El clan de brujas Lanira suele vivir en la clandestinidad, las reglas de su clan son claras, no busques más de lo que necesitas o puedes llamar la atención de un dragón.
Aisha miembro de este clan estaba por terminar su año en solitario y sus practicas profesionales cuando desapareció del radar, el clan ha implorado saber, pero hay un poder muy grande que la retiene y la oculta de su familia.
Dos años después ella regresa herida y sin memoria de lo que le ocurrió durante su ausencia y con la cría de un dragón creciendo dentro de ella...
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Un poco menos loco
Los primeros días después del torneo el clan Lanira estuvo en alerta, Boreas aún sentía de repente que los vigilaban. Damara, como jefa del clan, había dado la instrucción de que nadie podía salir solo, por ningún motivo y a partir de ese momento todos sin excepción deberían practicar defensa personal.
Mientras tanto, Ragnar ya había encontrado a Aisha, estaba sorprendido de su repentino interés en ella, verla le hacía sentir tranquilo, menos vacío, si eso era posible. Había decidido no acercarse, pues no deseaba asustarla, y además no lo necesitaba, la vista de los dragones era privilegiada, para ellos un kilómetro era lo mismo que para los humanos diez metros, él podía verla con total claridad desde el edificio más alto del centro. Se convenció a sí mismo que no había nada malo en lo que hacía, ya que sólo iba una o dos veces por semana; se acomodaba en su lugar predilecto en la azotea del único edificio del centro con siete pisos y la observaba ir y venir, siempre acompañada por distintas personas, saludaba con la mano a los locatarios y sonreía feliz. En el fondo él estaba consciente de que lo que estaba haciendo era una completa locura, pero de alguna manera le ayudaba a estar menos loco, todavía no sabía cómo decírselo a su familia, temía que lo detuvieran, en cambio, ya estaba en negociaciones para la compra del edificio.
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Una de las reglas principales de los Lanira es no ser ambiciosos, ellos cuentan con un poder particular que puede hacer que las cosas ocurran prácticamente sin costo, cada uno de sus miembros posee un don relacionado con la fortuna, pero si se llega a usar en exceso, o de forma inconsciente, puede llegar a llamar la atención de los dragones; y una vez que la ambición de un dragón ha despertado, se vuelve imposible detenerlo. Por esa razón cualquier oportunidad de negocio, más que recibirla con agradecimiento, se veía con desconfianza, ya en el pasado había ocurrido con algunas ramas del clan, que por un descuido habían terminado por ser descubiertos y capturados. Es por eso que cuando Libelle recibió una propuesta de colaboración para su marca online, por parte del grupo NR, antes de celebrar, se asustó.
La propuesta sugería la venta de una parte de su línea juvenil en su cadena de almacenes, a cambio de que ella diseñara una colección de objetos conmemorativos que se estarían obsequiando sólo a los miembros de sus clubs de lealtad, para esto solicitaban ponerse en contacto con ellos lo antes posible. Libelle tenía miedo de que debido a su problema, y por no haber podido tomar su iniciación, ella, de manera inconsciente, hubiese convocado algo, y puesto en peligro a todos. Así que de inmediato llevó la propuesta a su madre, para que ella la valorara y juzgara qué era lo más correcto.
—¿Y tú qué deseas hacer pequeña?— preguntó Damara con calma.
—Me gusta como va mi tienda online, todos los productos de mis líneas se agotan rápido, me gusta trabajar con mi grupo de costureras y artesanas, y creo que sacar una cantidad limitada le agrega valor a la marca...
—Tienes razón, pero no has contestado a mi pregunta. ¿Tú qué quieres hacer?
—Me gustaría intentarlo, no quiero que sea permanente porque sería mucho trabajo, pero sí me gustaría intentarlo...
—Tu tío Lugus y yo revisamos todo, no hiciste nada para llamarlos, ellos sinceramente están interesados, sería bueno para ti intentarlo, pero deben ayudarte los trillizos, y si sienten algo extraño deberás avisarnos de inmediato y salir del lugar.
—¡Claro que sí mamá!— la joven no paraba de sonreír y parecía a punto de dar saltitos —¡Esto va a ser fantástico! Voy a avisarle a mis hermanos.
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Melly dio un grito que casi hace que se le salga el corazón a Ejder, todavía se preguntaba porque siempre terminaban compartiendo todo, incluso oficina. Pero su melliza era de las pocas personas que podían llegar a emocionarlo, o quizás era que para él las emociones se vivían a través de ella —¡Me dijo que siií!— se regodeaba emocionada y él se preguntó qué sería; un capricho, un negocio o un nuevo amante, y si era lo último, ¿también podrían compartirlo? —No, no, nooo, ¿qué voy a hacer?, así no se va a poder— y ahí estaba, de la felicidad a la desdicha en menos de diez segundos. —Ya sé, ¡siiiiiiii!, de que se puede, se puede— ahora la determinación, él ya sonreía junto con ella, y era por eso que Edjer creía que en realidad no necesitaba sentir, Melly ya lo hacía por los dos —Mandé una propuesta de colaboración a una de mis recientes descubrimientos, ¡es que es buenísima!, y ya fue aceptada, pero yo no puedo hacer las negociaciones, se me va a notar que soy fan, sin mencionar que es un claro conflicto de interés.
—¿Quieres que lo haga yo?— claro que si él lo hacía podrían decir que era igual que si ella se encargaba, pues él únicamente mostraba interés por las mismas cosas o personas que su hermana.
—Tú tampoco puedes— declaró en un puchero —Siempre me das por mi lado, pero puedes supervisar a Fafner, no quiero que la vaya a asustar.
—No va a querer, es un proyecto del área de Marketing.
—Edjer— Melly le hizo sus mejores ojos de súplica —Por eso tú debes convencerlo, es un buen proyecto, mira las proyecciones que ya preparé, y como jefe del área comercial él puede hacer la negociación.
—Muy bien, pero me debes una...
—¿Lo arreglamos como siempre?— y los ojos de Melly destellaron con maldad, si definitivamente las emociones las vivía a través de su melliza y eso para él estaba bien.
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Esa noche los Lanira tuvieron casa llena después de mucho tiempo, todos estaban festejando la gran oportunidad de Libelle, Damara estaba en la cocina contemplando la fogata que ya se había encendido en el patio trasero, parecía que su pequeña había decidido danzar para la Diosa Madre. Dejó escapar un suspiro y entonces la voz de su hijo mayor la interrumpió. —¿Estás segura de dejarla hacerlo?
—Caerus, ella se lo merece, es una niña buena— Damara dio un gran suspiro.
—Tienes razón, en tu lugar, quizás yo también haría lo mismo por Mati, verla así de contenta hace que valga la pena el riesgo.