Dicen que la historia la escriben los vencedores.
Que los héroes son solo villanos que supieron contar mejor su versión.
Yo no crecí con cuentos de hadas.
Crecí con sus sombras.
Mi nombre es Hope Michelson.
Soy la hija de una loba alfa y del híbrido más temido del mundo.
Llevo en la sangre la magia de los brujos, la furia de los licántropos y la sed eterna de los vampiros.
Mi linaje está marcado por la tragedia, la traición… y el poder.
Durante siglos, mi familia fue temida por todos.
Hasta que fueron malditos, encerrados en un sueño del que solo yo puedo liberarlos.
Pero para hacerlo, debo encontrar al Doppelgänger.
Y tomar su sangre.
Esta es mi historia.
La historia de una heredera sin reino,
de una hija sin padre,
de una bestia con corazón humano.
Mi historia… y la de un linaje maldito.
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capítulo 8
El bosque se extendía ante nosotros, oscuro y lleno de sombras, pero la luna llena iluminaba nuestro camino. Sentía la adrenalina correr por mis venas mientras avanzaba a toda velocidad entre los árboles, llevando a Stefan a salvo sobre mi lomo. Su respiración era rápida, pero antes de explicarle todo lo ocurrido debíamos alejarnos del peligro.
—¿A dónde vamos? —preguntó Stefan, su voz temblando ligeramente.
Sin responder, solo aceleré aún más el paso a través del bosque. Sabía que no podíamos quedarnos en un solo lugar por mucho tiempo. Maxim y su grupo no nos dejarían escapar tan fácilmente.
Detrás de nosotros, los gritos de los vampiros resonaban en el aire, cargados de frustración y miedo. Había sembrado el caos entre ellos, y eso me daba una ventaja, pero no podía relajarme; esto aún no había terminado.
***
Después de un rato, noté que a nuestro alrededor ya no había señales de peligro. Le indiqué a Stefan que se bajara de mi lomo y me alejé un poco. Volví a transformarme en humana...
Stefan me miraba sorprendido, pues al hacerlo mi cuerpo quedó completamente desnudo, pero antes de que pudiera reaccionar, apenas alcancé a decir:
—No dejes que nos encuentren... —y sin más, me desmayé.
La oscuridad del bosque me envolvió mientras caía al suelo. La adrenalina que había mantenido mi cuerpo en movimiento se desvanecía, dejándome vulnerable. La última imagen que vi fue la de Stefan, su expresión de sorpresa y preocupación, antes de que todo se tornara negro.
Cuando desperté, estaba en un lugar desconocido, rodeada de árboles y con la luz del sol filtrándose a través de las hojas. Me incorporé lentamente, sintiendo un punzante dolor en la cabeza y debilidad en las extremidades. Miré a mi alrededor, buscando a Stefan, pero no estaba a la vista.
—Stefan... —llamé en un susurro. La preocupación me invadió. ¿Dónde estaba? ¿Estaba a salvo?
Me levanté con esfuerzo, intentando recordar lo sucedido: la batalla con Maxim, la transformación, y luego... el desmayo. Sentí una oleada de pánico al darme cuenta de que había perdido el control en un momento crítico.
—¡Stefan! —grité esta vez con más fuerza, mi voz resonando en el silencio del bosque.
Finalmente, escuché un movimiento entre los arbustos y vi a Stefan aparecer. Su rostro pálido reflejaba alivio al verme despierta.
—¡Estás bien! —exclamó, corriendo hacia mí—. Estaba preocupado.
—Lo siento... no sé qué pasó. Me sentí débil después de la transformación —dije, tratando de recomponerme. La vulnerabilidad me incomodaba, pero sabía que debía mantener la calma.
—No hay señales de los vampiros por aquí —respondió Stefan, con voz decidida—. Pero debemos movernos. No podemos quedarnos mucho tiempo.
Asentí, sintiendo la adrenalina regresar. Tenía que ser fuerte, no solo por mí, sino también por él.
—Tienes razón. Necesitamos encontrar un lugar seguro y planear nuestro siguiente paso —dije, tratando de mantener la voz firme.
Mientras caminábamos, la realidad de nuestra situación se asentó en mí. Había enfrentado a Maxim y a sus seguidores, y aunque había logrado escapar, sabía que no sería la última vez que nos encontraríamos. La piedra de luna, la maldición de mi familia y el destino de Stefan estaban entrelazados en un hilo frágil.
A veces me arrepentía de ser tan impulsiva, y esta era una de esas veces. Debí pensar mejor antes de poner a todas las especies tras el Doppelgänger. Pero, prefería mil veces luchar contra vampiros y hombres lobo antes que contra las brujas. Esas malditas eran las responsables de todo lo malo que había pasado a mi familia, y las odiaba profundamente.
Después de unos minutos en silencio, Stefan rompió la quietud, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.
—Y... ¿qué fue eso de anoche? Digo... me dijiste que eras una bruja. Y yo mismo lo vi...
—Es porque también lo soy... —guardé silencio un momento y decidí confiar en él—. Si quiero que confíes en mí, debo ser sincera. Mi nombre es Hope Michelson, la última integrante de la familia original con vida.
Stefan detuvo el paso, intentando procesar lo que acababa de decir.
—¿La familia original? ¿Quiénes son ellos? No entiendo...
Me detuve y lo miré de frente. No tenía más remedio que contarle todo sobre mi linaje familiar...