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Nacido Para Reinar Destinado A Morir

Nacido Para Reinar Destinado A Morir

Status: Terminada
Genre:Completas / Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía / Reencarnación
Popularitas:3.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Gabrielcandelario

En un reino sumido en la incertidumbre, el inesperado fallecimiento del rey desata una sucesión al trono llena de intrigas y peligros. En medio de este caos, nace un príncipe, cuyo destino está marcado por la tragedia. Desde el momento de su nacimiento, el joven príncipe es reconocido como el legítimo heredero al trono. Criado en la sombra del poder, su vida transcurre entre los muros del palacio, donde aprende el arte de gobernar y se prepara para asumir el manto de la corona. Sin embargo, su destino está irremediablemente sellado. Una antigua profecía dicta que el nuevo rey deberá pagar un precio aún más alto: su propia vida. Cuando la amenaza se cierne sobre el reino, el príncipe se encuentra ante una disyuntiva inquietante: aceptar su inevitable muerte o luchar por la supervivencia de su pueblo. En una trama trepidante, que combina la alta fantasía con la intriga política, el príncipe se enfrenta a la encrucijada de su vida. Deberá tomar una decisión que determinará el futuro del reino y su propia existencia, enfrentándose a fuerzas oscuras, traidores y a su propio miedo a la muerte. "Nacido para Reinar, Destinado a Morir" es una épica historia de sacrificio, lealtad y el poder transformador del amor, que cautivará a los amantes de la ficción heroica y los relatos sobre el destino. ¿Qué le parece esta sinopsis? Espero haber capturado adecuadamente los elementos clave de la trama que ha planteado. Estoy abierto a cualquier comentario o sugerencia que quiera hacer.

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Campañas en las Provincias

Capítulo 9 - "Campaña en las Provincias"

—Muy bien, lord Víctor —dijo, con tono resuelto—. Ordena a nuestras tropas que se preparen para marchar a las provincias rebeldes. Pero antes, quiero que enviemos un último ultimátum a esos señores feudales.

El anciano caballero lo miró con cierta sorpresa, pero asintió de todas formas.

—¿Qué espera lograr con eso, majestad? —cuestionó—. Me temo que esos hombres ya han dejado en claro que no tienen intención de someterse a su autoridad.

Damián lo miró con determinación.

—Simplemente quiero dejarles en claro que no toleraré más su desafío —explicó—. Que sepan que si no se rinden de inmediato, enfrentarán las consecuencias de su traición.

Lord Víctor asintió, aunque con evidente renuencia. Sabía que el joven rey tenía razón; debían agotar todas las vías diplomáticas antes de recurrir a la fuerza.

Rápidamente, los emisarios fueron enviados a las provincias rebeldes, llevando consigo un ultimátum de Damián. En él, el rey les exigía que depusieran las armas y se sometieran a su autoridad, de lo contrario se verían obligado a responder con la fuerza.

Mientras tanto, Damián se reunió de nuevo con su madre, Elisa, para compartir sus preocupaciones.

—Madre, temo que esta crisis termine en una confrontación armada —confesó, con evidente inquietud—. ¿Y si esos señores feudales se niegan a ceder?

Elisa lo miró con comprensión y colocó una mano reconfortante sobre su hombro.

—Sé que no es una decisión fácil, Damián —dijo, con tono sereno—. Pero debes mantener la firmeza y la determinación. Tu deber como rey es preservar la unidad y la estabilidad de nuestro reino.

El joven monarca asintió, sintiéndose un poco más fortalecido por las palabras de su madre.

—Tienes razón, madre —respondió, con resolución—. No puedo permitir que esos traidores pongan en jaque la autoridad de la corona.

Elisa le dedicó una cálida sonrisa y lo abrazó con ternura.

—Sé que tomarás la decisión correcta, mi querido Damián —dijo, con orgullo—. Confío en tu sabiduría y en tu liderazgo.

Damián correspondió al abrazo, sintiendo cómo la confianza de su madre le daba la fuerza que necesitaba en esos momentos críticos.

Poco después, los emisarios regresaron al castillo, con noticias que no auguraban nada bueno.

—Majestad, lamento informar que los señores feudales rebeldes se han negado a aceptar su ultimátum —anunció uno de los enviados, con semblante grave—. Han declarado que están dispuestos a defender su independencia con las armas.

