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ASCENCIÓN EN CAÍDA

ASCENCIÓN EN CAÍDA

Status: En proceso
Genre:Mujer despreciada / Amor en la guerra / Viaje a un mundo de fantasía / Reencarnación / Fantasía épica / Mundo mágico
Popularitas:6.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Leonel md

La mayoría de veces, las personas renacidas con su mentalidad adulta en un mundo con poderes siempre tienen una vida sencilla, poderosos desde un inicio, con padres amorosos y en un mundo donde la paz está reinando. Pero ¿qué pasa cuando renaces en tu mismo mundo, en medio de una guerra, con padres traumados y con un poder desconocido en tu interior? preguntemosle a Ademir Graymond.

NovelToon tiene autorización de Leonel md para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Un niño perdido, un hombre encontrado.

"¿Q-que? ¿P-para que?" Balbuceé miedoso, el aspecto físico del anciano sosteniendo un destornillador me hicieron dudar y tener miedo, aún con mi supuesto poder, no es como si pudiera controlarlo.

"Oye..oye... Eres un mocoso perdido ¿cierto? Tienes la tristeza y la infelicidad en tu cara de rata. ¿Cuántos años tienes? Vamos niño, ven, vamos a buscar a tus padres." Dijo el anciano con voz ronca pero amable.

«Ah, ¿solo era para eso? Carajo, casi me saca un susto.» pensé, y luego respondí:

"No estoy perdido, solamente estaba caminando... bien, nos vemos." Con indiferencia, mi mano levantada despidiendo al viejo.

"Vamos vamos chico, no quieras mandarme por un tubo como si nada." Insistió, persiguiendome brevemente.

La insistencia del viejo empezó a calarme, como si un mosquito estuviera rondando alrededor de mi cabeza.

"Oye anciano, ya te dije que no estoy perdido." Repetí, empezando enojarme.

El viejo se frenó y frunció el seño, tomándome como un reto.

"Ah, ¿te pones roñoso eh? Muy bien mocoso, entiendo que un viejo vagabundo no te de confianza, en ese caso podríamos ir con los militares y..." Sugirió, su mano haciendo señales a unos soldados que se encontraban pasando cerca.

Me dio un pavor tremendo imaginar que me capturaban y secuestraban los militares por culpa de esta especie de Santa Claus vagabundo.

"Oye oye no hagas eso... carajo, está bien, acompáñame.. " interrumpí su llamada al gobierno asustado, lo tomé de la camisa apestosa mientras lo jalaba lejos de los militares.

"Bueno bueno, tranquilo" Murmuró sorprendido.

Obviamente no lo iba a llevar a casa. Sino a caminar por ahí. No me imaginaba llegar y que viera la casa sola y patas arriba, quién sabe, capaz y quisiera invadirla.

"Tch, uno ya no puede salir a caminar porque la gente luego piensa que estoy solo y perdido, ¿Que carajos les pasa?". Me quejé con una expresión de molestia.

"Oye oye mocoso, no es mi culpa. Solo mírate, vas por ahí solo en medio del gentío, con la ropa sucia y con una cara de perrito triste. Farfulló levantando sus hombros. "Además, hueles a mierda ¿Cuánto tiempo llevas en las calles? ¡Wuajajaja! "

Preguntó mientras reía como hiena.

«Tch... Maldito viejo...»

"¡Oye! ¿Cómo puedes decir eso anciano? Carajo, tu también hueles a culo. - Refunfuñé con enojo, mi puño agitándose en el aire en señal de molestia.

"Wuajajajajaja, mocoso malcriado, no puedo negar que tienes razón..."

El viejo comenzó a verme por unos segundos, la incomodidad me invadió.

"¿Q-que? ¿Que estás mirando santa Claus?" Pregunté con molestia.

"Oye, ¿qué te parece si vamos a darnos una ducha? Vamos, conozco un lugar donde los vagabundos van a bañarse, incluso puedes lavar tu ropa ¡wuajajajajajs!" Respondió casualmente, como si su propuesta fuera de lo más normal del mundo.

¿Tchh... ¿Qué carajos te pasa viejo? ¿En qué cabeza cabe que puedes invitar a un niño de mi edad a bañarse contigo? Es asqueroso y bizarro." Abracé mi cuerpo, asqueado, en señal de protección.

"¿De que hablas mocoso?" Preguntó, luego pareció que los engranajes de su cerebro finalmente se movieron, entendiendo a lo que me refería.

