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Comenzando Amar

Comenzando Amar

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Amor a primera vista / Triángulo amoroso
Popularitas:923
Nilai: 5
nombre de autor: F10r

Arie ha estado enamorada de Andy desde el día en que lo conoció. Pero él nunca lo ha sabido. Para Andy, ella es su mejor amiga, su confidente, la persona en la que más confía. Y aunque su relación es demasiado cercana, demasiado íntima, Andy sigue amando a Evelin, la madre de su hija.

A pesar de que Evelin tiene otra pareja, sigue teniendo un poder sobre él que Arie no puede romper. Mientras tanto, Arie se ve atrapada en un amor que la consume, en la dulzura de Andy que solo la hiere más, y en el cariño de Charlotte, la pequeña niña que siente como suya, aunque nunca lo será.

Ser parte de la vida de Andy la hace feliz, pero también la destruye un poco más cada día. ¿Hasta cuándo podrá soportarlo? ¿Podrá seguir amando en silencio sin que su corazón termine roto en pedazos?

NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 18

El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados, mientras Arie y Andy permanecían recostados sobre la hierba, aún sumidos en el calor de lo que acababa de ocurrir entre ellos. Se habían entregado por completo en aquel rincón escondido de la naturaleza, un lugar que sin planearlo se convirtió en su refugio.

Ambos se pusieron los pantalones, sin prisa, disfrutando la compañía del otro. Arie aún sentía el calor en sus mejillas, sobre todo cuando recordaba la forma en la que se movió sobre Andy, cómo sus cuerpos encajaron perfectamente.

—Deberíamos ir pensando en buscar a alguien que nos ayude con la camioneta… —comentó Arie, intentando desviar sus pensamientos antes de que su rubor se hiciera más evidente.

Andy, sin embargo, la miró con una sonrisa pícara, apoyando la cabeza en su brazo mientras la observaba con detenimiento.

—No me arrepiento de nada —confesó—. Hacerlo contigo fue la cosa más placentera del mundo… y hace mucho que no disfrutaba tanto la intimidad.

Arie se mordió el labio, sintiendo que sus mejillas se encendían aún más.

—No era exactamente el lugar donde imaginé que sería nuestra primera vez juntos —agregó Andy con una risa—, pero creo que fue perfecto a su manera.

Ella escondió el rostro en su pecho, sintiéndose aún más avergonzada por sus palabras.

—Deja de decir esas cosas…

—¿Cuáles cosas? —bromeó él, rodeándola con su brazo—. ¿Que fue increíble? ¿Que no puedo sacarte de mi cabeza?

Arie soltó una risita nerviosa y le dio un pequeño golpe en el pecho.

—Ya, ya, deja de molestar.

Pero su burbuja de felicidad se rompió de golpe cuando un ruido seco los alertó.

—¡¿Quiénes son y qué hacen aquí?!

Ambos voltearon rápidamente y se encontraron con un hombre mayor, de rostro curtido por el sol y una escopeta en sus manos, apuntándolos con seriedad.

Andy reaccionó de inmediato, tomando su camisa y cubriendo a Arie con ella de manera protectora. Se levantó despacio, sin movimientos bruscos, y alzó las manos en señal de paz.

—Tranquilo, señor. No queremos problemas. Nuestra camioneta se averió más adelante, estamos esperando ayuda.

El hombre los miró con recelo, bajando un poco el arma pero sin perder su expresión severa.

—¿Y en vez de buscar ayuda decidieron venir a… esto? —preguntó con una mueca.

Arie deseó que la tierra se la tragara.

—N-no… Nosotros… —intentó decir, pero Andy la interrumpió.

—Digamos que nos distrajimos un poco —respondió con una sonrisa ladina.

El anciano suspiró y se llevó una mano a la frente, negando con la cabeza.

—Estos jóvenes de ahora… —murmuró—. Vengan conmigo, mi nieto sabe de mecánica. Puede ayudarlos con su camioneta.

Arie y Andy se miraron antes de seguir al hombre, aún sintiendo la adrenalina recorrer sus cuerpos. Definitivamente, aquel día estaba siendo más que inolvidable.