Damián apretó los puños, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de él. Después de tanto esfuerzo por evitar la confrontación, ahora se veía obligado a responder con la fuerza.

—Entonces, que así sea —declaró, con voz firme—. Ordena a nuestras tropas que marchen de inmediato a las provincias rebeldes. Es hora de poner fin a esta insurrección.

El emisario asintió y se apresuró a cumplir con la orden. Mientras tanto, Damián se volvió hacia lord Víctor, quien lo miraba con una mezcla de satisfacción y preocupación.

—Majestad, me temo que esta campaña será más complicada de lo que esperábamos —advirtió el anciano caballero—. Esos señores feudales cuentan con ejércitos bien entrenados y disciplinados. No será fácil someterlos.

Damián asintió, consciente de que Víctor tenía razón. Sabía que la campaña que se avecinaba sería ardua y difícil, pero no tenía otra opción.

—Lo sé, lord Víctor —respondió, con determinación—. Pero no puedo permitir que esos traidores pongan en jaque la estabilidad de mi reino. Haré lo que sea necesario para restablecer el orden.

Víctor lo miró con respeto y asintió, consciente de que el joven rey había demostrado tener la firmeza y el coraje necesarios para enfrentar este desafío.

En los días siguientes, los preparativos para la campaña militar se intensificaron. Los mejores generales del reino fueron convocados, y las tropas se alistaron para marchar hacia las provincias rebeldes.

Damián, ataviado con su armadura y montado en su imponente corcel, se despidió de su madre, Elisa, antes de partir a la cabeza de su ejército.

—Cuídate, mi querido Damián —le dijo la reina, con evidente preocupación—. Sé que harás todo lo posible por evitar que esta guerra se convierta en un baño de sangre.

El joven rey asintió, sintiendo cómo el peso de la responsabilidad gravitaba sobre sus hombros.

—Haré todo lo que esté en mis manos, madre —respondió, con resolución—. Pero si esos señores feudales se niegan a rendirse, no tendré más opción que utilizar la fuerza.

Elisa lo miró con comprensión y le dio un último abrazo antes de que Damián partiera al frente de sus tropas.

La campaña militar que se avecinaba sería sin duda la mayor prueba que Damián había enfrentado desde su ascenso al trono. Sabía que, si fallaba, no solo pondría en riesgo su legitimidad como rey, sino también la unidad y la estabilidad de todo el reino.

A medida que el ejército se acercaba a las provincias rebeldes, la tensión se palpaba en el ambiente. Los soldados se preparaban para el enfrentamiento, mientras Damián mantenía la calma y la determinación que exigía su papel como comandante.

Finalmente, llegaron a las tierras del primer señor feudal rebelde, cuyas tropas se encontraban apostadas en las afueras de su castillo, listas para la batalla.

Damián, flanqueado por sus generales, se adelantó con su caballo, levantando una mano en señal de alto.

—¡Señor feudal! —exclamó, con voz clara y firme—. He venido a exigir vuestra rendición inmediata. Deponed las armas y someteos a mi autoridad, o de lo contrario enfrentaréis las consecuencias de vuestra traición.

Un momento de tenso silencio se apoderó del campo de batalla, mientras los soldados rebeldes se miraban entre sí, sin saber cómo reaccionar.

Finalmente, el señor feudal, un hombre de rostro severo y mirada desafiante, dio un paso al frente.

—¡Jamás me someteré a tu tiranía, Damián! —gritó, con ira—. ¡Nuestras tierras han sido gobernadas por nuestras familias durante generaciones, y no permitiremos que un rey recién llegado nos arrebate nuestro derecho a la independencia!

Las palabras del señor feudal fueron recibidas con gritos de apoyo de sus hombres, quienes empuñaron sus armas, listos para la batalla.

Damián, manteniendo la calma, respondió con firmeza:

—Entonces, me temo que no me dejas otra opción —dijo, con gravedad—. Rendíos ahora, o prepararos para enfrentar las consecuencias de vuestra rebelión.

Por un momento, pareció que el señor feudal iba a ceder, pero entonces su semblante se endureció aún más.

—¡Jamás! —vociferó—. ¡Atacad, hombres! ¡Mostrad a este usurpador que no toleraremos su tiranía!

