Tu indiferencia me hizo fuerte. Siempre te dije la verdad y no me creíste. Ahora que lo sabes es tarde, no vengas a pedir una oportunidad porque no la habrá. Los papeles se han invertido, ahora yo soy la indiferente, la poderosa. Ya no soy más LA HIJA DEL JARDINERO
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CAPÍTULO VIGÉSIMO TERCERO
Lukas y yo regresamos a Londres. Por casa todo bien. Rosa me contó que mientras estuve ausente David regresaba temprano a casa, pero continuaba bebiendo mucho. Según ella, lo notaba bastante deprimido y triste.
Yo, por el contrario, cuando me incorporé a mis labores me sentía diferente, radiante, segura. Sentía que todos veían en mi una renovada mujer. Una mujer que había disfrutado de las mieles del placer. Parecía que llevaba un letrero en la frente que decía: "Disfruté del sexo, me hicieron feliz, quiero repetir".
Los siguientes días me entregué de lleno a mi trabajo como cirujano. En mi agenda veía el éxito por la cantidad de intervenciones quirúrgicas que debía hacer. Disfrutaba de ver el rostro feliz de mis pacientes cuando veían el resultado de la operación.
Los abrazos, los regalos y las invitaciones que recibía a cambio eran el premio a mi dedicación y a mi esfuerzo. Las palabras de encomio, las alabanzas de los propios médicos y enfermeras complementaban y reforzaban mi autoestima.
Un día de esos tranquilos y felices, me fue anunciada una visita jamás imaginada: LA DRA MARGOT Y SU ANTIPÁTICA HIJA SUSAN. Las saludé con mucho respeto y las mandé sentar frente a mi. Se veían bastante desmejoradas y sin la arrogancia que las caracterizaba.
—¿En qué las puedo ayudar?
—Verás Sabrina, desde que salimos de la casa de mi ex-esposo las cosas no nos han ido muy bien. Tratamos de llevar un estilo de vida inferior al que estábamos acostumbradas pero pronto nos dimos cuenta que íbamos por mal camino.
—Intentamos negocios que se veían prometedores, pero fuimos embaucadas. Probé a ejercer mi profesión pero por estar desactualizada fui rechazada por algunos hospitales, ni como enfermera quisieron darme la oportunidad.
—Susan nunca culminó su carrera, por lo cual ni como asistente fue aceptada en alguna empresa. Cuando decidió ser una simple secretaria, ya habían aceptado a otras chicas. Como entenderás Sabrina, el dinero poco a poco, como el agua, se nos fue de las manos.
—Intenté convencer a Peter para que me permitiera volver a su lado, le pedí perdón por mis faltas, pero él se negó rotundamente. No me dio ni a mi, ni a su hija, la opción de volver a lo que fue nuestro hogar.
—Hemos hablado también con David para pedir su ayuda, pero creo que hoy por hoy, ni él mismo se puede sostener por sí solo. Con Kevin nunca hemos contado, por lo cual Sabrina, Susan y yo decidimos hablar contigo. No queremos nada regalado, ni pedirte préstamos que no podremos pagar. Solo queremos una oportunidad para trabajar.
—No tienes que darnos ahorita una respuesta. Este es mi contacto y este el de Susan. Por favor piénsalo y danos una oportunidad. Yo, Sabrina, hoy en día soy consciente del mal trato que te di. Algún día si me permites quisiera confesarte algo muy personal, que tal vez justificaria mi rechazo hacia ti y puedas perdonarme.
—¿Por qué no lo hace ahorita? Hago un par de llamadas y luego tiene mi atención si así lo desea.
—¿Me podrías dar algo de licor?
—Sí, un momento. ¿Tú también Susan?
—Sí por favor.
—Empiece, soy toda oidos.
—Sabrina, desde el primer día que tu padre vino a la mansión a buscar trabajo como jardinero, yo me enamoré perdidamente de él. Yo creía amar a Peter, pero me bastó una sola vez ver a tu padre y oírlo hablar para que mi mundo diera un vuelco total.
—Fui yo quien lo aceptó como jardinero, fijé su excelente salario y le permití construir su casita en el fondo del jardín. Hasta ese momento no sabía que él estaba casado, cuando me enteré me llené de celos, de rabia, sentí tal frustración que a partir de ese momento, lo siento mucho, me juré hacerle la vida imposible a tu madre.
—La humillaba a cada momento por cualquier cosa, no perdía la oportunidad para maltratarla. Y el día que me enteré que ella estaba embarazada enloquecí. Para colmo de males, yo también estaba embarazada.
—Mi embarazo fue un desastre, vivía de mal genio, por todo gritaba, no toleraba a Peter, lo obligué a no volverme a tocar como mujer. Este embarazo y el de tu madre alejaron mis esperanzas de acercarme a tu papá.
—Y para profundizar mis heridas, dimos a luz el mismo día. Pude ver a tu padre besando a tu madre con tanta ternura. Besándote a ti y cargándote como su más grande tesoro. Yo, por el contrario, me consumía en una amargura muy grande. Solo Peter besaba a su Kevin y era feliz, yo en cambio quería que la tierra me tragara.