"¡No seas estúpido mocoso! Es obvio que no lo decía de ese modo.... Carajo niño, ¿por quién me tomas? Si te lo digo es porque de verdad hueles a mierda y no puedo respirar a tu lado." Regañó, con voz de abuelo enojado, su barba tensa.

"Tch pues yo no lo sé, es raro."

"Además." continuó, "no eres un mocoso normal, ¿cierto? Se ve que eres inteligente y que lo menos que quieres es que te traten como el mocoso que eres." Comentó seriamente, con sus manos cruzadas.

"¿Por qué lo dices?"

"Por favor mocoso, hasta un vagabundo como yo puede verlo. Mírate, si fueras un mocoso estúpido como los demás, no estuvieras aquí en la ciudad, oliendo a culo y con una cara de problemas de adulto, sino chillando como rata y buscando a tu mami." Explicó de una manera arrogante.

"Tch... maldita sea, tiene un buen punto." La verdad es que este saco de grasa y pelos es inteligente. Además, yo tampoco soportaba mi olor, por lo que decidí acompañarlo. Si trataba de hacer algo raro, saldría huyendo.

Caminamos un buen rato por la ciudad. Las calles mojadas y descuidadas, el olor a carbón en el ambiente y las imponentes salidas de humo de las fábricas mantenían ese ambiente gris y melancólico. Las personas tenían rostros cansados y vestían trajes y boinas.

En un momento, pasamos por las zonas de pubs, ese lugar repleto de olores a culo, cigarro y alcohol, además de los obreros borrachos y militares, sin faltar las prostitutas exhibiendo sus "arbustos" por unas piezas de pan, aguantando a los sudorosos y asquerosos obreros alcohólicos.

Sip, el lugar perfecto para un niño de 5 años.

Finalmente, llegamos a un callejón en los barrios bajos. Pelones con caras de pocos amigos vigilando en cada esquina, pandillas de aspecto amenazante esperando acuchillar a alguien, más putas, y vagabundos tirados por doquier.

"Oye, oye... ¿A dónde me llevas?" Pregunté desconfiado.

"Tch... Tu tranquilo niño, mientras estés conmigo no te va a pasar nada, soy muy conocido en estos lugares, además, ya casi llegamos."

Estaba dudando, observando posibles rutas de escape en caso de que algo sucediera.

El viejo bastardo, golpeó una puerta de metal con el destornillador, provocando un fuerte ruido repetitivo.

"¡Oigan oigan, ya salió el sol!" Gritó, despertando a los vagos que yacían dormidos en el callejón oloroso a miados.

Tenia curiosidad sobre ese destornillador, ¿Porque demonios lo traía en la mano como sin nada?

"Hey viejo, ¿Para que es esa cosa?" Pregunté, señalando la herramienta.

"Oh ¿esto? Hmmm... veamos, sirve para poner o quitar tornillos en las paredes, lo usan los carpinteros y obreros para..."

"Tch... No me refería a eso, carajo ¡Me refería a porque demonios lo tienes en tu mano! Será posible..." Interrumpí enojado, preguntándome si de verdad existía una persona tan tonta.

"Demonios niño, me preguntaste para que era... Carajo, simplemente lo tengo porque lo encontré por ahí, no tiene un uso especial." Respondió con molestia.

"Oye Dorian, deja dormir por dios... ¿No tienes otra cosa mejor que andar jodiendo el descanso de otros? Caray... " Refunfuñó un hombre acostado sobre cartón, con botellas de cerveza adornando su "lecho".

El tipo arrugó la nariz con expresión de asco cuando nos acercamos. "¡Argh! ¿Qué es ese peste?" Hizo una arqueada.

«Asi que se llama Dorian eh...» «Tch...¿Tan mal huelo?»

El anciano se carcajeó.

"Hola Robert, De hecho, sí tengo algo que hacer. Tengo que llevar a este maldito mocoso apestoso con la vieja cerda de Adriana, ¿ya tiene abierto su negocio?" Preguntó casualmente el anciano.

El tipo que estaba acostado me observó durante unos segundos con una cara de dormido.

"¿Quien es ese mocoso de mierda?" Preguntó amargamente.

La sangre me hervía de rabia.

"Wuajajajajaja, es un niño que encontré por ahí, huele como tu trasero, y por eso lo llevo con Adriana."

"Ya veo... Si, la cerda asquerosa ya abrió su negocio, ahora llévate a esa garrapata y déjame dormir."

