Penélope buscará la grieta para escapar de los grilletes impuestos por su progenitora para así lograr encontrar su camino y dar rienda suelta a cada aspecto de su vida perdido por tantos años de limitaciones.
NovelToon tiene autorización de katiany cruz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 8
Penny comía su helado con una gran sonrisa, ese instante le recordaba sus escapadas con su padre cuando era una niña. Ambos reían como en el pasado, en dónde Ofelia era más extrovertida y menos severa.
Pasaron todo el día andando en el auto visitando lugares nuevos hasta llegar al mar en dónde sin pensarlo se sentaron a la orilla admirando el amanecer todo se sentía irreal después de tantos años Penny sonrió tanto que su cara le dolía y su padre caminaba más liviano.
— Es hora de regresar, mi niña.
— Tengo algo de miedo, papá.
— Yo también, pero debemos ser fuertes, la decisión está tomada y te irás de nuestro lado a buscar tu camino en el mundo.
— Esas palabras las tuve esperando durante mucho tiempo. Tenía la esperanza de que mi madre me las dijera.
— Ella debe cambiar yo también. En parte, la culpa la tengo yo por no impulsarla a seguir con su carrera. Tu mamá también es una víctima de mis decisiones.
— No lo digas así. Eres un buen padre.
— No lo suficiente contigo, deje llenar mi cabeza de las ideas irracionales de la familia de tu madre, hice lo que mi padre le hizo a mis hermanas. Por eso te libero mi niña para que no te sigas arrepintiendo de los sueños que dejaste guardados.
Regresaron ya caída la noche, esperaban encontrar la casa completamente destruida, pero, en cambio, había un silencio sepulcral cuanto más se adentraban, más miedo daba, aun así, después de un rato se dieron cuenta de que no había presencia alguna de doña Ofelia. Por más que buscaron no la encontraron, en cambio, la casa estaba completamente limpia.
—¿Dónde crees que este?.
— No tengo idea, pero esto lo podemos aprovechar para que saques tus cosas.
— Son muchas cosas me llevará una eternidad.
— Lo demás te lo llevo yo. Así que empaca tu ropa para llevarte al apartamento.
Penny recogió sus ropas tan rápido como podía y sin pensarlo saco otra maleta, metió sus manuscritos para evitar que su madre se desquitará con ellos. Lo que más le aterraba era el paradero de su madre, ella podría haber hecho algo muy grande, pero todo estaba en total silencio.
Al otro lado de la ciudad estaba desde hace dos horas doña Ofelia armando escándalo en casa de su hermano Heráclito, a quien acusaba de llenarle la cabeza a su esposo e hija de locuras junto con su descarriada hija.
— Ofelia deja de gritar, ya te dije que no he hablado con Marco en todo este tiempo. Así que baja la voz y compórtate.
— No me voy a calmar, tu odiosa hija está influyendo en Penny para que me desobedezca y de paso puso a mi marido en mi contra.
— Acaso no te has puesto a pensar que de pronto él se cansó de tus rabietas y aires de señora perfecta, además Penélope es lo suficientemente grande para tomar sus decisiones. Mi sobrina no se ha vuelto loca todavía por misericordia de Dios.
— Sabes siempre te has creído más que yo. El hijo perfecto. Solo quieres destruir mi familia.
— La que ha destruido la familia es otra por qué mientras Alejandro tiene una vida, Penny tiene que vivir enjaulada para que la entregues a un perfecto hombre como si fuera una mercancía.
— Así fuí criada por nuestra madre.
— Y que le trajo eso. Divorcio, soledad y desprecio de su misma sangre. Nuestra madre era una completa racista que menospreciaba la inteligencia de sus hijas. Por lo mismo intenté sacarte de allí para que siguieras tus sueños, pero la doña prefirió vivir con ella que con papá.
— Pues ella tenía razón. Yo me convertí en esposa y debía ocupar mi vida para mi familia, además ser abogada era solo algo pasajero
—¡¿Te estás escuchando?!. ¡Dios! compadezco a mi sobrina. Gracias a Dios que Marco la encamino a terminar una carrera, por qué de lo contrario se vería igual a ti. Te quiero Ofelia, pero lárgate de mi casa de una vez no puedo seguir soportando tus gritos y acusaciones.
Heráclito le abrió la puerta para que se fuera de su casa, ella con furia salió de la casa, ella seguía alegando que ellos tenían que ver con el repentino cambio de su esposo, él nunca había cuestionado sus decisiones.
Ella estaba convencida de que sus acciones harían feliz a su hija, así había Sido enseñada por su madre, ella le inculcó que las hijas debían ser guiadas para ser esposas y excelentes madres. Aunque al final su padre, un hombre distinto, no estaba de acuerdo con ello, por eso las discusiones no acababan haciendo que él pidiera el divorcio cuando a penas ella era una adolescente, pues su padre no creía en ese tipo de crianza.
Por eso todos se cuestionaban el motivo por el cual Juan Pablo dos santos se había casado con una mujer tan rígida como Marta Silva, algunos de sus familiares decían que ella no era así y que solo cambio al convertirse en madre.
Doña Ofelia pidió un taxi y se dirigió de regreso a su casa, tenía la certeza que ellos ya habían regresado, además de que nunca irían a ver a Alejandro, debido a que él estaba tan ocupado con su residencia en el hospital que muy poco dormía en el apartamento.
Mientras tanto, Penny y su padre metían las maletas en el auto esperando a que doña Ofelia siguiera lejos de la casa.
— ¿No se te queda nada?.
— Llevo todo incluyendo mi laptop. ¿Queda muy lejos?.
— Un poco, como a una hora, el apartamento está en un lindo barrio. Bueno, sube al auto mientras cierro la puerta.
Ella subió al asiento del copiloto esperando a su padre, rápidamente su padre entro al carro y emprendieron el viaje hacia el nuevo hogar de su hija. Al poco tiempo llego su esposa, quien casi corrió al interior de la casa al ver las luces encendidas, abrió la puerta gritando el nombre de su hija y esposo, pero nadie respondía como pudo busco por todos lados y al no hallarlos se enojó a un más hasta el punto de llamar a su hijo Alejandro quien al tercer intento contesto con gran enojo.
— Madre, ¿por qué me llamas?.
— Hijo, perdón por molestarte, es que quería preguntarte si has visto a tu padre y a Penny.
— ¿Y por qué crees que debo saber de ellos?. Ando muy ocupado para estar pendiente de sus vidas, así que déjame que estoy ocupado.
— ¡Alejandro!.
Su forma de responderle la entristeció, pero él sin esperar corto la llamada, dejándola con la palabra en la boca.