Si te dijera que los momentos son solos instantes de tiempos que se quedan grabados en tú memoria y solo eso ¿Me creerías?
NovelToon tiene autorización de Billy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo: Pequeño Aaron
Día 09 de Diciembre
《Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección 》
Autor: Ernesto Sabato
.
.
No es la primera vez que su hermano decide tomar una de sus semanas de vacaciones junto a su esposa, dejando a su sobrino bajo el cuidado de Michael. Aunque él no se queja, ya que adora a su sobrino, hay momentos en los que preferiría tener tiempo para concentrarse en sus responsabilidades laborales.
En ese momento, Michael sostenía a su sobrino en brazos, reflexionando sobre cuál sería su próximo paso. Su mente estaba en blanco y su agenda en la empresa era bastante apretada.
—¡Vamos al parque! —sugirió su sobrino, moviéndose en sus brazos y haciendo un puchero. Michael, al no tener hijos, tiende a consentirlo, pero ese día su prioridad era sumergirse en el trabajo.
Michael, tratando de persuadir a su sobrino, sugirió: — "No creo que sea la mejor opción salir. ¿Qué te parece si vemos una película en su lugar?" —
El sobrino, visiblemente molesto y gesticulando, respondió: — "No, yo prefiero ir al parque de diversiones y luego disfrutar de espaguetis con albóndigas." —
Con un suspiro de resignación y sintiéndose agotado, Michael accedió: — "Está bien, iremos al parque de diversiones, pero después regresaremos aquí para ver una película." — A pesar de que apenas habían pasado unos minutos juntos, ya se sentía abrumado.
Buscó un lugar donde la distancia entre su hogar y el parque no fuera excesiva, y que además, el restaurante italiano quedara en el camino.
Las risas de Aarón resonaban en todo el parque; había estado corriendo de un lado a otro durante horas, haciendo nuevos amigos y agotando su energía. No había sido una mala decisión, ya que después de un día tan activo, regresaría a casa cansado y dormiría toda la noche.
En el restaurante italiano, el pequeño Aarón disfrutaba de su cena con gran entusiasmo. La deliciosa salsa roja se desbordaba en las comisuras de su boca.
Michael tomó una servilleta para limpiar los bordes de la boca de su sobrino, cuando, por el rabillo del ojo, reconoció una silueta familiar. Era ella de nuevo, esta vez luciendo un mono blanco de pierna recta con solapa larga y botones, y su cabello recogido en una cola de caballo. Su perfil se iluminaba con la luz del entorno.
Era su oportunidad de acercarse a ella; quizás este era el escenario ideal para, al menos, conocer su nombre. El rostro de Michael reflejaba ilusión y esperanza, pero de repente, un hombre desconocido ocupó el asiento frente a ella.
"¿Era esto una velada? ¿Una cita romántica, tal vez? ¿Podría ser su esposo? Si fuera así, ¿por qué una dama tan hermosa llegaría minutos antes que él?" pensó Michael, sumido en sus reflexiones.
—Tío... Tío —lo interrumpió el pequeño que estaba sentado frente a él, sacándolo de sus pensamientos.
—Sí, Aaron —respondió, sin prestar mucha atención a su acompañante, mientras intentaba descifrar la relación entre las dos personas sentadas a tres mesas de distancia.
—"Estoy satisfecho, quiero ir a casa"— comentó mientras tomaba la servilleta que su tío tenía en la mano para limpiarse.
Michael giró la cabeza para mirar a su sobrino, intentando idear una excusa que le permitiera prolongar su estancia en el restaurante. Su única intención era averiguar si aquella mujer tenía pareja o si el destino le brindaría la oportunidad de conocer al menos su nombre.
—"Aún no he terminado de comer"— respondió, señalando su plato. —"Déjame acabar y nos iremos"—, añadió con una sonrisa forzada.
