Se Buena Niña

Los días siguientes estuvieron llenos de una nueva rutina para Valeria y Mateo. Aunque ambos tenían vidas ocupadas, encontraban maneras de robar momentos para estar juntos. La tensión entre ellos, alimentada por su reciente intimidad, era constante y electrizante.

Una tarde, mientras Valeria trabajaba en su oficina, recibió un mensaje de Mateo.

"¿Tienes tiempo para almorzar hoy? Quiero verte."

Valeria sonrió, sintiendo un cosquilleo de emoción. Rápidamente respondió: "Sí, me encantaría. ¿Dónde nos encontramos?"

"Te recojo en 20 minutos," fue la respuesta de Mateo.

Exactamente veinte minutos después, Mateo llegó al edificio donde trabajaba Valeria. Ella bajó las escaleras con una sonrisa radiante, sintiéndose como una adolescente enamorada. Mateo estaba esperándola junto a su coche, luciendo igual de ansioso por verla.

—Hola, hermosa —dijo Mateo, inclinándose para besarla suavemente en los labios.

—Hola, guapo —respondió Valeria, sintiendo cómo su corazón se aceleraba con solo estar cerca de él.

Decidieron ir a un pequeño café cercano, un lugar tranquilo y discreto donde podían hablar y disfrutar de la compañía del otro sin interrupciones. Durante el almuerzo, la conversación fluyó fácilmente, como siempre. Hablaban de sus trabajos, amigos y sueños, pero cada palabra estaba cargada de una corriente subyacente de deseo.

Mientras conversaban, las miradas que se intercambiaban eran intensas, llenas de una promesa silenciosa. Valeria notó cómo los ojos de Mateo brillaban con deseo cada vez que la miraba, y ella sabía que los suyos reflejaban lo mismo.

—Es difícil concentrarse en cualquier cosa cuando estás cerca —confesó Mateo en un momento, su voz baja y cargada de emoción.

Valeria sonrió, sintiendo que el calor subía por su cuello.

—Lo sé. Siento lo mismo.

Después del almuerzo, Mateo insistió en llevar a Valeria de regreso a su trabajo. Durante el corto trayecto, sus manos permanecieron entrelazadas, y el silencio entre ellos era cómodo, lleno de entendimiento y deseo.

Al llegar al edificio, Mateo detuvo el coche y se volvió hacia Valeria.

—No quiero que te vayas —dijo, su voz ronca.

—Ni yo —respondió Valeria, inclinándose para besarlo.

El beso fue intenso, lleno de la necesidad acumulada de las últimas horas. Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad.

—Nos vemos esta noche —prometió Mateo, su mirada oscura de deseo.

—No puedo esperar —dijo Valeria, bajando del coche con una sonrisa.

Esa noche, Valeria se preparó con cuidado, eligiendo un vestido que sabía que le encantaría a Mateo. Cuando él llegó, sus ojos se oscurecieron de inmediato con una mezcla de admiración y deseo.

—Estás preciosa —dijo Mateo, tomando su mano y llevándola hacia él.

—Gracias. Tú también te ves increíble —respondió Valeria, sintiendo cómo el deseo se encendía nuevamente entre ellos.

Decidieron ir a cenar a un restaurante elegante, donde la atmósfera íntima y la música suave crearon el ambiente perfecto para su noche. Durante la cena, las miradas de deseo continuaron, aumentando la tensión entre ellos hasta un punto casi insoportable.

—No puedo dejar de mirarte —dijo Mateo en un momento, sus ojos fijos en los de Valeria.

—Yo tampoco —confesó Valeria, sintiendo que el ambiente se volvía más cargado de electricidad.

Después de la cena, Mateo sugirió dar un paseo por el parque cercano. Bajo las estrellas, con la brisa nocturna acariciándolos, caminaron de la mano, disfrutando de la tranquilidad y la intimidad del momento.

Finalmente, Mateo se detuvo y la miró con una intensidad que hizo que el corazón de Valeria latiera más rápido.

—Valeria, eres todo lo que siempre he querido. No puedo imaginar mi vida sin ti.

Valeria sintió que las lágrimas llenaban sus ojos.

—Mateo, yo siento lo mismo. No puedo imaginar estar sin ti.

Se abrazaron, sintiendo que, a pesar de las dificultades que pudieran enfrentar, su amor y deseo mutuo eran lo suficientemente fuertes como para superar cualquier obstáculo.

Después de su paseo, mateo y Valeria decidieron regresar al apartamento de ella. La tensión que se había acumulado durante la cena y el paseo era palpable, y ambos sabían que esa noche sería especial.

Al entrar en el apartamento, Mateo cerró la puerta tras ellos y la trajo hacia él, besándola con una pasión que dejaba claro cuanto la deseaba. Valeria respondió con igual fervor, si tiendo como la electricidad recorría si cuerpo.

__ He estado deseando esto toda la noche murmuró Mateo contra sus labios, mientras sus manos recorrían el cuerpo de Valeria.

__ Yo también __ susurro ella, sintiendo con su piel se erizaba bajo el tacto de Mateo.

Se Movieron lentamente hacia el dormitorio, sin dejar de besarse ni un momento. Valeria sintió que su corazón la tía con fuerza, anticipando lo que estaba por venir. Cuando llegaron a la habitación, Mateo la empujó suavemente sobre la cama, mirándola con una mezcla de amor y deseo.

__ Eres tan hermosa, Valeria dijo, si voz ronca de emoción.

Valeria sonrió, sus ojos llenos de ternura.

__ Y tú eres increíble, Mateo.

Con movimientos seguros y llenos de deseo, Mateo empezó a desvestirla, disfrutando de cada segundo mientras revelaba su piel suave. Valeria hizo lo mismo, sus manos temblando ligeramente por la anticipación. Cuando ambos estuvieron desnudos, se miraron por un momento, apreciando la belleza y la vulnerabilidad del otro.

__ Te amo __ dijo Mateo, sus palabras llenas de sinceridad.

__ Yo También te amor respondió Valeria, sintiendo como si corazón se llenaba de amor.

Se unieron en un besó profundo y apasionado, sus cuerpos encontrando un ritmo perfecto. La noche se llenó de susurros y gemidos, cada caricia y cada beso intensificando el deseo entre ellos. La conexión que sentían iba más allá del mero deseo físico; era una unión de almas, una promesa de amor eterno.

Cuando finalmente llegaron al clímax, sintieron que sus almas se fundían en una sola. Exhaustos, pero felices, se abrazaron bajo las sábanas disfrutando de la calidez del otro.

__ Gracias por esta noche __ murmuró Valeria, acariciando el rostro de Mateo.

__ No, gracias a ti __ respondió él, besando su frente. Cada momento contigo es un regalo.

Se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la cercanía y la tranquilidad que compartían. Sabían que el mundo exterior seguía girando, lleno de desafíos y complicaciones, pero en ese momento, solo existían ellos dos.

__ Mañana será otro día _ dijo Valeria finalmente, con una sonrisa __. Pero ahora, solo quiero disfrutar este momento contigo.

Mateo asintió, sintiendo.

__ Y yo también. Te amo, Valeria.

__ Y yo a ti Mateo.

Se quedaron abrazados, dejando que la noche los envolviera en su calma. A pesar de los desafíos que pudieran venir, sabían que su amor era completamente fuerte para enfrentarlo juntos.