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LA MUJER EN EL ESPEJO

LA MUJER EN EL ESPEJO

Status: Terminada
Genre:Romance / CEO / Completas / Contratadas
Popularitas:2.4M
Nilai: 4.7
nombre de autor: Mariana Durán T.

Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.

NovelToon tiene autorización de Mariana Durán T. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 8. Adiós, cariño.

Capítulo 8. Adiós, cariño.

Pasaron dos días desde que Isabell había hablado con John, en otras circunstancias se hubiese tomado más tiempo para poder enfrentar a Joseph, lo que menos deseaba era verlo, pero debido a su inesperado y desagradable encuentro con la tercera en discordia en el centro comercial, había decidido presentarse a las oficinas de Multinational Bank DN en busca de Joseph.

- ¿Estás segura de que quieres ir sola? – Preguntó su padre inquieto.

- No\, pero tengo que hacerlo papá. Tranquilo\, si sucede algo\, serás el primero en enterarte.

Óscar White, el chofer del señor Bruce es el encargado de llevarla hasta Multinational Bank DNN, tan pronto el auto se detiene frente a las puertas de la empresa, Isabell comienza a mostrarse nerviosa, Óscar baja rápidamente y abre la puerta para que ella baje, Isabell se toma un par de minutos para controlar sus emociones, él la espera pacientemente antes de poder tomar su mano para ayudarla a bajar.

- Espera aquí por favor. – Le dice tan pronto está afuera del auto.

Óscar asiente con la cabeza, él señor Bruce ya había hablado con él antes, observa discretamente a la chica y la escucha soltar un fuerte suspiro mientras avanza. Tan pronto pasa la puerta principal del edificio, las manos le empiezan a sudar a causa de los nervios, se da cuenta de las miradas curiosas de los trabajadores que están por los alrededores, ella camina directo al ascensor, se sabe de memoria el camino, asiente con la cabeza en señal de saludo cuando alguien la saluda.

Para muchos de los trabajadores es extraño verla en la empresa, algunos desconocen la situación entre ellos y quienes se han enterado a causa de los rumores, les resulta aún más extraña su presencia. Cuando el elevador se detiene en el último piso, sale del elevador llamando la atención de Rachel Woods, la asistente de su aún esposo.

- Señora Isabell. – Le dice Rachel cuando la ve.

- Buenas tardes. – Responde Bell. - ¿Está ocupado? – Pregunta señalando hacia la oficina de Joseph.

- No señora\, ¿quiere que le avise que está aquí? – Pregunta Rachel.

- Por favor. – Es lo único que responde Bell.

Todos los trabajadores habían tenido que soportar los constantes cambios de humor de su jefe, pero Rachel es con quien más ha desquitado su frustración. Tan solo unos segundo después de que Rachel colgara el teléfono, vio la puerta de la oficina abrirse, Joseph Danner salió con una expresión más relajada.

- Isabell. – Dijo acercándose a su esposa. – Pasa por favor. – Joseph extiende su mano para que ella entre.

Isabell observó con disgusto el sofá que estaba en la oficina, pero notó que el anterior había sido cambiado, la oficina de Joseph Danner ahora era adornada con un elegante y moderno sofá color negro. Él se dio cuenta de qué mantenía distraída a Isabell, bajó la cabeza observando brevemente sus pies, metió las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y rápidamente los sacó para acomodar su cabello.

- Me da gusto verte. – Dijo extendiendo su mano para que Isabell tomara asiento en el sofá.

Isabell lo ignora y camina hacia las sillas que están frente al escritorio, aunque no sea el mismo sofá, las imágenes de esa noche vuelven a su mente sin piedad, la hacen bajar la cabeza intentando ocultar algunas lágrimas que han escapado sin aviso. Limpia disimuladamente su rostro, levanta la barbilla relajadamente y lo observa fijamente. Joseph se ha sentado a un lado de ella, sostiene su mano y por alguna razón ella no lo rechaza, intenta acostumbrarse a la calidez de esa mano que muchas veces sostuvo, pero ahora es extraño, no ve al hombre que está a su lado de la misma forma que lo hubiese hecho antes, algo en su interior se rompió y tan pronto la escena de él sosteniendo los pechos de Beatrice llega a su mente, retira bruscamente su mano tomándolo por sorpresa.

