Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 9 : Enfrentando la Adversidad
Alma estaba en la escuela, compartiendo sus preocupaciones con sus amigos Susan y Alex, cuando de repente, la tranquilidad del momento se vio interrumpida por la llegada de Máximo con Sofía. Habían pasado semanas difíciles, y Máximo había decidido sorprender a Alma llevándole a Sofía para animarla un poco. La pequeña Sofía, emocionada al ver a Alma, corrió hacia ella con los brazos extendidos, llamándola "mamá" a voz en grito. La escena llamó la atención de todos los presentes en el patio, incluido un grupo de estudiantes conocidos por su actitud hostil y sus insultos hirientes.
Los comentarios despectivos no tardaron en llegar. Alma fue llamada "zorra" y "mosquita muerta", palabras que cortaban como cuchillos afilados. La ira y la vergüenza la abrumaron, pero antes de que pudiera reaccionar, Máximo intervino. Había presenciado toda la situación desde la distancia y no podía permanecer en silencio.
Con paso firme, Máximo se acercó al grupo de estudiantes, su mirada llena de determinación y desafío. Sus ojos se clavaron en los de los jóvenes, quienes en ese momento sintieron el peso de su presencia.
—¿Quiénes son ustedes para insultar a mi familia? —exigió, su voz resonando en el patio con una autoridad que hizo eco en cada rincón.
Los estudiantes se quedaron en silencio, sorprendidos por la intervención directa de Máximo. Pero uno de ellos, más audaz que los demás, intentó responder con insolencia, tratando de mantener su postura desafiante.
—Somos libres de decir lo que queramos. ¿Qué te importa a ti, viejo? —dijo con desdén, buscando el apoyo de sus compañeros con la mirada.
Máximo apretó los puños, conteniendo su ira. Sabía que tenía que mantener la compostura, pero su paciencia estaba llegando a su límite. Tomó una respiración profunda y decidió usar su posición de poder para poner fin a la situación.
—Me importa porque soy el benefactor mayoritario de esta institución. Y si no respetan a mi familia, no veo por qué debería seguir apoyándola —dijo Máximo, su tono frío y amenazante, cada palabra cargada de determinación.
Los estudiantes se quedaron atónitos ante la revelación de Máximo. Sabían quién era él y lo que representaba para la escuela. Se miraron entre ellos, sintiendo que habían cruzado una línea que no deberían haber cruzado. La expresión en sus rostros cambió de la insolencia a la preocupación.
Antes de que pudieran responder, Máximo se dirigió al director de la escuela, quien había salido al patio al escuchar el alboroto. Máximo, sin perder tiempo, exigió una reunión urgente para abordar el comportamiento inaceptable de algunos estudiantes y garantizar la seguridad y el respeto en el campus.
El director, consciente de la importancia de Máximo para la escuela, asintió con rapidez y prometió tomar medidas inmediatas. La tensión en el patio disminuyó, y los estudiantes hostiles se dispersaron, susurrando entre ellos, claramente conscientes de que se habían metido en problemas serios.
Alma, aún temblando por la situación, miró a Máximo con gratitud y admiración. Sentía un profundo respeto por su valentía y su disposición a protegerla a ella y a Sofía. Sabía que él estaba dispuesto a defender a su familia en cualquier circunstancia, y eso le daba fuerzas para enfrentar los desafíos que les esperaban.
—Gracias, Máximo —dijo Alma, con la voz quebrada por la emoción. Sus ojos brillaban con lágrimas de alivio y agradecimiento.
Máximo la abrazó, sintiendo el peso de la responsabilidad y el amor que compartían. Sabía que, aunque el camino por delante no sería fácil, estaban juntos en esto y eso era lo más importante.
Y así, en medio de la adversidad, Alma y Máximo encontraron una nueva fortaleza en su unión. La experiencia en el patio de la escuela no solo reveló la malicia de algunos, sino también la solidez del vínculo que compartían. Cada desafío que enfrentaban solo fortalecía más su relación, forjando una familia unida y resiliente, capaz de superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
Con el apoyo de Máximo y la presencia constante de Sofía, Alma se sintió empoderada para enfrentar el futuro, sabiendo que juntos, podrían vencer cualquier adversidad.