Mi ceño se frunció ante las palabras del vago que estaba acostado en los miados. "¡Oye bastardo, a quien le llamas garrapata... Maldita sea, ven aquí y dímelo..."

"Ya basta mocoso, ya déjalo." Interrumpió Dorian, jalandome hacia el lugar.

Luego de unos segundos llegamos al destino. Era un local con distintas duchas individuales y lavanderías, propias para los marineros, militares y comerciantes que venían de paso.

"Oye anciana bastarda." Insultó Dorian, mientras una anciana de 300 kilos, con gafas y sin dientes, se volteaba en una silla con rueditas por fuera del local.

«¿Que demonios les pasa a estas personas? ¿Porque hablan barbaridades tan casualmente?» me pregunte, suspirando.

"Oh vaya, eres tú Dorian... ¡wajjj qué peste!" Dijo con una voz bastante chillona.

"El chico va a entrar a ducharse y a lavar la ropa, ¿cuánto es? Le urge..." Dorian apuntó hacia a mí.

"Si, es lo que veo... pero bueno, son 2 chelines." Respondió el saco viejo de grasa.

Dorian sacó 2 monedas sucias de su pantalón y se las dio a la cerda.

"Vamos mocoso, métete a bañar." Ordenó mientras se sentaba en una roca, cerca de la vieja costal de grasa chillóna.

"¿Eh? ¿Pero y tú? Tú también hueles a azufre." Farfullé.

Él viejo se rascó la cabeza. "La verdad es que no me gusta bañarme tan temprano, el agua está helada Wuajajajajaja."

Tch... Maldito...

Entré a la ducha con cautela, asombrándome, pues a pesar de que los vagabundos se duchaban ahí, estaba bastante limpio, además, comprobé que el anciano dijo la verdad desde un inicio, así que podía confiar en él por ahora, pues no parece tener malas intenciones.

La ropa la dejé en una canasta mientras una joven drogadicta la metía a lavar, con arcadas en el proceso, aunque no sé si era por el vicio o por mi olor.

...********PARTE 2********...

Después de una profunda ducha, y con la ropa limpia, salí del lugar más presentable, como si no hubiera despertado en la basura.

"Bien mocoso... Ahora dime dónde está tu casa, o tus papás... Lo que sea, ¡wuaaaa!" El viejo estiró sus brazos y bostezó profundamente.

Mientras estaba en el baño, me puse a reflexionar más sobre mi situación. No quería dejar mis esperanzas en mi madre, temía que volvieran a decepcionarme y eso me trajera más dolor que felicidad. Por eso, decidí escapar y huir de ella, para enfocarme mejor en encontrar respuestas sobre mí mismo y a la vez buscar la felicidad que tanto anhelaba.

Me detuve en medio de la caminata. Dorian se sorprendió.

"No quiero volver, no voy a volver a ese lugar... Así que simplemente puedes irte, muchas gracias por ayudarme a quitarme el olor a basura." Me di la vuelta, pero el viejo me interceptó nuevamente.

"¿Qué dices mocoso? Alguien tan pequeño como tú no sobreviviría en las calles." Comentó mientras me seguía, su ceño fruncido con preocupación.

"No dije que viviría en las calles, dije que no volvería... Probablemente, me ponga a hacer algo para no estar en tu situación... Sin ofender." Aún caminando, levanté la mano en señal de despido indiferente.

El viejo continuaba caminando detrás de mí, sus pasos golpeando el pavimento con cada paso.

"No chico, no estoy bromeando." Soltó con un tono serio que me hizo detenerme en seco.

Me di la vuelta, observando cómo el viejo barbón estaba parado detrás de mí, su postura firme y su mirada intensa.

Él continuó: "¿Tú sospechaste de mí antes, no? Eso fue bueno, pero la verdad es que casi te secuestran."

"¿De qué estás hablando?" Pregunté, mi corazón comenzando a acelerarse.

Él procede a contarme cómo mientras caminaba por ahí, perdido en mis pensamientos, un grupo de 5 hombres con caras lujuriosas estaban siguiéndome de cerca, listos para jalarme dentro de una casa abandonada.

Al observar eso, decidió interceptarme con el destornillador en la mano, alejando a los hombres.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

"Estás mintiendo", respondí, pero en el fondo sabía que era verdad. Mi voz tembló ligeramente.

"Qué más quisiera chico... ¿Crees que me arriesgaría a entrometerme con un niño indefenso siendo un viejo vagabundo? Por Dios, si hiciera ese tipo de cosas probablemente estaría muerto. Esto también fue un riesgo para mí." Sus palabras serias y con sentido me golpearon como un mazo.

