El silencio puede ser ensordecedor, como dijo algún poeta cuyo nombre ya olvidé. La oscuridad puede ser más cruel que la luz. Y algunas prisiones no necesitan barrotes para ser imposibles de escapar.
Si decidiste abrir este libro, debes saber que estás a punto de cruzar una frontera peligrosa. Aquí, no hay garantía de finales felices, ni promesas de redención. Esta no es una historia de amor común. Es una historia de posesión, dolor y supervivencia.
Las páginas que siguen contienen temas intensos y perturbadores. Aquí nada está suavizado. Aquí nada es fácil de digerir…
Aquí, las cadenas no siempre son visibles…
Aquí, el deseo y el miedo caminan de la mano…
Aquí, nadie sale ileso.
Este libro no trata de cuentos de hadas. No hay héroes ni villanos evidentes. Solo hay supervivencia. Y la línea entre víctima y prisionero, entre pasión y miedo, entre amor y obsesión… es más delgada de lo que parece.
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Capítulo 7
El tiempo continuaba su curso, indiferente al tormento y sufrimiento del joven Vini, que cada día se consumía más en las manos de su agresor. Las noches eran largas y silenciosas, llenas solo por los ecos de su propio dolor, mientras que los días traían la misma rutina de miedo y soledad.
A pesar de eso, había algo que aún palpitaba dentro de él, una pequeña chispa de esperanza que se rehusaba a ser apagada. Encontraba refugio en recuerdos distantes, momentos de felicidad que parecían pertenecer a otra vida. Pero incluso esos fragmentos de memoria comenzaban a disiparse, sofocados por su nueva realidad.
Vini observaba el mundo por la ventana, el cielo pasando de un azul vibrante a tonos de gris, como un recordatorio cruel de que el universo seguía adelante, ajeno a lo que él enfrentaba. Aun así, comenzó a aferrarse a pequeños detalles: el canto de un pájaro que osaba romper el silencio, el rayo de sol que, por un breve instante, atravesaba las cortinas.
Esos detalles, por más insignificantes que parecieran, alimentaban su voluntad de resistir. Había algo en el fondo de su alma que susurraba que aquello no era el fin.
Entonces suplicó que Magda lo ayudara a encontrar una forma de salir de allí y ella, aunque percibiendo el cambio en Stefan, decidió ayudar a Vini a huir de la casa.
La habitación estaba envuelta en un silencio opresor. Vini, sentado al borde de la cama, sentía el corazón latiendo rápido mientras observaba la puerta. La noche parecía interminable, y cada ruido distante hacía que sus nervios saltaran. Él sabía que no podía quedarse allí. Necesitaba salir.
Magda, en otro punto de la casa, dudaba mientras giraba la llave en la cerradura de la habitación. Ella sabía el riesgo que corría al ayudar a Vini, pero había algo en la mirada del joven que la conmovió. Él no pertenecía a aquel lugar. Antes de salir, murmuró bajito, casi como una oración para sí misma:
— Que consigas escapar.
La puerta ahora estaba destrabada.
Vini percibió el clic sutil y dudó solo por un momento. Cuando tuvo certeza de que la puerta estaba realmente abierta, se deslizó hacia fuera, los pies descalzos mal haciendo ruido sobre el piso. Cada paso era una mezcla de esperanza y miedo, un equilibrio inestable entre urgencia y cautela.
Conforme bajaba las escaleras, vio que la puerta del fondo también estaba entreabierta, como Magda prometiera. Era su oportunidad. El aire nocturno entraba por allí, trayendo un aroma fresco y liberador. Pero antes de que pudiera alcanzarla, el sonido pesado de pasos lo hizo parar en medio del corredor.
Era el padre de Stefan.
La figura alta e imponente se destacó en la penumbra, la voz grave cortando el silencio:
— Wer ist da? (¿Quién está ahí?)
Vini se congeló, incluso sin entender lo que el hombre hablaba. El sudor escurría por la nuca mientras buscaba desesperadamente un escondite. Vio un armario abierto próximo a la cocina y, en un movimiento rápido, se deslizó hacia dentro, conteniendo la respiración.
El padre de Stefan miró alrededor, los ojos estrechados de desconfianza. Caminó lentamente hasta la puerta del fondo, cerrándola con un chasquido seco y trabándola nuevamente. Después, murmuró algo para sí mismo, probablemente convencido de que no había nadie allí, y subió de vuelta al piso superior.
Dentro del armario, Vini soltó el aire preso, pero el alivio duró poco. Él necesitaría intentar de nuevo.
Cuando la casa volvió a quedar en silencio, salió de su escondite. La puerta del fondo estaba trabada ahora, pero Vini, tomado por la determinación, comenzó a buscar una forma de destrabarla. Su foco era tan intenso que no percibió la presencia de Stefan detrás de él.
— ¿Qué piensas que estás haciendo, Vini? — la voz de Stefan resonó calma, pero letal.