- Si he venido hasta aquí es para hablar sobre el divorcio. – Joseph frunció el ceño mostrando lo molesto que le resultaba escuchar esa palabra.

- ¿Es eso por lo que has venido hasta aquí? – Murmuró formando una sonrisa con los labios apretados. - ¿Es lo que realmente quieres? – Preguntó fríamente.

Era él quien le había fallado, era consciente de su culpabilidad y que sus actos solo lo estaban llevando al borde de su propio límite, cuando cedió a los encantos de Beatrice jamás pensó que pasaría una segunda vez y luego una tercera y así hasta que ninguno de los dos pudo ser capaz de alejarse. Su atracción por la joven amiga de su hermana menor, solo se limitaba a lo físico, en su corazón solo sentía amor por la mujer que ahora estaba en su oficina.

Desde el día en que Isabell le habló sobre el divorcio en la clínica se dio cuenta de que nada la haría cambiar de opinión, su negativa a firmar los papeles del divorcio cuando se reunió con John es porque quería verla de nuevo, después de estar separados por semanas, necesitaba hablar con ella, verla y sentirla cerca, aunque la realidad es que Isabell, ya estaba tan lejos de él.

- No voy a excusarme\, tengo tanta culpa como… - Joseph aclaró la garganta\, no quería hablar de Beatrice frente a Isabell – Solo quiero que sepas que\, no fue mi intención hacerte daño\, jamás pensé llegar tan lejos\, pedirte perdón no sería suficiente para sanar tus heridas.

- Entonces\, puedo decirle a John que continúe con los preparativo\, ¿cierto? – Isabell actuó fríamente\, se mostró indiferente a su disculpa\, no es lo que ella estaba buscando\, Joseph tenía perdón\, una simple palabra no sería suficiente para sanarla.

- Supongo\, si ya lo has decidido.

Isabell acomodó su bolso en el hombro y se puso de pie, fijó su mirada en Joseph, había tantas cosas que quería decirle, pero todas las palabras que pasaron por su mente se quedaron detenidas en la punta de su lengua.

- Dejaré que John se haga cargo de todo\, no hay necesidad de que nos volvamos a ver. – Se dio la vuelta y caminó hacia la salida\, pero se detuvo a medio camino. – Por cierto\, pasaré a buscar mis cosas.

- Sé que no quieres nada de mí\, pero… después de estos años juntos\, tienes derecho a…

- Eso no es necesario\, lo sabes. – Interrumpió Isabell.

- Lo sé\, aun así\, quiero que conserves la casa. – Refutó Joseph.

- ¿Qué te hace pensar que quiero conservar ese lugar? – Cuestionó Isabell con el ceño fruncido.

- Si te hace feliz puedes vender la casa\, yo tampoco podría vivir ahí. – Dijo Joseph intentando calmar sus emociones\, no soportaba verla actuar a la defensiva\, esa mirada de reproche y asco con la que lo observaba. Extrañaba tanto la mirada dulce e ingenua de su esposa.

- Isabell soltó un fuerte suspiro, bajó la cabeza brevemente, estaba tomando valor en su interior para poder despedirse de él. – Yo… debo irme ya. – Dijo mientras lo veía acercarse a ella. – En verdad espero y deseo que puedas ser feliz, adiós, Joseph.

- Joseph la tomó de la mano y la acercó a su pecho estrechándola entre sus brazos\, con la mirada nublada y la voz ronca se obligó a sí mismo a dejarla ir. – Adiós cariño. – Susurró cerca de su oído impregnando sus fosas nasales con el dulce aroma de su esposa.

