Haneul lleva años lidiando con su smor no correspondido hacia Dongho, un alfa su mejor amigo. Haneul está harto de que Dongho no pueda corresponder sus sentimientos por esa relación fraternal que han desarrollado desde pequeños, así que en un esfuerzo por superar y olvidar su amor no correspondido, renuncia a su trabajo y a su amor.
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Visita inesperada
Al llegar, mis ojos se posaron en una figura familiar fuera de mi puerta. Era Dongho, que miraba su teléfono con una expresión seria, y al levantar la vista y verme, su semblante cambió rápidamente a una mezcla de preocupación y molestia.
-¿Qué haces aquí?- Pregunté, tratando de ocultar mi sorpresa y nerviosismo mientras notaba su mirada incisiva.
Dongho me miró con intensidad, sus ojos reflejaban una frustración contenida.
-Estaba preocupado por ti.- Dijo, su voz grave resonando en la tranquila noche. -No respondías a mis llamadas ni a mis mensajes.-
Apreté los labios, sintiendo cómo la tensión aumentaba.
-Silencié mi teléfono.- Protesté, intentando justificar mi comportamiento. -Hoy tengo el día libre.-
Dongho se acercó un paso más, su tono volviéndose más serio.
-No es un día de descanso para embriagarte, Haneul. Eso no ayuda a que te recuperes.- Dijo, haciendo hincapié en la preocupación por mi herida.
La defensiva que había levantado en mí comenzó a desmoronarse al escuchar su tono. Antes de que pudiera responder, noté que Kyungsoo se había quedado atrás, incómodo. La tensión en el aire se volvió palpable.
-Creo que es mejor que me vaya.- Dijo Kyungsoo, retrocediendo un paso. Su voz era tranquila, pero podía ver la incomodidad en su expresión.
-No, espera.- Dije rápidamente, sintiéndome dividido. Por un lado, quería que Kyungsoo se quedara, disfrutando de la conexión que habíamos comenzado a forjar, pero por otro lado, la mirada de Dongho me detenía.
Kyungsoo, reconociendo la situación, decidió que lo mejor era marcharse. Me miró una vez más, su sonrisa se había desvanecido y sentí una punzada de decepción.
-Hasta luego, Haneul. Cuídate.- Dijo, antes de dar media vuelta y alejarse.
Mientras lo veía marchar, una parte de mí se sentía frustrada, pero la otra parte estaba completamente consciente de la seriedad de la situación con Dongho. Sus ojos me seguían, llenos de preocupación y quizás algo más que no podía descifrar.
La noche, que había comenzado con tanta promesa, se sentía de repente pesada. El silencio entre nosotros era incómodo, y las palabras que quería decir se atoraban en mi garganta.
La frustración me invadió al ver a Dongho ahí, en la entrada de mi departamento, con esa expresión de preocupación que, en lugar de tranquilizarme, me irritaba aún más.
-¡Lárgate, Dongho!- Le grité, abriendo la puerta de mi departamento con más fuerza de la que pretendía, intentando que se fuera. -¡Vete a la mierda!-
Pero en lugar de salir, Dongho hizo un movimiento rápido y me detuvo, entrando en mi departamento antes de que pudiera cerrar la puerta.
-¿Qué demonios te pasa?- Me reclamó, su voz dura. -¡Apestas a ese alfa!-
La mención de Kyungsoo me golpeó como un balde de agua fría. Intenté controlar mi enojo, pero la rabia burbujeaba en mi interior.
-¿Y qué?¿Te molesta que me divierta?- Repliqué, cruzando los brazos y manteniendo la mirada fija en él.
Dongho se acercó un paso más, su expresión se endureció.
-No es solo eso, Haneul. Puedo sentirlo, incluso tomando inhibidores, ¿qué crees que estás haciendo?-
La forma en que hablaba me hacía sentir expuesto. Era cierto que siempre había habido una conexión entre nosotros, algo que iba más allá de lo que las palabras podían describir, pero la realidad era que me estaba cansando de su preocupación constante, de su forma de actuar como si fuera el hermano mayor que siempre tenía que protegerme.
-¡Estoy tratando de vivir mi vida!- Exclamé, sintiendo cómo la frustración salía a raudales. -¡Tal vez debería dejar de pensar en lo que tú crees que es mejor para mí!-
Dongho apretó los labios, su expresión era una mezcla de enojo y preocupación.
-No se trata de lo que creo, Haneul. Se trata de que estás arriesgando tu salud. Todo lo que has pasado con tu herida… ¿Y para qué?¿Para salir con un tipo que conociste en un bar?-
Sus palabras me hicieron sentir como si me golpearan en el pecho. Tenía razón, pero no quería admitirlo. No quería que Dongho se interpusiera en mi intento de distraerme de mis sentimientos.
-No tengo que explicarte nada.- Respondí, tratando de mantenerme firme, pero mi voz tembló ligeramente.
Dongho suspiró, su mirada se suavizó un poco, pero aún había un aire de seriedad.
-Solo… no quiero que te lastimen, Haneul. No quiero que termines lastimándote a ti mismo, y eso es lo que está pasando ahora.-
La vulnerabilidad en su voz me tomó por sorpresa, pero no estaba listo para ceder.
-Puedo cuidarme solo, Dongho.- Apreté los dientes, sintiéndome atrapado entre el deseo de alejarlo y la necesidad de que estuviera allí.
El silencio se instaló entre nosotros, pesado y cargado de emociones no expresadas. En mi interior, luchaba entre la frustración y la confusión, incapaz de resolver lo que sentía por él.
