Hacía tiempo creía que mi vida estaba resuelta, el esposo soñado, la familia amorosa pero nunca imaginé que la traición vendría de esa persona que creía mi único hogar.
Las apariencias engañan y todos verán quien fue el que engaño, miento y destruyó todo a su paso.
Que comience el juego.
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CAPITULO 9
ESMERALDA
No entendía que, hacia aquí Franco a mi lado, me pregunto ¿si se quedó toda la noche, no se sentía incómodo estar en un hospital sentado en una silla toda la noche? Pero en este instante, solo me preocupaba por Esther, teníamos que hablar y aclarar muchas cosas.
El doctor me reviso me explico que debía seguir en reposo hasta que sanaran las heridas, traté de enfocarme en lo que decía el doctor, pero me distraje viendo al hombre detrás del él, tenía una mirada fría, creo que el solo escucho todas las indicaciones del médico.
- Quedo claro todo lo que explique, le daré unos calmantes y antibióticos para evitar cualquier infección, sin embargo, tiene que asistir a sus curaciones, siguió hablando el doctor
- ¿Doctor puedo ir donde mi amiga?, está en otra habitación, por favor necesito verla. Suplique tomándole sus manos.
Sentí que me alejaron rápidamente, me tomaron de la cintura y piernas me senté en la silla, salí del cuarto. Cuando me fije atrás, era Franco quien toma la silla de ruedas y empujo para ir donde estaba Esther, nuestras miradas se cruzaron:
- No vuelvas a intentar tocar a otro hombre y menos delante de mí. Dije muy molesto.
- ¿Qué?, no comprendía nada.
No dijo nada más y ya estábamos delante de la habitación de Esther, entramos y vi su cara después de tantos años estaba delante de mí y solo pudo soltar unas cuantas lagrimas no quería asustarla, era lo único que tenía:
- Hermanita, al fin te encuentro; sostenía sus manos. Tantos años buscándote, esperando cumplir todo lo que habíamos planeado. Le decía mientras recorría todo su rostro, hasta ese momento me di cuenta que había cambiado mucho.
- No te conozco, suéltame por favor. Se soltó las manos para mirarme con extrañeza y comenzó a tener pequeños sollozos.
- Franco, amor, no se quien esta mujer por favor haz que se valla. Se dirigía a Franco que solo tenía una mirada perdida entre las dos.
No comprendía que pasaba, había perdido la memoria y no recordaba quien era; solo podía entender de esa manera que no me reconocía. Le devolvía la mirada con tristeza sin querer decir una palabra más, Franco tomo nuevamente la silla retrocediendo y se paró al lado de ella:
- No sé qué es lo que tienen ustedes dos, pero no es el momento de aclararlo, ambas se encuentran convalecientes, así que les pediré ambas que descanse. Nos miró a las dos.
- Mire señora no sé quién es usted, pero no le dejare a mi marido, el me ama a mi así que aléjese de él. Me grito e intento levantarse de la cama hacia donde estaba.
- Cálmate Mariana, te dije que no es el momento, te lastimaras. Le tomo de los hombros y la acostó en la cama.
Después nuevamente tomo la silla de ruedas y me saco de la habitación mientras detrás solo se escuchaban los gritos de Esther. Estaba más confundida, ella se casó con Franco, conocida a la familia Barrera, estuvo todo este tiempo con Franco, sentí un sentimiento extraño de solo pensar que lo abrazo, lo tocó.
No me entendía porque pensaba esas cosas y tenía un sentimiento tan profundo que ni siquiera lo había tenido por mi exmarido. Pero tendría que responder Franco muchas dudas y explicarme como se conocieron ambos.
Llegamos al cuarto donde me encontraba, me coloco en la cama me abrigo con las mantas:
- Sé que tienes muchas preguntas, como yo las tengo. Te responderé todo lo que quieras, pero primero sanaremos tus heridas y habrá tiempo de sobra para esclarecer todo este asunto. Dijo mientras estaba en el sofá con la mirada en su celular.
- Solo respóndeme una sola, mi cabeza es un desastre ahora mismo y si no tengo respuesta ahora mismo…. No sé ……. Le decía con frustración, tenía que conocer su historia y comenzaría a entender todo.
- Hazla porque el doctor estará aquí. Dijo mientras me miraba.
- ¿La sigues amando? No sé porque necesitaba saber su respuesta, pero quería saber si todavía tenía algún sentimiento hacia ella.
En ese instante entro el médico y empezó a realizar su trabajo de curar mis heridas, mientras lo hacía Franco no aparto la miraba de mi rostro con esa mirada profunda queriendo descifrar en lo más profundo de mi ser.
Empecé a sentir más pesados mis ojos, obligándome a cerrarlos y sentí un calor en mi frente se sentía dulce y dado con mucho amor, no puedo asegurar que fue exactamente lo que dijo:
- Creo que nunca la ame. En un tono calmado pude escucharlo a lo lejos mientras empecé a caer en brazos de Morfeo.