La idea de lo que podría haber pasado si Dorian no hubiera intervenido me dejó helado.

"P-pero... Los militares estaban..."

"A los militares no les importan las personas, chico... Ellos son los principales criminales de esta ciudad. Roban, se aprovechan de los ancianos, abusan de las jovencitas y de los niños como tú. Son unos agrandados."

Sus palabras me dejaron sin aliento. Siempre había asumido que los militares estaban para protegernos, pero ahora pienso en la suerte que tuve mientras estaba inconsciente en la basura.

"Por eso te digo chico, no puedes sobrevivir solo por ahí, no mientras seas un niño vulnerable."

Estaba tenso y con miedo, tratando de procesar sus palabras.

"Oye, ¿Quieres contarme por qué no quieres volver a tu casa? No pasa nada, podemos estar un rato por ahí mientras haces todo el drama que quieras, pero lo importante es que no estés solo."

Las palabras de Dorian eran sinceras, serias y reprendedoras. Además, había mostrado tener buenas intenciones desde el principio, eso me convenció.

Supongo que podría contarle mis problemas, exceptuando lo sobrenatural, para tener su opinión y desahogarme.

"Está bien", respondí aturdido por sus palabras.

Procedo a contarle cada detalle desde que nací, cada maltrato de Clarissa, cada palabra hiriente y golpeante, cada sufrimiento de ambas partes. Además, le conté la asquerosa persona que era Dariel y cómo Clarissa no era mi madre. Y ahora que lo sabía, me había rogado por mi perdón, después de que casi es asesinada por su esposo.

Durante la historia, Dorian permaneció en silencio,

permitiéndome desahogarme por completo sobre mis conflictos familiares. Incluso derramé uno que otro chillido acompañado de lágrimas infantiles.

Era la primera vez que me desahogaba contándole mis problemas a otra persona.

Esto fue aliviante, cómo si me hubiera sacado un peso de encima.

"Vaya mocoso, quién diría que estuvieras en una situación tan compleja. La verdad es que entiendo tus razones por las que quieres largarte y huir de esa mierda." Dorian suspiró pesadamente, pasando una mano callosa por su barba enmarañada.

"Pero permíteme preguntarte chico... ¿De verdad es lo que quieres?"

"¿P-por qué lo preguntas?" Mi voz tembló ligeramente.

"Verás, Ademir... Dijiste que confiaste ilusamente en que tu padre borracho e infiel traería esperanza a tu hogar y cesaría tu infierno, porque Clarissa lo esperaba. Pero tú no conocías a Dariel, no habías interactuado con él en tu vida, ¿cierto? Entonces, ¿por qué confiar en un desconocido? Ese fue tu error."

Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago. Tenía razón. Había puesto mi fe en un hombre que no conocía, un hombre que resultó ser un monstruo.

"En cambio, con tu madre, es distinto. A pesar de que ella no es tu madre biológica, te ha cuidado desde que eras un bebé, por lo que ya la conoces casi por completo.

La has escuchado llorar, la has visto en la misma miseria que tú tienes, mocoso. Incluso la viste muriendo, pero tuvo buena suerte, que hubiera una lámpara cerca de su mano para golpear a tu padre y liberarse. Luego cuando le dijiste sus verdades, se arrepintió y te pidió perdón, ¿Y ahora dices que quieres huir de ella?

No seas tonto, chico..."

"Pero le dije cosas horribles. Le dije que nunca la perdonaría y que no era mejor que esa bazofia de Dariel." Respondí, sin saber cómo decirle que tal vez ella tenía miedo por verme lleno de oscuridad.

"Pero aun así, ella te siguió rogando por perdón, ¿cierto? Y tú simplemente te fuiste dándole la espalda."

Ciertamente, recuerdo que aún con mi odio y oscuridad, ella había seguido rogándo mi perdón en el piso.

La vergüenza me inundó. Él tenía razón. Había sido tan rápido en juzgar, tan rápido en condenar...

"A ver mocoso, todos somos humanos... El comportamiento humano es muy complejo, pero entendible. A veces los seres humanos hacemos o decimos cosas sin pensar, y no nos damos cuenta de ello hasta que suceden cosas que nos hacen darnos cuenta de lo que hicimos.

En ese caso, tu madre te golpeaba y hería porque estaba herida y frustrada, tú mismo lo dijiste. Además, no sabes si está sufriendo por la muerte de tu madre biológica, o por otros traumas, chico.