[...]

Narra Arie.

Pasaríamos la noche en la cabaña de Rodolfo e Inés. No era lo que habíamos planeado, pero después de la locura del día, de nuestra aventura en el bosque y el susto con la escopeta, quedarnos en aquel cálido refugio no sonaba nada mal.

El interior de la cabaña era acogedor, con muebles de madera oscura y un aroma a leña quemada que lo hacía sentir como un verdadero hogar. Inés, la esposa de Rodolfo, nos recibió con una sonrisa dulce, aunque se notaba que era una mujer observadora.

—Así que ustedes son los jóvenes que casi se mueren del susto con mi esposo —bromeó, sirviéndonos una taza de té caliente.

—Bueno… —me reí nerviosa—. Digamos que fue una bienvenida inesperada.

—No deberían andar en esos lugares solitos, menos haciendo travesuras —añadió Rodolfo con una mirada pícara.

Sentí mi cara arder. ¡Dios! ¿Por qué los viejitos tenían que ser tan perceptivos? Andy, en cambio, solo rió divertido y pasó un brazo sobre mis hombros.

—Vamos, Rodolfo, no fue para tanto.

Inés nos observó y sonrió con ternura.

—Se nota que se quieren mucho.

Quise decir algo, pero en mi mente todavía resonaban sus palabras: *se quieren mucho*. Y sí, tenía razón. Andy y yo nos queríamos desde hacía años, primero como amigos, ahora como algo más profundo, más íntimo…

Para evitar seguir pensando en eso, le propuse a Inés que me dejara ayudarla en la cocina.

—No solo ayudarás, cocinarás —dijo Andy, guiñándome un ojo—. Rodolfo y su esposa nos han acogido en su hogar, es lo mínimo que podemos hacer.

Acepté encantada. Cocinar en una cabaña rústica, con ingredientes frescos y en un ambiente tan hogareño, era una experiencia completamente diferente. Andy y yo nos pusimos manos a la obra, revisando lo que había disponible: algunas hortalizas frescas, papas, un poco de carne y especias naturales que olían delicioso.

—Tendrás que improvisar, chef —dijo Andy con una sonrisa divertida.

—No es problema para mí —respondí con confianza.

Preparamos un guiso de carne con papas, acompañado de un pan casero que Inés nos ayudó a hornear. Mientras cocinábamos, Andy y yo compartíamos miradas cómplices, recordando nuestra tarde juntos, la intimidad en el bosque, la conexión especial que habíamos compartido.

Cuando la cena estuvo lista, nos sentamos alrededor de la mesa con Rodolfo e Inés, quienes nos llenaban de preguntas sobre nuestra vida en la ciudad, el restaurante y nuestra historia juntos.

—No sé ustedes, pero yo creo que aquí hay boda pronto —comentó Inés con una sonrisa traviesa.

Casi me atraganto con la comida.

—¡No tan rápido! —respondí nerviosa.

Andy solo me miró con una sonrisa ladeada, pero no dijo nada.

Después de la cena, nos ofrecieron una pequeña habitación con una sola cama. Andy y yo nos miramos, pero no había muchas opciones ademas estamos acostumbrados a dormir juntos, Cuando nos acostamos, él me abrazó por la espalda y besó mi cabello.

—Descansa, mi amor —susurró.

Y en ese momento supe que no importaba dónde estuviéramos o lo que pasara… Andy era mi hogar.

A las seis de la mañana, Andy y yo ya estábamos despiertos. La cabaña de Rodolfo e Inés estaba envuelta en una ligera neblina matutina, y el aire fresco nos obligaba a abrazarnos un poco más fuerte antes de salir de la habitación.

El nieto de Rodolfo nos recibió con una sonrisa orgullosa.

—Listo, la camioneta está arreglada —anunció—. Y también la lavé, porque con tanta grasa parecía que habían cruzado un pantano.

Andy le agradeció con un apretón de manos y yo con una sonrisa. Rodolfo e Inés nos esperaban en la entrada, listos para despedirse.

