Una vez existió un pasado donde, de alguna manera, ella fue la villana de todo el imperio. Merecía morir en aquella guillotina. Sin embargo, ¿por qué recordaba ahora su vida pasada? Lo que era peor, había regresado en el tiempo, antes de que Kristina Laurent cavara su propia tumba.
Si de verdad había regresado, lo juraba. Juraba que, en esta vida, no volvería a ser la villana.
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Capítulo 15: Luminara
La demostración de la ceremonia terminó.
Dejándome con una duda que me atormentaba, ¿por qué mis padres no me permitieron realizar la ceremonia con mi ámbar en mi primera vida?
En aquella época llegué a sospechar que fue culpa de que mi ámbar no estuviese presente, que yo no pude obtener el linaje familiar, pero en aquella vida tampoco pude escuchar a los animales; por lo que es poco probable que eso haya sido el responsable de mi desgracia.
—Hermana, feliz cumpleaños.
—Feliz cumpleaños a ti también.
Ambos sonreímos el uno al otro.
Había una costumbre en la familia Laurent, los obsequios para un miembro de la familia hacia otro se debían entregar durante el banquete de celebración desde el momento en que el miembro de la familia realiza la ceremonia.
Vicent miró por la ventana en diagonal a su dormitorio, sorprendiéndose un poco, y llamando mi atención a mirar, haciendo que me sorprendiera también.
¿Cuándo pasó tan rápido el tiempo?
—¿Nos vamos?
—Está bien —respondí con una sonrisa.
Caminamos juntos hacia la puerta de la mansión, en donde esperaban de pie ambos duques, y Eylin; Extrañamente, la duquesa sostenía el brazo del duque. La duquesa vestía un elegante vestido de color turquesa
Al subir al carruaje, los observaba de reojo, no parecía que hubieran discutido como había imaginado, al contrario, se sentía una extraña ambigüedad proveniente de ellos.
¿Qué pasó en una sola noche?
Me lo pregunté durante todo el trayecto, pero no me atreví a decir nada en voz alta, después de todo, se puede considerar que fue culpa mía que el duque tuviera un descontrol de maná.
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Luminara
Al llegar a nuestro destino bajamos todos. Me detuve a admirar aquel lugar, el lugar parecía ser mágico, sentí una familiaridad y comodidad increíbles.
A pesar de que todavía no cruzábamos la entrada del edificio principal, el lugar en donde nos encontrábamos tenía una vegetación abundante y variada por donde sea que miramos.
—¿Por qué este lugar se llama Luminara? Suena muy feo—Eylin murmuró con ingenio.
Todos la miramos con incredulidad, a excepción de la duquesa.
El duque se recompuso soltando una tos incómoda: —Su nombre sugiere luz, magia y prosperidad. No digas eso de nuevo y tampoco frente a las demás familias presentes aquí.
Eylin ascendió con una mirada incomprensible.
—Este lugar es importante para la familia imperial, ya que lo creó la primera emperatriz —explicó Vicent.
Eylin y yo nos interesamos mucho en las palabras de Vicent, puesto que a ella nunca le debieron haber hecho clases de historia y esa lección yo todavía no la había visto.
—Imaginar que nos encontraríamos con la familia Laurent ahora —comentó el emperador con diversión.
—Su majestad —ante el saludo reverencial del duque, todos los inclinamos con solemnidad.
Incluso Eylin, quien no tenía una etiqueta sofisticada, hizo lo mejor que pudo su reverencia.
—Pónganse de pie —indicó con media sonrisa— no saben lo feliz que me hace el venir a presentarme a su ceremonia —concluyó intercalando su mirada en Vicent y en mí.
—Gracias a su majestad por venir —contestamos ambos.
Admiré por unos momentos al emperador, su similitud con el príncipe era tanta que, inconscientemente, pensé que había vuelto al pasado, y quien estaba frente a mí era el príncipe.
—Duque —saludó el príncipe, para luego dirigirse al emperador— su majestad, las demás familias están esperando por su entrada.
—Es un gusto conocer al príncipe —el duque se inclinó levemente, para luego levantarse.
El príncipe solamente asintió.
—Entiendo, entonces me retiro —anunció el emperador— nos vemos en la ceremonia.
Sin más, dio media vuelta, marchándose. Observé como el príncipe seguía al emperador y ambos iban hablando de algo que no logré escuchar, pensando que esta situación no había ocurrido en mi primera vida.
