El mal ronda en cualquier lado, tienes que ser cuidadoso y desconfiar, una vez que te atrapa, es difícil que te suelte.
Nuestros protagonistas se verán obligados a enfrentar sus peores miedos y a luchar por sobrevivir y proteger a su pequeña familia ante una presencia sobrenatural que parece estar determinada a destruirlos.
La historia explora temas de miedo, supervivencia y la naturaleza del mal, mientras que Elizabeth y Elías se ven obligados a tomar decisiones difíciles para sobrevivir, ¿Podrán superar está situación?
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CAPITULO 8
Al día siguiente, era fin de semana, habíamos planeado ir a algún parque para llevar a Tomás a montar en su bicicleta, era su pasatiempo favorito, pero siempre nos hemos acostumbrado a llevarlo a lugares especiales para que lo practique.
- ¡Tomas!-- lo llamé, mi hijo bajó las escaleras un poco triste --¿qué tienes?-- le pregunté.
- Mamá, ¿podemos quedarnos en casa?-- era la primera vez que él nos pedía eso, le encantaba salir a pasear en su bici.
-¿pasó algo?-- Indague.
- Es solo... Es solo-- intento hablar, luego dirigió su mirada hacia las escaleras volvió a mirarme rápidamente y habló en voz baja -- es que a mi amigo no le gusta que lo deje solo-- me congelé en el sitio, cuando reaccioné fui y tomé la mano de mi hijo y lo acerqué a mí.
- ¿cuál amigo?, aquí solo estamos nosotros tres, no hay nadie más en esta casa-- le dejé en claro.
- No mamá, no somos solo los tres, aquí ya estaba viviendo un niño cuando llegamos, el ahora es mi amigo -- insistió, mi esposo alcanzó a escuchar y se acercó a nosotros.
-¿y como es ese niño?-- mi esposo utilizó un tono de voz más calmado, yo si estaba al borde de los nervios.
- El es más grande que yo, le gustan mucho mis juguetes, por eso no quiere estar solo, porque solo los puede utilizar cuando yo estoy -- respondió tranquilamente.
- Dile a tu amigo, que lo mejor será que se vaya para su casa con su mamá, no queremos tener problemas -- le advirtió Elias.
- No papá, él vive aquí, él no puede irse y no quiero hablar más de él, no le gusta que otras personas sepan que está aquí, además, dice que mi mamá no le agrada -- Elías me miró y yo negué.
- Está bien hijo, pero por un rato que se quede solo, no se va a acabar él mundo, vamos a montar bicicleta, recuerda que es lo que más te gusta hacer-- su padre le dijo, la sonrisa de Tomás regresó.
- Está bien, vamos-- caminamos hacia la salida, mi esposo cerró muy bien la puerta y nos subimos al auto, él ya había guardado la bicicleta en él baúl, así que solo comenzó a avanzar.
Al llegar al parque, la actitud de Tomás cambió drasticamente, se reía a fuertes carcajadas, se montó en su bicicleta y no dejaba de jugar por todos lados, Elías tuvo un día pesado corriendo tras él, pero estábamos tranquilos, luego regresaron y nos sentamos en las sillas que allí había, yo saqué la lonchera que había organizado, dentro puse diferentes alimentos y snacks, al igual que bebidas, estuvimos en aquel lugar bastante tiempo, hasta que se hizo hora de regresar a casa.
Mi esposo manejó lento, tanto el como yo, no queríamos que el buen ambiente se dañara, pero aún así, debíamos llegar a casa, toda la calle estaba más oscura de lo normal, mi esposo tuvo que poner las luces altas para ver el camino, logró parquear el auto y nos bajamos, Tomás y yo entramos primero, mientras Elías sacaba la bicicleta del baúl.
Al entrar la penumbra nos recibió, un helaje se caló en mis huesos, mi niño comenzó a tiritar, mi esposo entró en ese momento y también sintió el cambio de temperatura, encendí la luz.
- ¿Se habrá averiado el aire acondicionado?-- preguntó en voz alta.
Dejó la bicicleta en el depósito y fue a revisar el termostato -- ¡maldita porquería!-- exclamó mientras le daba un par de golpes, nos acercamos hacia el y vi.
El aparato estaba descontrolado, estaba en 15°C y de la nada bajaba a -5°C luego volvía a subir, y de repente bajaba, se había vuelto loco, miré a mi esposo y levantó los hombros.
- Tememos dos opciones, dormír en una misma habitación todos, abrigarnos muy bien, o salir a buscar un hotel, Tomás escuchó y me jaló sutilmente de la mano, yo lo miré y el negó.
- Mami, ¿podemos quedarnos?, mi amigo está realmente enojado, el hizo eso-- nos comentó, Elías y yo nos miramos, solo hubo un silencio.
- Está bien hijo, aquí nos quedaremos, pero vamos a dormir todos en nuestra habitación -- mi hijo asintió.
Nos preparamos un chocolate caliente para calentar un poco el cuerpo, después de beberlo subimos a la habitación, allí buscamos nuestras pijamas más abrigadas y nos acostamos a dormir, sentí a Tomás muy inquieto, está vez lo habíamos acostado a la orilla, pero al verlo asi, lo pusimos en medio de los dos y los abrazamos para que se sintiera tranquilo.
Finalmente se quedó dormido y nosotros también, a pesar del frío, nos sentíamos cálidos durmiendo juntos, la noche pasó con total normalidad, a la mañana siguiente, nos levantó el sonido de las campanas de la iglesia que quedaba justo en un lote a unos 200 metros de nuestra casa, Elías se estiró, y en ese momento Tomas también se despertó.
- mamá, papá, buenos días, ¿descansaron?-- preguntó mi niño con una sonrisa en su rostro.
- Buenos días, si mi cielo, pudimos descansar -- le respondí, el nos dió un beso a cada uno y se levantó al baño.
- Debo ir a revisar el aire acondicionado, es muy extraño que fallara, el dueño me dijo que el sistema era nuevo, ya veré que tiene-- dijo mi esposo después de darme un beso, el se levantó,y Tomás salió del baño, mi esposo entró después, y al rato salió limpio, se vistió y bajó al primer piso.
Yo también me levanté y me organicé, Tomás no quería bañarse así que no lo obligué, luego bajamos, mi niño se fue a buscar a su padre, mientras yo me fui a preparar el desayuno, al terminar los llame y nos sentamos en el comedor.
- ¿tiene arreglo?-- le pregunté a mi esposo.
- Es extraño, está funcionando con normalidad -- me respondió.
-¿normal? Pero si vimos claramente que los decibeles no eran normales, el termostato enloqueció-- le recalque.
- Lo sé, yo vi lo mismo, pero no sé que pasó, todo está normal --.
- Fue el, les dije que no quería que lo dejáramos solo-- mi hijo seguía repitiendo lo mismo una y otra vez, ya comenzaba a ponerme más nerviosa.