Estas acostumbrado a leer novelas de reencarnacion en donde la protagonista reencarnada se vuelve poderosa, ¿que pasaria si esta novela no es como las demas? ven y lee algo diferente, algo que sin duda te gustara.
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El Limbo y la Gota Maldita
Clara abrió los ojos lentamente, el primer indicio de vida tras lo que parecía haber sido su final. Su cabeza daba vueltas, y un dolor punzante la hacía fruncir el ceño. Miró a su alrededor, pero todo estaba oscuro, como si la noche hubiera tragado el mundo entero. Se sentó, tocándose el cuerpo para asegurarse de que seguía siendo ella, como si la comprobación física pudiera explicarlo todo. Respiró profundo, y el mareo poco a poco se fue disipando.
—Joder... y yo que pensé que Marta tenía razón... —murmuró, sin poder evitar soltar una carcajada nerviosa. «¿Estaré soñando?» pensó, pero el lugar era tan extraño que la duda se instaló rápidamente en su mente. Lo último que recordaba era el camión y el grito de Daniel. Ahora, parecía estar en otro sitio.
A lo lejos, una pequeña luz brillaba débilmente, como una luciérnaga en medio de la nada. Clara, desconfiada por naturaleza, comenzó a caminar hacia ella. No era la luz celestial que muchos imaginaban; más bien, parecía una simple chispa que danzaba en la oscuridad. Pero algo en ella la intrigaba. Quizás podría ser una señal... o tal vez sólo una alucinación.
De repente, la pequeña chispa luminosa comenzó a hablar.
—Hola.
Clara se detuvo en seco, retrocediendo un paso y abriendo los ojos con incredulidad.
—¡Ay, carajo! —exclamó, mirando alrededor—. Si no me morí, me volví loca... ¡Esto es una broma de mal gusto, ¿verdad?!
La chispa, como si no le sorprendiera la reacción, sonrió y siguió hablando.
—Para tu mala suerte... y la mía... sí te moriste. Lo que pasa es que estás en el limbo, buscando una segunda oportunidad. Los espíritus que enfureciste, digamos que te adelantaron la muerte un poco...
Clara se quedó en silencio, observando a la pequeña chispa con detenimiento. No estaba segura de si esto era real o solo una broma muy elaborada de alguien, tal vez de Marta, a quien le gustaba hacerle esas bromas de mal gusto. Pero cuando intentó atravesar la chispa con su mano y esta simplemente la traspasó, un escalofrío recorrió su espalda.
—¿Me estás prestando atención? —preguntó la chispa, con una voz casi molesta.
Clara alzó una ceja, poniéndose seria y asumiendo una postura arrogante, como solo ella sabía hacerlo.
—La verdad... —comenzó Clara con voz de diva—, desde que dijiste que morí y que unos espíritus me adelantaron la muerte... me aburriste. Así que no, no te presto atención.
La chispa susurró con un tono derrotado, casi como si estuviera cansada de tratar con Clara.
—Qué desgracia la mía... Este es mi primer día...
Clara la miró con desdén, su actitud arrogante a flor de piel.
—¿Qué dijiste? —preguntó, su mirada ahora fija en la pequeña chispa, como si estuviera desafiándola.
La chispa suspiró, resignada, y levantó la vista.
—Nada que importe... —respondió, sacudiendo su diminuta forma luminosa con una expresión que Clara no alcanzó a comprender.
Luego, con un cambio de tono, la chispa continuó.
—Mira, debido a tu adelanto de muerte... se te ofrece la oportunidad de volver a la vida. Solo tienes que caminar hacia la luz.
La chispa señaló la luz brillante que parecía estar esperando a Clara, como una señal de esperanza. Clara, en su naturaleza incrédula y cínica, esbozó una sonrisa esceptica.
—Sí, claro. Como no. —rió con desdén—. ¿Crees que soy tonta? ¡Siempre dicen que no hay que ir hacia la luz! Así que, ¿sabes qué? No voy. Me quedaré aquí, y dile a los espíritus que ya se vayan a mejor vida en vez de estar fastidiando.
La chispa se encendió un poco más, visiblemente irritada.
—¡Camina hacia la luz, no me jodas! —ordenó la chispa, su voz temblando de frustración—. ¡Es mi primer día de trabajo guiando almas y no puedo tener a alguien como tú de cascarón!
Clara se cruzó de brazos, abriendo la boca en una mueca burlona, como si se sintiera ofendida por la sugerencia de la chispa de que ella tenía que hacer algo. Nadie le decía lo que debía hacer.
—¡Ay, pobrecita! —Clara hizo un gesto de compasión fingida—. Pues creo que te quedarás desempleada en tu primer día. No voy a ir a ningún lado. No me interesa.
La chispa, claramente cansada de la actitud de Clara, lanzó su pequeña agenda al suelo y, con un chasquido de su diminuto dedo, utilizó su magia para empujar a Clara hacia la luz.
—¡Déjame! —gritó Clara mientras intentaba zafarse—. ¡No quiero ir allí! ¡Suéltame, gota maldita!
Pero la chispa no cedió, y Clara, a pesar de su resistencia, fue empujada hacia la luz, perdiendo el control de su cuerpo mientras su entorno se iluminaba con una intensidad cegadora. Todo a su alrededor se difuminó, y en un abrir y cerrar de ojos, Clara se encontró en una sala grande, con una pantalla gigantesca frente a ella.
—¿Qué es esto...? —musitó Clara, mirando a su alrededor. La sala estaba vacía, pero la pantalla comenzó a encenderse, mostrando imágenes de su vida. Desde que era bebé, hasta ese momento en que había muerto en el accidente.
Clara no pudo evitar sentir un nudo en el estómago cuando vio el momento de su muerte. El camión acercándose. El grito. Y el impacto final. Pero, en lugar de horrorizarse o sentirse triste, Clara solo estalló en una carcajada.
—¡Esto es demasiado bueno! —dijo, entre risas—. ¿De verdad estoy aquí viendo mi vida como si fuera una película de mierda?
La chispa apareció a su lado, con la cara llena de frustración.
—¡No puedo creer que me haya tocado guiar a alguien tan despreciable! —dijo, con los ojos cerrados, claramente cansada de Clara.
Clara la miró y, sin dejar de reír, levantó un dedo en señal de desafío.
—¡Venga! Si esto es lo que me toca, entonces que empiece el espectáculo. Estoy lista para mi segunda oportunidad, ¿qué me tienes que ofrecer ahora, gota maldita?
La chispa suspiró profundamente. Era su primer día, y ya se sentía derrotada. Pero, con una pequeña chispa de esperanza en su interior, sabía que su tarea apenas comenzaba.
Ves: mirar, observar, ver
vez: repetir