El Amor Es...

Gonzalo asintió de acuerdo y se comprometió a investigar a fondo la situación de Lorena y su hijo, para descubrir quién era el responsable de tanto sufrimiento. Mientras tanto, Aurelio y yo nos encargaríamos de brindarles todo el apoyo médico y emocional que necesitaban.

Pasaron los días y Lorena comenzó a recuperarse gracias a los cuidados que le estábamos brindando, pero su situación era delicada y su estado de ánimo era frágil. Su hijo, Dylan, se aferraba a ella en todo momento, como si temiera que alguien intentara lastimarla de nuevo.

Una tarde, mientras Lorena descansaba, Gonzalo llegó con noticias que nos dejaron impactados. Había descubierto algunas cosas, como que el responsable de muchos de los maltratos y abusos a los que Lorena había sido sometida era su propio padre. Era un hombre violento y despiadado que le había dado una muy mala vida desde que era niña, Lorena no había estado segura ni en su propio hogar durante años.

— Esto es inaceptable, Gonzalo. Ese hombre es un maldito, no puede seguir libre como si nada, tiene que pagar por todo el daño que le causó a su propia hija.

— Estoy de acuerdo, Alejandro. Pero tenemos que conseguir que Lorena lo acuse, teniendo en cuenta que todo esto es de hace años, es posible que las cosas no sean tan sencillas. Pero te juro que vamos a asegurarnos de que este monstruo no vuelva a acercarse a ella nunca más.

Decidimos ocuparnos de todo, para poder acusar al padre de Lorena por violencia doméstica, asegurándonos de que fuera detenido y refundido en la cárcel, yo era Alejandro Montalver, y si me proponía destruir a alguien, era solo cuestión de tiempo. Mientras tanto, Lorena y Dylan estarían bajo mi protección en la hacienda, donde recibirían el apoyo y la seguridad que tanto necesitaban.

Los días pasaron y Lorena comenzó a recuperar su fuerza, estaba claro que Dylan seguía siendo su pilar de fuerza y juntos reconstruían su vida, lejos del maltrato y la violencia.

Finalmente, ella se recuperó, me sorprendí un día que llegue del campo y la vi metida en la cocina ayudando con el oficio.

— Lorena, ¿Que hace aquí? Usted todavía no está del todo recuperada, no es conveniente que se esfuerce.

— Señor Alejandro, le agradezco profundamente todo lo que ha hecho por mi niño y por mí, pero llevo días en esa cama y ya me da vergüenza, usted no tiene obligación de lidiarme, pero lo ha hecho y estoy muy apenada, déjeme trabajar ¿Si? Necesito de alguna manera devolver todos los favores que he recibido en este lugar.

— Entiendo lo que dices y el cómo te sientes y piensas, pero te aseguro que no es necesario que hagas nada, esta es tu casa, y cada uno de los que estamos aquí, somos como tu familia y la de tu hijo, así que no debes nada y no tienes que hacer nada. Solo tienes que recuperarte del todo por tu hijo que te necesita. Ahora, vuelve a la cama por favor.

Ella agachó la cabeza, y agradeciendo regreso a la habitación. Lorena y su hijo podrían comenzar de nuevo, lejos del dolor y el sufrimiento, con la certeza de que nunca más estarían solos y desprotegidos.

Esa experiencia me marcó profundamente, me enseñó la importancia de proteger a aquellos que son vulnerables. Lorena y su hijo encontraron en mi casa un hogar, y yo encontré en ellos una inspiración para luchar por la justicia y el bienestar de los más necesitados. Lorena y Dylan se convirtieron en parte de mi vida y en un recordatorio constante de que el amor y la protección son los pilares fundamentales de cualquier sociedad justa y equitativa.

****************

Mientras tanto en la hacienda Mendiola.

Felipe Mendiola.

— Mi amor ¿Vas a la procesadora? ¿Puedes acercarme a la hacienda? Necesito hablar con mis papás de algo.

— No voy a la procesadora, tengo algo que hacer en el pueblo, dile a alguno de los peones que te lleve si no quieres conducir.

— Pero ¿Qué vas a hacer al pueblo?

— ¿Necesito pedirte permiso cada vez que voy a hacer algo que se salga de la rutina?

— ¿Porqué me estás hablando así Felipe? ¿Acaso estás molesto conmigo por algo?

— No sé, ¿Que piensas tú? Me voy, no quiero que se me haga más tarde.

Tome mis cosas y salí de allí, una vez subí a mi auto, recosté mi cabeza en el volante, me sentía cansado y de paso estaba preocupado, no tenia ni ideas en donde podía estar Lorena y Dylan, necesitaba encontrarlos, no podía seguir así sin saber de ellos.

Hace unos días atrás.

— Monse, ¿Dónde está Lorena?

— Ella no está señor, creo que fue al pueblo para hablar con la policía sobre la pérdida de su hijo.