Verla irse y darle la espalda lo hizo sentir impotente, deseaba poder gritar su nombre, detenerla y no dejarla ir,  lamentaba haber sido el culpable de que su matrimonio llegara a su fin. Su pecho subía y bajaba agitadamente, comenzó a mostrarse ansioso, Rachel pudo ver la expresión de dolor en su rostro, bajó la cabeza evitando su fulminante mirada, solo escuchó el ruido de la puerta de su oficina al azotarse.

Isabell limpió su rostro mientras esperaba en el interior del ascensor, evitó concentrarse en las miradas curiosas de las personas que la observaban en el camino, apresuró el paso hasta la salida, tan pronto Óscar la vio acercase abrió la puerta del coche para ella. Isabell subió de prisa y se derrumbó emocionalmente, lloraba histéricamente mientras intentaba controlar los latidos de su pecho, su respiración agitada la hacía sentir que se ahogaba, Óscar esperó un momento afuera en lo que se calmaba, en cuanto Isabell le hizo una seña, subió al auto y se puso en marcha.

- ¿Puedes llevarme a mi casa? – Óscar asintió\, aunque le resultó extraña su petición\, Isabell fue capaz de ver su inquietud. – No tienes que quedarte\, son varias cosas las que debo empacar y… necesitaré mi camioneta.

- No se preocupe Sra. Isabell\, regresaré con su camioneta a buscarla. – Respondió Óscar.

Isabell asintió con la cabeza y permaneció en silencio hasta que llegaron a la zona residencial donde por cinco años había vivido con Joseph. Suspiró pesadamente antes de bajar de la camioneta, le sonrió a Oscar con los labios apretados mientras él abría la puerta. Isabell apretó su mano haciéndole saber que estaba bien.

Los alrededores lucen tranquilos, la mayoría de las personas que viven en la zona residencial está trabajando, una mujer de servicio la observa con curiosidad desde la casa de en frente, Isabell ignora su presencia y continúa caminando, abre la puerta y la cierra cuidadosamente, camina por el jardín frontal hasta llegar a la puerta principal de la casa.

Teclea con confianza la clave de seguridad, la puerta se abre y siente que su corazón palpita aceleradamente, masajea suavemente su pecho, intentando controlar sus emociones, hay una ligera punzada que la molesta. Entra lentamente, observando cada espacio de la casa, todos ellos le traen recuerdos. Continúa caminando, acariciando los muebles a su paso hasta llegar a la cocina, hay una foto de los dos pegada en la nevera, fue de su último viaje, cuando él la llevó a París para compensar no haber llegado a tiempo la noche de celebrarían su aniversario número cuatro. Joseph la abrazaba por la espalda mientras besaba su hombro tiernamente y ella sonreía enamorada.

La tomó entre sus manos, observándola fijamente, algunas lágrimas han caído sobre la foto, se limpia con el dorso de su mano cuando escucha algunos pasos.

- ¿Señora Isabell? – Es Martha\, la chica de servicio.

- ¡Hola\, Martha! Yo… perdón\, ¿te importaría dejarme sola?

- Sí\, claro\, iré al cuarto de lavandería. – Dijo excusándose.

- No\, me refiero a que… necesito estar sola en la casa. Te pagaré este día y… puedes venir mañana a terminar lo que haga falta.

Martha no cuestionó el pedido de quien hasta ahora conocía como su jefa, asintió con la cabeza educadamente, se quitó el mandil, tomó su bolsa y salió de la casa con la cabeza llena de mil interrogantes.

Caminó hasta el comedor, se acercó a la mesa, frunce el ceño, la última vez que había estado en la casa, la había dejado adornada, aprieta con ira sus puños, se había esmerado tanto en los detalles. Abre la nevera y encuentra la botella de vino que había conseguido para esa noche, la destapa y la acerca a su boca. Dos sorbos son suficientes para que en su rostro se forme un mohín. Sale del comedor con la botella en la mano, deja a un lado los tacones en la sala, toma el control del reproductor y se echa al piso mientras alcanza a escuchar el último estribillo de la canción antes de que terminara.

‘No seas tan duro conmigo, amor.

Aún era una niña.