Ante la orden, los soldados rebeldes se lanzaron al ataque, iniciando una feroz batalla que sacudió los campos.

Damián, espada en mano, se lanzó al frente de sus tropas, demostrando un valor y una destreza que impresionaron a sus generales. Pero a pesar de la bravura de sus hombres, pronto quedó claro que los rebeldes eran más numerosos y estaban mejor preparados.

La lucha se prolongó por horas, con ambos bandos dando todo de sí. Damián, consciente de que no podía permitirse perder, ordenó a sus mejores estrategas tomar medidas drásticas.

Finalmente, cuando la noche caía sobre el campo de batalla, los rebeldes comenzaron a ceder terreno. Viendo que la victoria se les escapaba, el señor feudal ordenó la retirada, dejando atrás a sus hombres caídos.

Damián, cubierto de polvo y sudor, observó con pesar cómo las fuerzas enemigas se retiraban, consciente de que la victoria había tenido un alto costo.

—¡No los dejen escapar! —ordenó a sus generales—. ¡Perseguidlos hasta que se rindan o sean aniquilados!

Pero lord Víctor, que se encontraba a su lado, posó una mano sobre su brazo, deteniéndolo.

—Majestad, creo que por hoy hemos hecho suficiente —dijo, con tono sereno—. Nuestros hombres necesitan descansar y reagruparse antes de continuar la persecución.

Damián lo miró con evidente frustración, pero finalmente asintió, consciente de que Víctor tenía razón. No podía arriesgar a sus tropas exhaustas en una persecución frenética.

—Muy bien —concedió, con pesar—. Que nuestros hombres descansen esta noche. Mañana reanudaremos la marcha.

Los generales asintieron y se apresuraron a cumplir las órdenes. Mientras tanto, Damián se acercó a los heridos y a los caídos, sintiendo cómo el peso de la responsabilidad lo abrumaba.

—Perdónenme —susurró, con la voz quebrada—. Hice todo lo posible por evitar esta guerra, pero no me dejaron otra opción.

Elisa, que había seguido de cerca el desarrollo de la batalla, se acercó a su hijo y lo envolvió en un cálido abrazo.

—No te culpes, Damián —dijo, con tono comprensivo—. Hiciste lo que debías hacer para preservar la unidad de nuestro reino.

El joven rey correspondió al abrazo, dejando que las lágrimas fluyeran libremente por sus mejillas.

—Pero mira lo que hemos tenido que sacrificar —murmuró, con pesar—. Tantas vidas perdidas, tanto sufrimiento...

Elisa lo estrechó con más fuerza, brindándole el consuelo que tanto necesitaba en esos momentos difíciles.

—Lo sé, mi querido Damián —dijo, con tono cálido—. Pero debes tener en cuenta que fuiste tú quien evitó que esta guerra se convirtiera en una verdadera masacre. Tus esfuerzos por encontrar una solución pacífica han demostrado tu sabiduría y tu compromiso con tu pueblo.

Damián asintió, sintiendo cómo las palabras de su madre lo reconfortaban. Sabía que, a pesar de las pérdidas, había hecho todo lo posible por evitar un derramamiento de sangre aún mayor.

Cuando finalmente se separaron, Damián se dirigió a sus aposentos, donde pasó la noche en vela, repasando cada decisión y cada acción de la batalla. Sabía que, a partir de ese momento, las cosas se complicarían aún más.

Al día siguiente, las tropas se pusieron en marcha, decididas a perseguir a los rebeldes hasta que se rindieran o fueran aniquilados. Damián, al frente de su ejército, no podía evitar sentir una creciente preocupación.

Sabía que, a medida que se adentraran en las provincias rebeldes, las batallas se volverían cada vez más encarnizadas. Los señores feudales, desesperados por mantener su independencia, no dudarían en recurrir a tácticas cada vez más crueles y despiadadas.

Pero Damián estaba decidido a no retroceder. Había jurado defender la unidad de su reino, y no iba a permitir que unos cuantos traidores pusieran en jaque la estabilidad de Aetheria.

Mientras avanzaban, las noticias de las victorias de sus tropas llegaban al castillo, llenando a Elisa y a los leales súbditos del rey de esperanza y orgullo.