Ella, al verte decirle esas cosas, se dio cuenta de lo que hizo, o quizá se dio cuenta cuando estaba muriendo."

Sus palabras resonaron en mi mente. Nunca había considerado realmente lo que Clarissa podría estar pasando, los demonios con los que podría estar luchando aparte de su frustración por encontrar a mi padre cuando aún no se aparecía en nuestro hogar.

"Aun así, no puedo volver. Tengo miedo y no quiero arriesgarme." Susurré, mi mirada cayendo al suelo.

Sumidos en un momento de silencio, observamos cómo un drogadicto, huesudo, mugroso, herido y vistiendo solamente unos pantalones cortos, pasó gritando incoherencias y chocando contra la gente.

"¿Sabes? Nuestras historias son un tanto parecidas." Dorian habló de repente, su mirada distante.

"¿Eh?" Lo miré confundido.

"Hace años yo era como ese de ahí." Mencionó con la mirada al drogadicto.

"Fue durante la primera guerra mundial hace 35 años. Zyrionia quería conquistar el territorio de Celestia, y yo, desempleado con 3 hijos pequeños, tenía la obligación de darles de comer. Por eso me inscribí en el ejército, para darles seguro y dinero."

Hizo una pausa, su rostro arrugándose con el peso de los recuerdos.

"Pero esos ambientes, de gente desesperada matándose entre sí, no son buenos para nada. Y poco a poco caí en las drogas hasta acabar un poco peor que ese vicioso de ahí. Caí perdido en las drogas, tenía tantas presiones, tantas cosas en la cabeza. Presenciar muertes y sufrimiento de otras personas me hacía daño."

Tragué saliva, imaginando los horrores que debió haber presenciado.

"En fin, el detalle es que al ser drogadicto, pierdes todas tus facultades mentales. Por lo que cuando los altos mandos se enteraron, me desecharon del ejército y quitaron los beneficios a mi familia. En un acto de desesperación por el vicio, puse a mis hijos a mendigar, maltratándolos crudamente si no traían dinero suficiente."

Su voz se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Así fue por años. Cuando eran adolescentes, un hombre me ofreció dinero por darle a mi hija..." El anciano empezó a sollozar, su cuerpo temblando con la fuerza de su arrepentimiento. "En un momento tan bajo, del cual me arrepiento... Lo hice. Pero gracias a Dios, sus hermanos lo evitaron. Me golpearon y me expulsaron de mi casa. Así terminé en las calles."

No podía imaginar el dolor y la vergüenza que debió haber sentido. Vender a su propia hija...

"Sumido en la droga, me arrepentí, pero era muy fuerte. No podía dejarlo, me sumí en un mar de miseria. Desde las calles, observé cómo crecieron, cómo se casaron y cada quien se separó para vivir su vida."

Hizo una pausa para secarse las lágrimas con el dorso de su mano temblorosa.

"Una noche de Navidad, me acerqué a la casa, mugroso, oliendo a mierda y apenas con huesos. Por la ventana, observé cómo eran felices, cómo mis nietos jugaban tan alegremente, teniendo la infancia que yo nunca pude darles a mis hijos por culpa de la droga."

Su voz se llenó de un anhelo desgarrador.

"Ahí me di cuenta de todas las malas acciones que hice, las personas que dañé. Quise entrar, disculparme y tratar de volver a ellos, pero cuando me vieron me dieron una paliza."

"..."

"Ahí fue cuando decidí cambiar. Duré 5 años desintoxicándome, Ademir. Cuando por fin estaba limpio, regresé a aquella casa, solo para encontrarme con ruinas. Todos habían muerto por culpa de la guerra."

Mi corazón se detuvo. No podía imaginar un dolor más grande.

"Mis nietos tenían tu edad, Ademir, cuando decidí cambiar. Ahora soy un viejo vagabundo que no sabe qué hacer con su vida. Pero hey, no he vuelto a esa cosa que me arruinó, ni quiero volver."

Su mirada se clavó en la mía, intensa y suplicante.

"Así que tú decides, Ademir. Tal vez Clarissa sienta lo mismo. Tal vez no vuelva a golpearte por miedo a perderte. Ellos no me dieron la oportunidad, Ademir, y mírame, solo y esperando la muerte."

Sus palabras resonaron en mi mente.

