La Promesa Del Rey

— Princesa, levántese ahora! —gritó una fuerte voz , abriendo las ventanas de la habitación de Cayleen.

—Mm, un poco más, aún es temprano, —dijo Cayleen cubriéndose con sus cobijas pensando que era su madre y que por fin se había despertado de todo ese mal sueño.

—Estos no son los modales de una princesa. —mencionó Miranda.

Cayleen se despertó enseguida, escuchando aquella extraña voz, pues no estaba en su casa como siempre, todavía seguía en aquella pesadilla, y la mujer que la despertaba no era su madre si no era una mujer con el ceño fruncido que aparentaba unos 50 o 60 años.

—Quien?...—empezó a preguntar dudosa.

—Señorita, Soy Miranda, durante este tiempo, estará a mi cargo para convertirla en una verdadera princesa.

—Usted..—volvió a intentar hablar pero Miranda la interrumpió nuevamente.

—Bien sin más hablar, hay que empezar..

Prosiguió dictando la reglamentación, —tendrá un horario que está bajo mis órdenes, a las 7 am se levantará a desayunar y a servir a su príncipe, eso es por orden del Rey, seguirá las dietas que yo le dé, de eso se encargaran las cocineras, a las 8 am nos encontraremos en la sala de la biblioteca y aprenderá ética, postura, y comportamiento de una princesa, a las 10 am le enseñaremos la historia de este palacio y de la nación, es muy esencial para una princesa, a las 12 pm será la hora de su comida, a las 2pm veremos geografía, lengua, ciencias, artes y humanidades, y a las 4 pm estudiaremos idiomas, inglés, portugués, francés, chino, coreano, los mas esenciales, a las 6 pm será la hora de su cena, y a las 9pm tendrá que estar en la cama.

Cayleen escuchaba asombrada con todas las reglas de una princesa, no era como en las películas, una vida bella y tranquila.

 —Tiene alguna pregunta princesa?.

—Que.. que haré de 6 a 9? —respondía muy asombrada.

—Descansar... estará muy agotada. —respondía con seriedad

—Otra pregunta?

—No

—Bien entonces a desayunar, la espero a las 8 am en la biblioteca.

Cayleen llegaba a la mesa y ahí se encontraban todos presentes, también se encontraba Astrid.

—Buenos días princesa, —dijo el Rey con una gran sonrisa.

—Buenos días su majestad..

—Buenos días su alteza —mencionó Felipe levantándose de la mesa y besando la mano de Cayleen, prosiguió a abrirle la silla para que se sentara a comer, todos lo veían asombrados.

—No va a saludar a las princesas? —dijo Astrid interrumpiendo la admiración de todos.

—Buenos días princesa Kiara y Astrid, —dijo Cayleen haciendo una reverencia.

Al terminar el desayuno todos se quedaron en silencio y Felipe habló...

—Papá! Su majestad, ahora que he decidido casarme con Cayleen.. —Interrumpió Astrid al soltar el tenedor al piso..

El rey regresó a mirar rápidamente

—Disculpe su majestad, solo me admiró la respuesta del príncipe. —contestó Astrid avergonzada.

—Continua Felipe —manifestó el rey.

—Creo que a la princesa le hace falta un anillo de compromiso...

—No lo había pensado Felipe —la extraña decisión de Felipe era muy extraña y con eso al rey no le cabía la menor duda de que su hijo estaba planeando algo.

Cayleen solo lo miraba muy asombrada, se preguntaba que había hecho cambiar al príncipe de opinión?

—Yo si —dijo Felipe mientras se arrodillaba y le colocaba el anillo, un hermoso y pequeño diamante, se ajustaba a la sencillez de Cayleen.

—Sé que no te recibí de la mejor manera, pero ahora te doy este anillo como una disculpa por todo, ahora aceptaré mi destino y la voluntad de mi padre, y te ayudaré a cumplir la promesa de tu padre, me casaré contigo princesa Cayleen.

Cayleen quien solo miraba perpleja porque no entendía por que el príncipe había aceptado la promesa y estaba haciendo todo eso de la nada, solo pudo responder con una gran sonrisa.

El rey se sentía feliz pero al mismo tiempo temía por Cayleen, sabía que así de la nada su hijo no aceptaría la promesa. Todos los presentes, los sirvientes, la princesa Kiara y la princesa Astrid estaban muy asombradas.

—Su majestad, la boda se realizará este fin de semana verdad? —preguntó Felipe rompiendo la tensión que había en el ambiente.

—Claro su alteza, vendrán todos los príncipes, princesas, Reyes y Reinas del mundo, no tiene que preocuparse por que he mandado a arreglar todo, cada detalle para que quede perfecto.

—Mm.. Que interesante, —dijo Felipe, sonriendo falsamente.

—Puedo preguntar a mi hijo el príncipe, la causa de su extraña decisión?.

—Solo.. me he dado cuenta que.. Cayleen puede llegar a ser una gran princesa y una gran Reina, es hermosa, dulce, tierna, no tengo por qué negarme ante alguien así, además sé que tengo que aceptar mi destino, tu ya tienes que descansar.

—Mm me parece interesante que te hayas dado cuenta, creo que por fin estás madurando mi querido príncipe.

—Si padre —contestó sonriendo.

—Solo te digo que cuides mucho a Cayleen porque la quiero como a una hija más y si le llega a suceder algo te vas arrepentir mi querido hijo. —dijo el rey en tono amenazante y al mismo tiempo burlón.

—No se preocupe majestad. —el príncipe respondió y sonrió.

Todos se retiraron reverenciando al Rey...

—Alteza podemos hablar? —preguntó Astrid al príncipe.

—Su alteza, tiene unos minutos? —preguntó Cayleen.

—Astrid espéreme en el jardín tengo que hablar con mi princesa —dijo dirigiéndose a Cayleen.

Astrid aceptó un poco molesta y Kiara se daba cuenta.

—Le molesta algo princesa? —preguntó Kiara.

—Tenia a un principe que me tomaba atención las 24 horas si lo quería, ahora se casará, espera que no me moleste?.

—Celos? —preguntó.

Astrid se retiró ignorándola.

—Por qué aceptó casarse conmigo?. —preguntó Cayleen mientras se dirigían al jardín.

—Lo importante es que lo haré y la convertiré en una princesa, luego en una reina no es eso lo que quería?.

—No es lo que quiero, pero no le voy a explicar mi respuesta, solo le preguntaba por qué me parece extraña su decisión.

—Deberia estar feliz de que acepte y que me voy a casar con usted princesa, porqué me hace preguntas?, acaso quiere que renuncie a mi decisión?

—Hace unas horas me odiaba, que cambió?

—No explicaré mi decisión, de todas maneras no tengo otra opción.

— Su alteza... podemos ser amigos. —Cayleen estiró su mano.

—Como quieras. —Felipe sonrió ignorando su mano.

Cayleen sin responder lo miró extrañamente pues no se convencía de la extraña decisión del príncipe, él simplemente sonrió y se retiró.