¿Esta variación se debe a Eylin? Al pensar en eso, dirigí mi vista a ella, quedando sorprendida al verla.
Eylin tenía la mirada fija en la espalda del príncipe que desaparecía por la puerta, con los ojos llenos de añoranza y enamoramiento, junto con sus dos mejillas sonrojadas.
¿Tan rápido se enamoró del príncipe, tan solo con mirarlo? Al cuestionarme eso, quedé sorprendida.
¿Por qué no me siento enamorada del príncipe, cuando realmente era yo quien tenía un enamoramiento obsesivo con él...? No, ¿por qué ni siquiera lo odio por matarme?
En este mundo, solo hay dos personas que han despertado esta extraña sensación en mí, Eylin y el príncipe, pero, ¿por qué?
Es entendible que no los odie ahora, porque en esta realidad son inocentes, y quizás mis acciones conllevaron que se me malinterpretara de tal forma que posteriormente me llevara a la muerte, pero un enamoramiento tan obsesivo no se olvida de la noche a la mañana.
Toqué mi pecho izquierdo, ¿qué es lo que realmente me está sucediendo?
—Hermana —dijo Vicent moviendo las manos frente a mis ojos— debemos entrar por la puerta de allá.
Cuando terminó de hablar señaló una puerta un poco escondida entre unos arbustos.
De repente, me percaté de que solamente estábamos Vicent y yo.
—Sus excelencias ya están dando inicio a nuestra ceremonia —dijo, como si adivinara lo que estaba pensando.
—Oh.
No podía creer que mi distracción haya sido tal, que ignoré que los demás ya se habían marchado. Caminamos hacia la puerta, quedándonos a un costado de esta.
Desde ella se oían muy despacio, casi como un susurro, las palabras del duque, logrando que empezara a sentirme nerviosa. ¿Qué pasaría si se me olvida un paso o hago uno que no iba?
Los duques estaban en el centro de la plataforma, mientras que Eylin estaba en el costado más alejado de la misma, manteniendo su mirada en el príncipe.
—Debemos nuestra lealtad a la familia Belleville del imperio Caunora —anunció el duque dando una reverencia a la familia imperial.
Supongo que ahora debo entrar, inconscientemente miré a Vicent esperando que asintiera antes de ir.
Al ver que asentía, entré caminando despacio, observando a las familias fundadoras.
Como siempre ha sido, y en cada evento realizado por cualquier noble, la familia imperial destacaba, todos sus miembros estaban un par de pasos más adelante que el resto.
Con el emperador Gareth, sentado en el centro, a su lado derecho se sentó la emperatriz Cassia, y al lado derecho de ella estaba la segunda princesa, Anya, y el príncipe Edward se sentó al lado izquierdo del emperador, y al lado izquierdo del príncipe estaba la segunda princesa, Maeve. Sin embargo, la concubina del emperador no se presentó.
Moví mi vista hacia la izquierda de la familia imperial, donde estaba la nueva duquesa de Valois, Grace, cuya belleza destacaba en todas partes y cuyo carácter despreocupado también.
A la izquierda de la duquesa Valois, estaba el nuevo duque Roux y su esposa, aquella pareja recién casada hace un par de meses, se veía bastante contenta y cariñosa entre sí.
Finalmente, moví mi vista a la derecha del emperador, en donde se encontraban los Edevane, aquella familia con la que teníamos rivalidad desde hace años. Aunque solo estaba el duque junto a su hijo y faltaba la duquesa, no me sorprendió ver que la duquesa Edevane no estuviese, ya que su salud se seguía deteriorando, por lo que era común que no asistiera a ninguna reunión o banquete.
Antes de retirar por completo la vista, crucé miradas con el joven duque, Derek, quien me dirigió una mirada de añoranza, ¿acaso recordaba nuestra vida pasada?
La novela surgió un día mientras leía una historia en NovelToon, plagada de errores ortográficos y gramaticales. Pensé: "¿Por qué no escribo una yo, que tenga menos errores?". Lo hice sin mucha planificación, lo que provocó que la historia perdiera sentido, incluso para mí. Al releerla, me desanimaron las incoherencias, el mundo poco desarrollado y los personajes innecesarios que complicaron la trama hasta el punto de que ni siquiera yo recordaba quién era quién.