No sabía cuánto tiempo más duraría la velada de ella con su acompañante, pero pensó que si lograba alargar su propia comida, podría salir al mismo tiempo que ella o, al menos, coincidir en la salida del restaurante. —"Es absurdo, ¿verdad?" — reflexionó para sí mismo.
Su estrategia de comer de manera rápida estaba llegando a su fin. La porción de su plato se había reducido considerablemente y su sobrino le pedía insistentemente que se marcharan. Derrotado, solicitó la cuenta para abandonar el lugar, pero en el instante en que tomó de la mano a su sobrino, se dio cuenta de que ella también se dirigía hacia la salida.
Si este no era su momento de suerte, no sabía cuál podría ser. Su rostro se mantenía sereno, pero por dentro su corazón latía con fuerza, lleno de emoción; se sentía como un joven en la secundaria. Ella había salido sola del restaurante, lo que le indicaba que probablemente había tenido una reunión de negocios. Con pasos firmes, se dirigió hacia la salida, manteniendo una distancia prudente mientras buscaba el momento adecuado para acercarse a ella.
Ella avanzaba hacia su automóvil con movimientos precisos, su porte y elegancia eran innegables.
Michael se aclaró la garganta, intentando captar su atención, pero en su primer intento no tuvo éxito; ella ni siquiera se molestó en mirar. Sabiendo que debía actuar rápidamente, aceleró el paso y decidió saludarla con cortesía.
— Disculpe, señora — dijo al acercarse a ella. Al darse cuenta de que él intentaba iniciar una conversación, ella detuvo sus pasos y asintió con la cabeza, invitándolo a continuar.
— Lamento mi atrevimiento, sé que no nos conocemos, pero mi nombre es Michael Rose y me gustaría hacerle un cumplido, si me lo permite. Usted se ve radiante esta noche; su belleza es realmente excepcional — comentó, esperando que ella respondiera positivamente a su halago.
Una sonrisa amable y genuina apareció en sus labios antes de responder: — Gracias — y luego dirigió su atención a su pequeño sobrino.
Sin esperarlo, Ella se agachó a la altura de su sobrino y le preguntó: "¿Quién es este hermoso y adorable niño?"
Michael tragó saliva, sorprendido por la escena que jamás habría imaginado. Sin embargo, sonrió; la presencia de su sobrino había iluminado su día.
—"Mi nombre es Aarón, y este," — dijo señalando a su tío, —"es mi tío, y no tiene novia," — susurró a la chica, provocando que ambos adultos soltaran una pequeña risa ante su elocuencia.
—"Gracias por la información," — respondió ella con un tono juguetón.
Ella extendió una mano hacia Michael, quien, sin dudarlo, tomó la suya para ayudarla a levantarse. La suavidad de su palma era comparable a la de un bebé.
— "Wow, tu mano es tan suave," —murmuró Michael, sin darse cuenta de que había pensado en voz alta.
Al escuchar sus palabras, ella retiró su mano rápidamente y, asintiendo con la cabeza, se dirigió hacia su auto.
—"Espera," — exclamó Michael, al ver que ella se alejaba sin que él siquiera hubiera tenido la oportunidad de preguntarle su nombre.
—"¿Cuál es tu nombre?" — preguntó, sintiendo una creciente desesperación.
—"Mi nombre es Rayla," — respondió ella, y sin más, cerró la puerta de su auto, dejando a Michael aún más confundido.
Había conseguido su nombre, pero ¿qué había de su apellido? No sabía nada más sobre ella y se preguntaba si el destino le daría otra oportunidad de cruzarse en su camino, de conocer a esa mujer cuya existencia le parecía tan intrigante y distante.
—"¿Rayla, qué?" — preguntó en un susurro mientras observaba cómo el automóvil se desvanecía en la distancia.
—"Es muy bonita, tío," — comentó el pequeño antes de insistir nuevamente, —"¿podemos ir a casa ahora?" —
—"Sí, ahora podemos ir a casa, pequeño gruñón," — respondió entre risas.