— ¿Como que la pérdida de su hijo? ¿Acaso ella no encontró al niño?

— No señor, el niño sigue desaparecido, nadie sabe dónde está.

— ¿Y yo porqué no sabía nada de esto?

— Bueno señor, la señora dijo que nadie le comentará esta situación.

— ¿Qué señora? ¿Mi madre o mi esposa?

— Las dos señoras.

— Maldita sea.

Me puse furioso y fui directamente a buscar a mi madre.

— ¿Por qué me ocultaste que el niño de Lorena seguía perdido?

— Porque ese no es problema tuyo ni de nadie aquí.

— ¿De qué estás hablando? Por supuesto que es mi problema.

— Ay no Felipe, si tienes algo que reclamar o decir, vé y habla con tu padre, a mi déjame en paz, no me interesa discutir contigo ni con nadie, nada que tenga que ver con esa zorra y su bastardo.

Me sentí impotente, y salí de casa para ver a mí padre en la procesadora, al llegar allí fui directo a su oficina.

— Señor Felipe, no puede pasar, el señor está ocupado en una reunión muy importante...

La señora Kullman, quien estaba a punto de pensionarse y quien había sido la secretaria personal de papá toda la vida, intento detenerme, pero no le hice caso en irrumpí en la oficina de mi padre sin previo aviso. Pero lo que ví me dejó estupefacto, mi padre, el hombre que tanto profesaba ser intachable e integró, estaba allí, cogiéndose a su nueva secretaria, la cual sería el reemplazo de la señora Kullman, sobre el escritorio. La escena era repugnante y me llene de desprecio por el.

— ¿Como entras a mi oficina así de esa manera? Siempre he dicho que todo aquel que me necesite tiene que anunciarse.

¿Acaso me estaba reprochando por haberlo descubierto?

— ¿Qué significa esto papá? ¿Estás engañando a mi madre con esta mujer? ¿Tú?.

El me ignoró, mientras ayudaba a la mujer esa a acomodarse la ropa, luego ella salió y quedamos los dos en la oficina.

— No hagas de esto un escándalo, soy hombre, y necesito desestresarme, el secreto de un matrimonio duradero, es echarse una canita al aire de vez en cuando.

— ¿Canita al aire? ¿Con tu secretaria que ves todos los días? ¿Con la que pasas mucho más tiempo que con tu propia esposa? En tu caso, la canita vendría siendo mamá. Pero está bien, de eso hablaremos después, vine aquí para que me expliques, ¿Porque razón no estaba enterado de lo que sucedió con Dylan? ¿Por qué ordenaste que nadie me dijera que él no había aparecido aún?

— ¿Tu vienes aquí a mi oficina, interrumpes mis asuntos, solo para reclamarme por ese bastardo? ¿Qué pasa contigo? Si lo hice, es porque no tienes nada que ver con esos dos, y lo que pase con ellos no es tu problema.

— ¿Quien dice que no es mi problema? Aunque a ti y a mamá no les guste, Dylan es mi hijo, y Lorena es la mujer a quien yo en realidad quiero. ¿Pero tú y mamá se han encargado de destruir mi vida, de manejarme a su antojo, pero sabes qué, no más.

— ¿Qué rayos es lo que te está pasando? ¿De donde sacas valor para hablarme de esa manera? Este tema ya lo habíamos dejado claro, pero al parecer se te nublo la mente y tendré que aclararte de nuevo. La única razón por la que esa gata y su mocoso siguen con vida, es por ti, te dije que los dejaría vivir si hacias todo lo que yo te decía, y hasta ahora no hemos tenido ningún problema. Te pregunté que por qué no querías vivir en la hacienda, y dijiste que no soportabas ver la manera cómo vivía esa mujer y su hijo, así que decidí sacarlos de la hacienda para que tú te puedas instalar de una vez allí y ocuparte de todos los asuntos. ¿Y ahora vienes a reclamarme?

— ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Por qué no me matas de una vez? ¡Me tienes harto! Tú has destruido mi vida, no me dejas vivir, no me dejas morir, ¿Qué quieres Gastón Mendiola? Me obligaste a estudiar una carrera que no me gusta, me obligas a casar con una mujer que tiene el corazón más negro que el tuyo y el de mamá juntos, has arruinado mi felicidad con la mujer que si quiero, me niegas la posiblidad de ser padre para mi hijo, me condicionas para dejarlos vivir, y ahora te deshaces de ellos como basura, y ni siquiera tengo derecho de saber su suerte, ¿Qué quieres? maldita sea.

Creo que perdí el control, estaba seriamente afectado por todo, mi padre había arruinado toda mi vida. Conocí a Lorena cuando tenía 21 años, ella tenía 17, desde que la vi en ese uniforme escolar, la amé. Lorena es lo más bonito que me pasó en la vida, ella estaba lejos del dominio de mis padres y por primera vez, era mi decisión, eso me hacía inmensamente feliz.