Sr. Dominante

—No estoy siendo cobarde. Solo tengo miedo de que se arruine— finalmente lo dije.

—¿De qué podrías temer? ¿Te hizo algo que no querías?— tomó asiento, y es más que obvio que su mente se iría allí.

—No, no es lo que piensas, fue todo un caballero— dije caminando a su dirección y sentándome a su lado, apoyando mi cabeza en su hombro. — Es eso a lo que le temo. A qué esto no signifique nada para él mientras que para mí está significando todo. Y es que logró en tan solo una noche hacerme olvidar de todo, fue tan mágico para mí que no me siento preparada de nuevo para que mi corazón se rompa—

—Eres Liliana, la misma chica que le dio una paliza a su exjefe, no tienes nada que temer cariño, sé que ustedes apenas están conociendo, pero puedo ver en él que lo está intentando, dale esa oportunidad y dártela a ti, necesitas avanzar—

Todas sus palabras fueron cálidas y sinceras, sé que está diciendo la verdad necesito avanzar, pero aún no sé si estoy dispuesta a dar ese paso con él, por qué por lo que estoy sintiendo sé que si me dejo llevar con Alejandro será muy duro salir de ahí.

[•••]

—la puerta se abrió y Sandra entró como si este fuera su apartamento—

—Hola— dijo alzando las manos y es ahí donde me doy cuenta de que estas están llenas de bolsas de compra.

—¿Qué es todo eso?— pregunté observándola dejar las bolsas a un lado de mí.

—Son algunas compras que hice, y son todas para ti—

—¿Qué? ¿Por qué?—

—Lucia me llamó y me dijo que no tenías que ponerte—

—Pero, no era necesario todo esto—

—Claro que sí— dice sacando un vestido de la bolsa y colocándomelo en el pecho. —Saldrás con el soltero más codiciado de toda la ciudad, claro que no puedes ir vestida con los trapos que tienes en tu armario—

—Oye, que hay de malo, son bonitos ¿o no?—miró a Lucía para que me ayude, pero no lo hace. Está negando con su cabeza.

Supongo que no necesitaré decirle nada por mí misma. Gracias, lucia.

—Él me acepta tal como soy. No voy a cambiar la forma en que me visto solo porque mi sentido del estilo fue avergonzarlo— digo con mis manos y mi cintura, y mirándolas con los ojos entre cerrados. Dándome por vencida ante ellas, tomé un hermoso vestido rojo con un hermoso escote en el pecho, y me dirigí al baño. —Y él no es superficial en absoluto, no le importaría en lo más mínimo como iría vestida—

[•••]

Después de lo que para mí fue una eternidad eligiendo vestidos y dejando que Sandra me maquillara, me detuve frente al espejo sintiéndome mucho más hermosa de lo que jamás me había sentido.

Sandra realmente sabía cambiarle la nacionalidad a cualquiera.

—Estás deslumbrante— dijo admirando su obra maestra en mí.

Sintiendo algo de timidez le agradecí.

Dos entonces en la puerta nos interrumpen, Y es ahí donde me pongo más nerviosa al saber que él ha llegado.

Cuando bajo para abrir la puerta veo a Lucía ya allí, teniendo la misma extraña competencia de miradas con Alejandro.

»¿Qué onda con estos dos?«

Bajé las escaleras lentamente rezando a todos los santos para no caerme con estos ridículos tacones altos que Sandra me obligó a ponerme.

Veo al elegante y guapo hombre que espera en la puerta por mí, realmente es muy alto, su 1.95 de altura me hace parecer enana.

Echando a Lucía a un lado, me encontré cara a cara con Alejandro, lo detallé sintiendo como mi corazón latía con fuerza. Usualmente, él se veía extremadamente bien con cualquier cosa que usara, pero ahora mismo se veía excepcionalmente delicioso con su traje azul oscuro y corbata, estos hacían que sus ojos brillaran aún más.

Tan pronto como vi que su mirada se desvió de Lucía hacia mí, inhaló bruscamente. Supongo que entonces sí me veo bien.

—Hola— dije sintiendo el peso en su mirada.

Aclaro su garganta para hablar antes de acercarse un poco más a mí.

—Realmente te ves extremadamente hermosa hoy— sentí mis mejillas arder por su cumplido. Pero antes de que pudiera decir algo Sandra se interpuso entre nosotros extendiendo su mano hacia él.

—Hola soy Sandra, la mejor amiga de Liliana y la razón por la que hoy se vea así— Alejandro estrechó su mano, pero puede notar en su rostro una ligera arruga entre sus ojos.

—Has hecho un buen trabajo— agrega él soltando su mano y volviendo a posar sus ojos en los míos con una pequeña sonrisa en sus labios. —Aunque para mí ella no necesita nada, es realmente bella siendo natural—

Dios mío.

Este hombre literalmente sabe cómo hacerme caer, y derretirme ante sus encantos.

—¡Por Dios!— escuché la exclamación de Sandra Y Lucía al mismo tiempo.

Sandra se inclinó hacia mi oído. —Sal ya de aquí o no responderé si me lanzo sobre él ahora mismo—

—¿Ya podemos irnos?— le digo apresuradamente a Alejandro.

—Por supuesto— me extiende su brazo para que lo tome y eso hago.

Mientras caminamos aún se puede escuchar detrás de nosotros los murmullos entre Sandra Y Lucía.

—Dios, qué buen trasero tiene— Lucía.

—¿Estás viendo lo mismo que yo?— Sandra.

—No he visto a alguien que tenga un trasero tan firme como ese—

Me giré para fulminarlas con la mirada, Lucía mi guiñó un ojo antes de jalar a Sandra y cerrar la puerta.

Me sentí avergonzada en ese momento, avergonzada de que Alejandro también pudiera escuchar lo que esas dos decían de él. Lo miré para disculparme, pero él estaba conteniendo su risa.

—No les hagas caso por favor— dije, tratando de aliviar la vergüenza en el aire.

—No ha pasado nada, no es como si acabara de escuchar a dos personas admirando mi trasero— me guiñó un ojo y literalmente me derretí de nuevo.

Cuando entramos al ascensor él no pudo contener más la risa y dejó salir una carcajada de sus labios.

Este era el mismo Alejandro que conocí el primer día cuando fingió ser Gael. Relajado, encantador y cómodo. No sé cuánto tiempo duraría esto, pero estoy dispuesta a disfrutar cada segundo de ello...