-¡Eres un idiota, Dongho!- Solté, incapaz de contener mi frustración. El insulto salió más fuerte de lo que había planeado, pero necesitaba desahogarme de alguna manera.
Dongho no retrocedió. En cambio, se acercó más, y en un movimiento sorprendente, olfateó mi cuello. El gesto me tomó completamente desprevenido.
-¿Qué estás haciendo?- Pregunté, empujándolo con fuerza y tratando de crear distancia entre nosotros. El contacto había despertado algo en mí que no quería reconocer.
-Estoy preocupado por ti.- Dijo, su voz era seria, pero también había un tono de urgencia.
-¡Deja de preocuparte y de tratarme como si fuera tu hermanito menor!- Grité, sintiéndome cada vez más frustrado. No era un niño, y no quería que él me tratara como uno.
El forcejeo entre nosotros se intensificó, mis sentimientos se agolpaban en mi interior mientras me resistía a su presencia, pero en medio del tumulto, algo cambió. Sentí un escozor en mi mano, y al mirar hacia abajo, me di cuenta de que el vendaje que me había puesto después de la herida se había abierto, y la tela estaba tiñéndose de rojo.
-¿Qué…?- Mi voz se cortó, la preocupación comenzando a reemplazar la ira.
Dongho, al darse cuenta de lo que había pasado, se tensó y dejó de forcejear.
-Haneul, tu herida…- Dijo, su tono se volvió alarmado mientras se agachaba para inspeccionar el vendaje.
-Es solo un rasguño.- Mentí, tratando de mantener la calma, aunque el miedo comenzaba a hacer mella en mí.
-No, no es solo un rasguño.- Replicó, la seriedad en su voz era inconfundible. -¡Tienes que parar!-
Antes de que pudiera reaccionar, me tomó la mano con firmeza, y la miró con atención. La preocupación en su rostro era evidente, y por un momento mi orgullo se desvaneció.
-Necesitamos limpiar esto.- Dijo, su tono era autoritario pero también lleno de esa misma preocupación que me había irritado momentos antes.
Intenté protestar, pero la mirada en sus ojos me hizo sentir vulnerable. Sabía que no podía seguir ignorando lo que estaba pasando.
-Está bien.- Murmuré, sintiendo cómo la tensión se desvanecía, reemplazada por un inesperado deseo de dejarme ayudar. Era extraño, pero la forma en que se preocupaba por mí tocaba algo en mi interior que no podía negar.
Dongho me condujo a la cocina, y mientras se movía con una eficiencia familiar, no pude evitar sentir que la situación había cambiado de alguna manera. En lugar de pelear, nos uníamos en esta vulnerabilidad, uniendo nuestras heridas tanto físicas como emocionales.
Después de un rato, Dongho logró curar mi herida con una paciencia que me sorprendía. La sensación del vendaje fresco y limpio en mi mano era un alivio, pero no podía sacudirme la sensación de incomodidad que había surgido entre nosotros. Había dejado de ser un juego y se había convertido en algo más serio.
Mientras nos sentábamos en la cocina, tratando de tomar aire, la tensión comenzaba a desvanecerse, aunque las emociones seguían al acecho. Mi cabeza ya no daba vueltas como antes, y poco a poco, la sobriedad regresaba, permitiéndome pensar con más claridad.
Dongho me miró con seriedad, sus ojos reflejaban una preocupación genuina.
-Haneul, por favor, ten cuidado de ahora en adelante.- Me pidió, su tono era suave pero firme.
Fruncí el ceño, irritado por su constante preocupación.
-Deja de preocuparte y simplemente vete, Dongho.- Respondí, mi voz contenía un matiz de frustración.
Él se cruzó de brazos, sin moverse.
-No puedo no preocuparme. Eres como mi…- Se detuvo, la palabra le costó salir, y sentí que mi corazón se aceleraba.
-¿Como qué?- Pregunté, molesto. -¿Como tu hermano?-
Su silencio fue más que una respuesta. Lo miré con furia, incapaz de soportar la forma en que se comportaba.
-¡Eres un idiota!¡Déjame en paz!- Grité, la ira burbujeando de nuevo en mí. -De verdad ya no quiero saber nada de ti, Dongho. Es doloroso.-
Las palabras salieron como una explosión, y la desesperación se apoderó de mí.
-Renuncio a trabajar en el bar. No quiero verte más, al menos por un tiempo.- Dije, cada palabra se sentía como un clavo en mi pecho.
Dongho se quedó paralizado, sus ojos ampliándose en sorpresa. El ambiente se volvió tenso, el aire se sentía pesado entre nosotros.
-Haneul, no puedes…- Comenzó, pero lo interrumpí.
-¡Sí, puedo! ¡Estoy cansado de esto!- Exclamé, sintiendo que mis emociones desbordaban. -Cansado de que me trates como un niño, cansado de que estés siempre ahí con esa preocupación constante.-
Dongho me miraba, su rostro era una mezcla de confusión y dolor, pero no iba a dar marcha atrás. Necesitaba espacio. Necesitaba tiempo para pensar, para encontrarme a mí mismo lejos de su sombra.
-No quiero que me busques. No quiero que me llames. Solo… solo déjame en paz por un tiempo.- Dije, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos, pero luchando para mantenerme firme.
El silencio que siguió era ensordecedor. Dongho pareció querer decir algo, pero se quedó callado, su mirada perdida en algún lugar entre la frustración y la tristeza. Finalmente, se dio la vuelta y salió de la cocina sin decir una palabra, dejando atrás un vacío que se sentía como un abismo.
Mientras escuchaba el sonido de la puerta cerrándose tras él, mi corazón se rompía un poco más, y una parte de mí se sentía liberada, pero la otra parte anhelaba que se quedara.