Damián Blackwood, es un Alfa dominante que ha construido un imperio oculto entre humanos, jamás pensó que una simple empleada pondría en jaque su autocontrol. Isabella, con su espíritu desafiante, despierta en él un deseo prohibido… pero lo que comienza como una peligrosa atracción se convierte en una amenaza cuando descubre que ella es su compañera destinada. Una humana...
Bajo la sombra de antiguas profecías y oscuros secretos, sus destinos colisionan, desatando fuerzas que nadie podrá contener.
NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Consejos y reflexiones
La sala de reuniones de Blackwood Enterprises estaba llena, cada miembro del equipo directivo estaba ubicado en su sitio, y el murmullo de las voces se apaciguó apenas se encendió la pantalla principal. Damián estaba sentado en la cabecera de la mesa, con Marcus a su lado, tenía los brazos cruzados, el ceño levemente fruncido mientras esperaba que comenzara la presentación de Selene, su mente estaba atenta y expectante. No porque desconfiara de lo que venía, sino porque estar alerta era un rasgo típico de él, de su naturaleza animal.
Pero en el mismo instante en el que la señorita Montero hizo su aparición en la sala, todo lo demás simplemente desapareció.
Selene Montero estaba de pie frente a todos, con la espalda recta, su voz sonaba segura, sus ojos estaban encendidos, llenos de determinación. Y se dedicó a hacer la presentación de su propuesta con pasión, con fuerza, con convicción. No solo conocía el proyecto, sino también porque estaba segura de que sería perfecto. Lo había estudiado y analizado incontables veces y el único resultado era el éxito.
Sus habilidades eran indiscutibles, era una empleada excelente, su capacidad de análisis y su habilidad para resolver cualquier inconveniente eran indiscutibles, y Damián lo sabía. Pero contrastando con todo eso estaba su imagen, sería, vistiendo siempre con formalidad, falda tubo a la altura de la rodilla, camisa color pastel, el cabello atado en una cola de caballo sumamente prolija y su aroma, uno que Damián a pesar de su agudo olfato no podía identificar, eran más que suficiente para despertar al lobo de Damián y dejarlo inquieto.
*Mía.* —dijo este.
La palabra se coló en la mente de Damián como un gruñido suave, gutural, que resonó en lo más hondo de su alma.
Damián apretó los dedos sobre el brazo de la silla ejecutiva, y tragó saliva. Reprimiendo. Negando.
*No.* —le dijo a su lobo dejándolo disconforme y malhumorado al punto de que dejó de sentir su presencia—*No ella.*
Y, sin embargo a pesar de la negación, al mirarla, algo dentro de él se agitaba como si la reconociera más allá del tiempo.
Cuando terminó la presentación, el aplauso fue rotundo. Damián fue el primero en levantarse y aplaudir, con una expresión neutral, sumamente profesional. Pero mientras los compañeros de trabajo de la muchacha se acercaban a ella para felicitarla, él no podía dejar de mirarla.
Entonces Marcus, que lo conocía demasiado bien, se acercó más a él y sonrió para luego susurrarle por lo bajo.
—No te gusta, ¿eh? —dijo con sarcasmo— La odias ¡Sí, como no!
Damián no respondió. No pudo, entonces para salir de la situación embarazosa con su Beta dirigió su atención al gerente de la empresa.
Esa misma noche...
La ciudad dormía, pero él no.
El penthouse estaba en silencio, el único sonido audible que rompía esa burbuja de calma era el del tráfico nocturno.
Damián se sirvió una copa de whisky, pero no la tocó. Caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, con los músculos tensos y la mandíbula apretada.
—Estás molesto —gruñó una voz dentro de su mente— Pero no conmigo, ni siquiera con ella. Estás molesto contigo mismo... Y yo sé por qué.
—No vamos a hablar de esto —murmuró en voz baja.
—¿Por qué no? Al menos yo sí puedo decir la verdad. ¿La quieres oír?
Damián apretó el vaso en su mano, sabía que aunque le dijera que no su lobo era lo suficientemente insistente y molesto como para decirle igual lo que él no quería admitir.
—Te gusta, la deseas, quieres tenerla cerca — le dijo finalmente. El CEO ejerció tanta presión en el vaso que terminó haciéndolo añicos y luego de pasarse una mano por el cabello cerró los ojos y apretó el puente de su nariz con dos dedos.
—Es humana —dijo con firmeza— No hay futuro con ella. No hay unión. No hay destino.
—Y, sin embargo, cuando ella habla, no puedes dejar de prestarle atención—replicó su lobo— Cuando sonríe, deseas que al menos una de esas sonrisas sea para ti, o mejor aún por ti.—continuó —Deberías intentarlo, acercarte más a ella, no ser tan patán.
—No, no debería. ¿Acaso no entiendes? —refutó —Soy un Alfa, el solo hecho de pensar en ella puede resultar en un desastre.
—Yo no lo veo así —insistió su lobo —Yo siento que ella es todo lo que necesitamos.
—No va a pasar —sentenció— No voy a mezclarme con una humana. No importa lo que diga tu instinto. No tengo tiempo para esto. No tengo espacio para debilidades.
—Pero tienes espacio para pensar en ella cada noche —susurró su lobo con suavidad, casi como una burla tierna, Damián se mantuvo en silencio— Y ni siquiera lo niegas.
Damián exhaló, sintiendose derrotado, hizo silencio por unos segundos, pero volvió a alzarse como siempre lo hacía.
—No voy a negarte que es Inteligente, hermosa, y despierta en mí cosas que no deberían existir.
—Entonces, anímate... Ella es nuestra.
—Te equivocas, ella no es nuestra —sentenció con su autoridad de Alfa, autoridad que ni siquiera su lobo podía pasar por alto —Y nunca lo será.
Y por primera vez, su lobo no respondió.
Damián sabía que lo había cabreado, su lobo rara vez se entrometía en sus asuntos. El día en que se conocieron, cuando Damián conoció al lobo que estaba dormido en su interior habían hecho un pacto por medio del cual acordaron que el lobo solamente saldría cuando hubiera problemas de por medio que requirieran usar la fuerza, y no interferiría en ninguna decisión que Damián en su carácter de Alfa decidiera tomar con respecto a su vida o a su manada.
Pero ahí estaba él, entrometiéndose, intentando que Damián aceptara su atracción por Selene Montero e incluso hasta instándolo a tener una relación con la joven. A pesar de que sabía que tener una relación con un humano del sexo opuesto era sumamente peligroso, sobre todo si la gente poderosa de las manadas enemigas(porque las había) se enteraba de esas relaciones, mucho más peligroso en caso de que ellos se enamoraran, ya que para un Alfa enamorarse de una humana significaba tener una gran debilidad.
Y como si eso no fuera suficiente existía todo el asunto de su pareja destinada. Que era la mujer que la Diosa de la Luna había elegido para cada lobo aún desde antes de que estos nacieran. Pareja que él todavía no había conocido, y que solamente lograría traer un problema mayor en caso de que él tuviera una relación con Selene, ya que de llegar su pareja destinada, Damián debería terminar con la joven debido a que los lobos eran muy posesivos y celosos con sus parejas.
De pronto Damián se encontró pensando que de ninguna manera podía poner en peligro la vida de Selene.
—No. No puedo tener algo con ella y ponerla en peligro —se dijo, mientras miraba el techo de su habitación y luego se quedaba dormido.
¡Mis felicitaciones y agradecimiento por este nuevo regalo de tu fértil imaginación!
👏🏼🌪️👏🏼
💥🐺💖💥💖👧🏼🔥