—No olviden decirle a Ramiro que le mando saludos —dijo Rodolfo—. Somos viejos amigos, él sabrá quién soy.

—Lo haremos —le aseguré, dándole un abrazo.

Inés también nos abrazó con cariño, dándonos un último consejo:

—Cuiden ese amor. No lo dejen escapar por tonterías.

Montamos en la camioneta con el corazón lleno de gratitud. Andy puso música suave y emprendimos el viaje hacia la granja de Ramiro.

—Me gustan esos dos —dijo Andy mientras conducía—. Me recuerdan a lo que quiero ser cuando sea viejo.

—¿Un gruñón con escopeta? —bromeé.

Andy rió y negó con la cabeza.

—No, un hombre que encontró el amor de su vida y lo mantuvo hasta el final —dijo Andy con una sonrisa tierna, dándome un vistazo rápido antes de volver a centrarse en el camino.

Mi corazón dio un vuelco. No me atreví a decir nada de inmediato, solo entrelacé mis dedos con los suyos sobre la palanca de cambios.

El viaje transcurrió con calma, disfrutando del paisaje y de la compañía del otro. Finalmente, cuando el reloj marcó las siete en punto, llegamos a la granja de Ramiro. Desde la entrada se podía ver el extenso terreno lleno de cultivos bien cuidados y algunos trabajadores en plena labor.

Aparcamos cerca de la casa principal y un hombre robusto, de cabello canoso y mirada afilada, salió a recibirnos.

—¡Andy! —dijo con entusiasmo—. Pensé que no llegarías.

—Nos retrasamos un poco, pero aquí estamos —respondió Andy estrechándole la mano—. Ramiro, antes de que se me olvide, Rodolfo y su esposa Inés te mandan saludos.

Los ojos de Ramiro se iluminaron con sorpresa.

—¿Rodolfo? ¡Ja! Hace años que no lo veo. Ese viejo sigue en su cabaña, ¿verdad?

—Sí, y sigue igual de testarudo —comenté con una sonrisa.

Ramiro rió y nos hizo pasar a la casa. Nos ofreció café y comenzamos a hablar sobre los productos que queríamos para el restaurante. Mientras Andy discutía detalles técnicos, yo salí a explorar un poco la granja.

El lugar era hermoso, lleno de vida. Caminé entre los huertos, admirando las hileras de hortalizas frescas y árboles frutales. Me encantaba el aroma de la tierra húmeda y el sonido de los pájaros.

De repente, sentí unos brazos rodeando mi cintura por detrás.

—¿Te gusta? —susurró Andy contra mi oído.

—Me encanta —respondí apoyándome en su pecho—. Podría acostumbrarme a un lugar así.

—Tal vez algún día tengamos algo parecido —murmuró, besándome la mejilla.

Me giré para mirarlo con sorpresa.

—¿Estás diciendo que te gustaría vivir en una granja?

Andy se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.

—No sé… tal vez no exactamente en una granja, pero sí en un lugar donde podamos escapar del ruido y solo… ser nosotros.

Su sinceridad me dejó sin palabras por un momento.

—Me gusta cómo suena eso —dije finalmente, entrelazando nuestras manos.

Nos quedamos ahí, disfrutando del momento.

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lisbeth mijares
hermosa historia 😍
lisbeth mijares
así se habla Andy defiende tu amor con Arie
lisbeth mijares
por DIOS Ariel no te dejes de esa arpía Andy es tuyo defiendelo con uñas y dientes
lisbeth mijares
Excelente
lisbeth mijares
😍😍😍😍😍
lisbeth mijares
😍😍😍😍😍me encanta
lisbeth mijares
hermosa historia me encanta 😍😍
lisbeth mijares
me encanta hermoso capitulo 😍😍
lisbeth mijares
cómo será cuando se declaren su amor 😍😍
lisbeth mijares
😍😍😍😍 que bello que Andy también sienta lo mismo
lisbeth mijares
pobre Ari
lisbeth mijares
me encanta
lisbeth mijares
interesante comienzo
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