Sin embargo, Damián no podía compartir esa euforia. Cada victoria le recordaba el alto precio que se estaba pagando, y rezaba para que esta guerra civil llegara a su fin lo antes posible.

Finalmente, después de semanas de dura campaña, las fuerzas rebeldes se vieron obligadas a replegarse a la capital de una de las provincias más belicosas. Damián, consciente de que se aproximaba el momento decisivo, reunió a sus generales para trazar un plan de ataque.

—Caballeros —dijo, con tono grave—, hemos llegado al corazón de la rebelión. Debemos estar preparados para la batalla más dura y encarnizada que hayamos librado hasta ahora.

Los generales lo miraron con seriedad, conscientes de la magnitud del desafío que se avecinaba.

—Majestad, nuestras tropas se han visto mermadas por las bajas —intervino lord Víctor—. Temo que no tengamos la fuerza suficiente para derrotar a los rebeldes en una confrontación frontal.

Damián asintió, sopesando las opciones.

—Lo sé, lord Víctor —respondió, con determinación—. Por eso he ideado un plan que nos permita sorprender a nuestros enemigos y debilitarlos sin tener que recurrir a una batalla a gran escala.

Uno a uno, fue exponiendo su estrategia, detallando cada movimiento y cada maniobra que llevarían a cabo. Los generales escucharon con atención, asintiendo con aprobación a medida que entendían el plan.

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Lía Thiago
Ay no, esto me recuerda ciertas negociaciones políticas donde las partes toman ventaja para traicionar.
Gabriel: ¡Me voy a reír!. Gracias por leer mi historia. Si hay faltas autografica me disculpo y también me disculpo por los párrafos repetidos.
total 1 replies
Lía Thiago
🤣🤣🤣 Pensé igual🤣🤣
Lía Thiago
Ese es el precio de la guerra, al menos es un rey valiente.
Milcaris
Difícil y muchas muertes pero se ganó y ahora debería reinar la paz..
Milcaris
Que lastima, cuántas muertes por no llegar a acuerdos.
Lía Thiago
Ya salió el peine.
Lía Thiago
¿Será qué Victor no es lo que parece?
Lía Thiago: estamos igual 🤣🤣🤣
Milcaris: Estoy confundida, primero dude de él y lo creí en contra del rey. Ahora estoy pensando que si está ayudando.
total 2 replies
Lía Thiago
Este bicho como que está alborotando a los señores feudales.😡
Lía Thiago
Victor es un rastrero 😡
Lía Thiago
No soy yo y ya estoy molesta🤣🤣🤣
Lía Thiago
Eso es de sabios.
Lía Thiago
Estaría alejado de las cuestiones políticas, pero tiene mucha agudeza al observar, eso le será beneficioso.
Lía Thiago
Excelente, atrapa desde un inicio, además del uso de un lenguaje culto y redacción impecable, Seguido a partir de este momento. Exitos 🌹
Milcaris: Pocas veces encontramos historia de hombres en esta app. Es una novela muy buena y como dices vale la pena seguir y apoyar, más cuando son escritores que están comenzando y su trabajo es bueno.
total 1 replies
Lacarvel
Mano dura y con eso aprenden las minorías 👌🏼
Lacarvel
ellos merman pero los rebeldes también
Lacarvel
eso pasó esta vez perooo en las demás provincias no será así por qué ya vieron hasta donde llegas.
Lacarvel
Ya era hora que pusiera mano dura
Lía Thiago: siiii una mezcla del tuyo con el de la uruguaya 🤣🤣🤣🤣
Milcaris: 🤣🤣🤣solo un poco 🤏🏻🤏🏻🤏🏻
total 3 replies
Milcaris
Damian con punto a favor. La guerra no se gana en una sola batalla.
Milcaris
Damian debería hablar con uno de ellos, quizás las órdenes del Rey para su pueblo no fueron llevadas a cabo y ahora la rebeldía.
Milcaris: Vale la pena apoyar a quien hace un buen trabajo.
Gabriel: Gracias por leer mi historia. “Si encuentras capitulo repetidos, me disculpo de ante mano”. Te quiero mucho
total 2 replies
Milcaris
Victor es definitivamente la piedra de tranca. Sabía que algo así iba a ocurrir.
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