—Cuando murió tu madre, pensé que la oportunidad de conquistar a tu padre retornaba, pero no fue así. Él jamás me vio como una posibilidad. Peor aún, con el paso de los años vi que a quien se acercaba tu padre era a Olivia, la cocinera de mi casa.
—¡Y Kevin! ¡Cuánto luché por alejarlo de ti! Pero era en vano, Kevin cada día más se aferraba a ti, con tanta fuerza que nunca los pude separar. Le decía tantas cosas malas de ti para obligarlo a odiarte, pero entre más le decía cosas, él más te amaba a ti y me despreciaba a mí.
—Con David sí lo conseguí. Cuando vi que estabas bobita por David empecé mi venganza. Le hice ver que tú siempre serias poca cosa para él. Nunca pasarías de ser la simple y estúpida hija del jardinero. Él para triunfar en la vida debía fijarse en una chica como Alice. Hermosa, fina, elegante, de clase.
—Sabrina, nada de lo que le decía a David, lo sentía en el fondo de mi corazón. Por el contrario, muy a mi disgusto, veía en ti la mujer justa para David. Una chica bella, inteligente, respetuosa, firme en sus convicciones.
—En cambio Alice, descaradamente me decía que estaba con David porque era rico, porque tú le caías mal y te quería fastidiar. Nunca habló de un buen motivo para estar al lado de David y yo se lo permití, es más la ayudaba.
—Sabrina, la vida me ha dado duras lecciones. Estoy arrepentida. Nada de lo que hice logró hacer que tu padre me amara. Cuando te fuiste para París, lo acosé de mil maneras, pero él siempre me rechazó. ¡Todo terminó el día que Peter me descubrió!
—Hoy te estoy diciendo esto con sinceridad y arrepentimiento. No lo hago con el fin de inspirarte lástima para que me prestes dinero. Te debía esta charla. Si ya nunca nos volvemos a ver, sabrás que ame a tu padre y equivoqué el camino para llegar a él. Lo siento tanto Sabrina. Espero que algún día me puedas perdonar.
—¿Ha terminado dra Margot?
—¡Sí!
—Aprecio su sinceridad. Ahora le voy a decir lo que ud consiguió. Es posible que en un principio David y yo de alguna manera nos hayamos amado de verdad, pero, como ud muy bien lo reconoce, logró con su amor-odio, confundir a David hasta lograr conducirlo por un camino equivocado, del cual él ni se ha dado cuenta, ni va ha poder salir tan fácil.
—Desgraciadamente dra Margot, David aún está en ese camino equivocado donde ud siempre lo quiso mantener. Viviendo una mentira y haciendo lo posible por sostenerla hasta el punto de entregar todo lo que tiene, destruyendo su propia vida, para seguir apoyando esa mentira.
—¡No te entiendo! ¿De qué mentira hablas?
—No dra, como le dije a David, descúbranlo uds mismos. No seré yo quien ponga al descubierto las patrañas que por años se inventaron para hacerme daño. Lo que yo sentía por David lo fui cancelando poco a poco de mi vida. Me costó mucho dra Margot porque David era muy importante para mi.
—Precisamente esta semana me entregué completamente al hombre que voy a amar toda la vida. Por respeto a ese sentimiento que tuve oculto por David durante tantos años, no lo había hecho. Me había mantenido pura para David, esperando a que él algún día me abriera su corazón y me dejara ver cuánto me ama.
—Pero no sucedió así. David fiel a su enseñanza, dra, persiste en continuar por el camino que ud, su hermana y Alice le mostraron. Y ahí lo dejé. Si algún día él recapacita y se da cuenta de sus equivocaciones, será demasiado tarde dra. El tren donde iba yo, pasó rápidamente y lo abandonó.
—David, usted y Susan serán personas conocidas para mi y con gusto los voy a ayudar en lo que pueda. David como hombre murió para mi, el hombre que hoy llena de alegría y de ilusión mi vida se llama MARCUS RUSELL. Un hombre que desde que me conoció, siendo una bachiller, vio en mi una reina y como tal me ha enamorado. Muy diferente al trato que recibí de su hijo dra Margot.
—Tengo empleo para uds dos. Susan, este es el número de Lukas, el estúpido nerd, como tú lo llamabas. Él ahorita es un reconocido empresario, él te dará empleo. Comenzarás como secretaria, pero en la medida que tú progreses puedes aspirar a un cargo más alto. El te dará una buena remuneración porque yo te voy a recomendar.
-Y usted dra. En un mes terminan las labores de un centro pediátrico, cuando comiencen a seleccionar personal, usted también ejercerá labores alli como doctora. También la voy a recomendar. Y al igual que Susan tendrá un excelente sueldo.
—Espero que sean de su agrado los empleos que van a desempeñar. Estaremos en contacto, este es mi número.
—😭😭😭😭😭😭😭 ¡Sabrina, gracias! Trataremos de ganarnos algún día tu perdón.
—¡No, no, no haga eso dra! NO SE ARRODILLEN. Por favor, por favor. De mi parte, empecemos de nuevo. Por favor, dénme un abrazo. ¿Quieren ir a almorzar conmigo?