Mi nombre es Rosalie Montana, fui comprometida con el hombre que creí sería mi gran amor, pero todo ha sido un gran error, después de la muerte de mi padre todo mi mundo se vino a bajo hasta el punto de tener que desaparecer.
ahora tres años más tardes he regresado para reclamar lo que por derecho me pertenece y hacer sufrir al asesino de mi padre.
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CAPITULO 8
así es como comenzó mi infierno personal, dos días intentaba por todos los medios de ganarme la confianza de Hugo y ver si podía obtener respuestas sobre la muerte de mi padre, y los otros tres días trabajaba como gerente de proyectos para el señor Villasmil; lo bueno era que el señor había salido de viaje y no tenía que lidiar con él, hasta hoy.
Me levanté temprano, pase por mi pequeña empresa que iba despegando poco a poco, revise como iba el nuevo programa y salí directo a corporativo Villasmil, como ya se me era costumbre que el jefe nunca estaba, me detuve a comprarme un capuchino bien cargado, y seguí mi camino, entre sin ningún problema a la oficina que se me había asignado y encendí la computadora.
-está como muy tarde, la hora en la que viene llegando señorita...- escuché una voz que me sobresalto.
-señor... Señor Villasmil, perdone es que, pensé... Disculpe no volverá a suceder.- logré decir torpemente.
-eso lo puede asegurar, no permitiré que usted haga aquí lo que le plazca, aunque su cargo sea gerencial hay un horario que debe cumplir - a pesar de que sus facciones estaban serenas, el tono de voz que empleaba daba miedo.
-si señor, lo siento- fue lo que se me ocurrió decir.
-lleva dos semanas haciendo la misma rutina señorita - me quedé boquiabierta con su confesión, eso quería decir que estaba muy pendiente de las cámaras - si el cargo que le asigne es tan poco para usted cómo para respetarlo, le agradeceré que me lo haga saber, así la dejo libre para que siga siendo una tonta secretaria.
Provocaba clavarle el lapicero que tenía en la mano, si él supiera por qué tengo que aguantarme a Hugo, no opinaria lo mismo.
-le he dicho que lo siento señor.- dije con disgusto evidente.
Él solo me miro por unos pequeños segundos y salió de la oficina.
Al cabo de una hora regreso Fabián, el asistente del señor Villasmil- por muy extraño que fuera, tenía un chico de secretario y no una mujer como mayormente se acostumbra.
-cariño, y ahora que hiciste?- dijo con preocupación.
-yo... Yo no he hecho nada- dije confundida.
-escuche el regaño que te dio el jefe por la impuntualidad, y ahora mando a llamarte a su oficina.
-quizás sea para darme un aumento- dije en forma de broma, pero la preocupación no se borraba del rostro del joven.
-no Rousse, cuando el señor Villasmil manda a llamar a alguien a su oficina no son buena noticias, además lo ví molesto.
-bueno, si debo enfrentar mi muerte, que sea pronto- me levanté de la silla y salí con mi cara en alto a la oficina del villano.
Cómo me había mandado a llamar, pase directamente sin tocar, recordando la sorpresa la última vez que había hecho algo igual, pero está vez no había una mujer teniendo sexo con el jefe, solo era el señor metido en su portátil.
-me mando a llamar?- dije con inocencia
-este proyecto con Corven, no está nada mal, pero podría estar mejor, así que hazlo de nuevo, y me lo envías, y este otro con el señor Herrera, quiero que tú personalmente realices los ajustes y luego veré si vale la pena la inversión.
-muy bien señor, es todo?- dije lo más normal que pude.
-si señorita Lascuráin, el proyecto de Corven lo quiero en mi oficina antes de que se vaya, nos reuniremos con ellos mañana y quiero que todo esté listo.
-señor, mañana me toca asistir a construcciones Herrera, por si se le había olvidado.
-cierto que te encanta ser una simple secretaria que tratan con la punta del pie.- dijo con arrogancia.
Antes de decir algo imprudente, decidí retirarme del lugar.
Regrese a mi oficina, revise el proyecto Corven a fondo y le realice unos pequeños ajustes, se lo envíe nuevamente al señor Villasmil, quien inmediatamente volvió a llamarme a su oficina.
no habia terminado de entrar cuando escuché su voz ronca y tan masculinamente encantadora.
-le he dicho que reajustará el proyecto y solo le añadió algunos detalles más, esperaba mucho más de usted señorita Lascuráin, pero ya veo porque sigue siendo una simple e insignificante secretaria- dijo él con más arrogancia de la que había empleado antes.
Maldito infeliz, como se atreve a tratarme así.-pense.
-de acuerdo señor Villasmil, iré a modificarlo de nuevo.
-pero que valga la pena está vez, no tengo tiempo para estar viendo proyectos de niños de jardín de infancia, tengo millones invertidos en ese proyecto.- pude notar la malicia en su voz.
Luego de rehacer el diseño unas 5 veces aproximadamente, entre a la oficina del señor Villasmil nuevamente, este se reía con satisfacción, lo cual hizo que explotará de ira.
-usted es un desalmado, malnacido, vil y egoísta explorador, llena a sus empleados de halagos para luego venir y tratarlos como un miserable insecto.- dije roja de la rabia.
él frunció el ceño de disgusto, pero no dijo nada, solo me miraba como un bicho raro.
-y si no le satisface mi trabajo, entonces déjeme ser una simple y mugrienta secretaria- le arroje unos documentos que llevaba en mis manos y salí como alma que lleva el diablo.
-hasta hoy me viste en esta maldita empresa vil demonio Villasmil.- murmuré mientras me dirigía a la salida.
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VILLASMIL
-señorita Lascuráin, es usted magnífica en lo que hace, es una pena que un intelecto tan magnífico como usted se conforme con tan poco en la vida, o quizás tengas algún interés en particular por estar en construcciones herrera.- hablaba solo viendo al lugar vacío que había dejado Rousse.
-Señor, la señorita iba hecha una furia- me informo Andrés, mientras se asomaba en la oficina.
-lo sé - dije mientras sonreía
-señor, porque ha hecho pasar a la señorita una tarde tan amarga?- sabía que Andrés tenía curiosidad, él jamás me había visto tratar tan mal a un empleado; al contrario, me caracterizaba por ser un jefe, comprensivo, amable y respetuoso, pero el día de hoy había Sido todo lo contrario.
-es solo un juego Andrés, no sé porque, pero ver molesta a la señorita Lascuráin, me gusta.- Andrés me miró con extrañeza.
-y si la señorita no vuelve por su mal traro señor?.
-volverá Andrés, volverá y está vez para quedarse trabajando solo para mí.
Tenía que averiguar porque Rousse, había aceptado el trabajo en construcciones Herrera, necesitaba saber quién era y de dónde venía, tenía esa necesidad de saber todo de ella.
-Andrés llama a Fernando y pídele un informe detallado de Rousse Lascuráin, dónde vive, de dónde viene y cuál es su relación con Hugo Herrera.
-en seguida señor - dijo Andrés, mientras se retiraba dejándome solo sumido en la imagen de esa cara bonita que estaba roja por el disgusto.
-Rousse... - repetía mi cabeza una y otra vez.