"Así que ya sabes, si sigues queriendo escapar, puedes quedarte aquí, con nosotros los vagabundos. Te protegeré. Eso aplica también si llegas a casa y tu madre ya no está."

La historia de Dorian me hizo dudar. Tenía toda la razón. Clarissa era una persona con la que tenía una conexión por conocerla, a diferencia de Dariel. La duda me entró de nuevo, pensando en qué demonios debía hacer.

«¿Cómo pude ser tan ciego?» me reprendí mentalmente. «Estuve a punto de cometer el mismo error que con Dariel, confiando en un desconocido en lugar de darle una oportunidad a la persona que me crió.»

"¿Hm? ¿Qué demonios es eso?" La voz del viejo me sacó de mis pensamientos.

Giré mi vista a donde veía el anciano, solo para darme cuenta de que Clarissa, torpe como siempre, en una calle retirada, estaba preguntando a cada persona que pasaba si no habían visto a la persona retratada en una foto, creando un tumulto de gente molesta por su desesperación.

La sangre se me subió a la cabeza al presenciar a la mujer, desesperada, señalando una foto mía mientras tenía lágrimas en los ojos.

"Esa es Clarissa", pensé en voz alta. El anciano Dorian se sorprendió, luego sonrió cálidamente.

"Bueno chico, quiero creer que ya tienes tu decisión."

No lo podía creer, sentí como mis lágrimas estaban amenazando por salir.

Giré mi pequeño cuerpo, clavándole un abrazo al apestoso anciano, agradeciéndole por protegerme y por sus palabras, mientras las lágrimas rodaban por mi rostro.

"Gracias, anciano. Gracias por todo. Prometo que volveré a visitarte, ¿de acuerdo?" Sollocé en su hombro.

Él me palmeó la espalda con suavidad. "Ve, chico. Ve con tu madre."

Me separé de él, limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano. Con una última mirada de gratitud, me di la vuelta y salí corriendo hacia el tumulto de gente.

¿Podía perdonarla por todo lo que me hizo? No lo sabía. Pero necesitaba enfrentarla, escuchar su historia, y darle una oportunidad, esa misma que le dí a Dariel, siendo un desconocido a pesar de ser mi propia sangre.

Lo tenía que hacer, tal vez no pueda perdonarla hoy, tal vez no mañana, pero una vez que me demuestre su determinación por cambiar, su esfuerzo por relacionarse conmigo habiendo visto lo peor de mi, estaba seguro que si.

Porque a pesar del dolor y la traición, una parte de mí todavía anhelaba la paz y el cariño que perdí desde que desperté por culpa de las circunstancias, y que aún no había encontrado, y que mejor, que tenerla de Clarissa, mi propia y genuina madre.

Empujé y me abrí paso entre la multitud, mi corazón latiendo con fuerza mientras me acercaba a Clarissa.

Finalmente, logré salir del tumulto y ahí estaba ella, con el rostro surcado de lágrimas y una expresión de pura desesperación.

"¡O-oye!" grité, mi voz temblando con una mezcla de miedo y alivio.

Clarissa se giró hacia mí, sus ojos abriéndose con shock al verme. Por un momento, pareció congelada en su lugar, como si no pudiera creer lo que veía.

Luego, en un estallido de movimiento, se lanzó hacia mí, cayendo de rodillas y envolviendo sus brazos a mi alrededor en un abrazo frenético.

"¡Ademir!"

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A.M.E. Arisen_gg
no soy mucho de leer pero esta entrenido jaja
ჹსizმႦჹႵႹ
es muy buena esta novela
G
wow! esta super , eres un excelente escritor /Proud/
Leo Flowers: gracias
total 1 replies
Leo Flowers
Buena historia de Drama/fantasía
danielgamer012 gameplays
casi creí que estabas describiendo mi infancia Men, la historia esta bien 👍
danielgamer012 gameplays
ala miércoles, este men casi relata mi infancia a la perfección, solo sobra lo de la guerra 😯
Randy Aguilar
Muy buena, Es tan buena transmitiendo los sentimientos del protagonista que de verdad quise abandonar y leer algo más ameno. De verdad me hizo llorar. Solo espero que tenga un final feliz.
Cheng Lin2194
¡Necesito saber qué sucede después! ¡No me dejes esperando mucho tiempo! 😱😜
<|^BeLly^|>
Dame más ya
Leo Flowers: Ya hay más capitulos:)
total 1 replies
I,ts Zero
Tu habilidad para describir los ambientes y las sensaciones es increíble, ¡sigue así! 🌟
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