunto si ella no está en otro cuerpo, pero algo me dice que no, que ella partió, como si una vida tuviera que extinguirse de todas maneras. Ahora tengo su rostro, su voz, su historia, y mi alma", expresó Karina con melancolía.
Él la miró.
- "Yo te reconocí. Desde el primer instante. No sé cómo, pero eras tú. Karina", dijo Daniel.
Ella lo miró con los ojos llenos de una tristeza antigua.
- "Y tú sigues siendo lo único que me duele de verdad, nuestra historia de amor, nuestra vida soñada juntos", dijo Karina.
Era inevitable que se acercaran, y que sus labios transmitieran lo que las palabras ya no podían decir. No fue un beso de pasión. Fue un beso lleno de rabia, de amor interrumpido, de despedidas que no se pudieron dar.
Un beso con sabor a venganza.
- "No podemos permitir que él gane ", dijo ella al separarse. "No después de todo", agregó.
- "No va a ganar", respondió Daniel, con su voz firme. "Vamos a enterrarlo con sus secretos", afirmó completando la idea.
Pero al otro lado de la casa, en la escalera que daba al jardín, una sombra se deslizaba con sigilo. Felipe no alcanzó a oír las palabras, pero vio los gestos. El roce de sus labios. La promesa en sus miradas.
Y entonces, supo la verdad. Pero no se alteró. No aún.
Sonrió en la oscuridad, una sonrisa torcida, de esas que no presagian nada bueno.