No tuve la oportunidad de sentir el mundo a mi alrededor.

No tuve tiempo de elegir lo que elegí hacer’.

Se dejó caer en el piso abrazando sus piernas con fuerza, ahora estaba sola, podía desahogar toda la ira que la estaba consumiendo, no solo había perdido a su bebé, pronto diría adiós para siempre al hombre que amaba, tantas noches intentó excusar su comportamiento, quería convencerse de que, si los dos lo intentaban, quizás habría forma de salvar su matrimonio, pero… no podía hacerse algo así misma. En el fondo sabía que no podría vivir así, que ya no había nada que pudiera hacer para salvar su matrimonio.

Isabell dejó a un lado la botella, derramando algo de su líquido sobre la alfombra gris, se puso de pie y fue directo a su habitación, quería recoger sus cosas antes de que Joseph regresara a casa. Subió la escalera, se detuvo afuera de la puerta de la habitación principal, los recuerdos la bombardeaban sin piedad, ver la cama en la que tantas noches disfrutó de los besos de su esposo, de sus caricias, en cada espacio de esa habitación donde le había hecho el amor. Lloró histéricamente al pie de la puerta, el silencio era abrumador, extrañaba el sonido de su voz, sus caricias, sus besos, sentía una enorme necesidad por sentirse en sus brazos, entre ratos reía al recordar mientras le decía que la amaba y odiaba el saber que ahora nada de eso le pertenecía a ella.

Recordó las palabras de su padre, ‘llora, llora todo lo que quieras, el tiempo que necesites, pero después de eso, cuando estés lista, ponte de pie de nuevo’. Necesitaba llorar, el dolor le agarraba fuertemente el alma y sentía que cada parte de su ser se rompía en mil pedazos.

1
Martina Baza
Excelente fue conmovedora historia y llena de Alegría Amor. Mil Felicidades
Martina Baza
Excelente
Sabrina Uriarte
escribes súper bien, y lo más importante, cuidas la ortografía FELICITACIONES
Sabrina Uriarte
Excelente
Selene Betanzos
Excelente historia, habla de todo un poquito. Aunque un poquito larga, pero valió la pena.
Geraldina Zaldivar
Excelente
Gladys Godoy
maravillosa tu novela,es la cuarta vez q la leo
Ines Pereira
isabel debería de ser la embarazada abría sido emocionante
Ines Pereira
que lo perdone la estúpida y se vuelva cornada, ya estoy chata de imaginar una mujer tan boba,llora más por un hombre que la pérdida de su hijo,ya está bueno que empiece a valorarse como lo que es
Ines Pereira
ya está bueno de tanto lloriqueo por alguien quecno vale la pena!!
donde está su dignidad para tener las fuerzas y salir de todo eso?
creo que se enfoco y alargo mucho nuestra escritora en la recuperación de la protagonista y ya me esta molestando que sea o la haga tan debilucha!!!
Maria Angeles Navarro
💯🤗
Cecy Castorena Castorena
Normal
rosa angelica azpericueta
me encantó esta novela ☺️ gracias autora muy bien planeada 👌🫶
Carmen Muskus Vergara
La novela estuvo excelente la felicito Dios la bendiga y bendiga su mente para que siga deleitandonos con sus hermosas novelas
Carmen Muskus Vergara
Ese capitulo es tuvo excelente nada que sensurar
Eliana Gantus
me gustó , estuvo muy buena pero tengo q hacerte una o dos críticas* la primera saca cuentas antes de hacer pasar los años rápidamente,tuviste un pae de confusiones ahí
*la segunda soloe pusieron a sus hijos los nombres de los antepasados de el y ella ? no tuvo una abuela / o bueno q mereciera q llevará su nombre ? no podían elegir un nombre neutral ? no sé , eso noe gustó .
Eliana Gantus
mmm..será el momento de Eileen ???? ayudarA a los amigos de Isabel!????
Rosa María Sáenz Nolasco
Excelente
Eliana Gantus
buena
Eliana Gantus
y ahora...como se sigue ???
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