Kari Hunt.
Recuperar el poder que alguna vez tuvo su familia que cayo en desgracia, pero cuando se dio cuenta, ya estaba envuelta entre tres príncipes.
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Gatos
"Espera aquí, hija".
Dijo señalando el asiento que había en una esquina.
Entendí, ahí lo espero mientras puedo ver el jardín.
Me senté mientras las personas entraban y salían.
Mi padre desaparecio de mi vista entrando a otra habitación.
"Vaya, pero si es la hija de Hunt".
Dijo un señor de mediana edad que había entrado a la oficina.
Se había acercado lo suficiente para que todos lo notaran en el momento que había hablado.
"Saludos, señor".
Dije levantandome y haciendo una reverencia.
El señor solo me observo con extrañeza, pero esos ojos rojos me dieron una sensación de frialdad.
El asintió con la cabeza y después se alejo.
'Bueno, la gente es extraña'.
¿Por que no se presenta?.
Ni siquiera su nombre pudo decir.
Me volví a sentar en la silla y voltee a ver al jardín, solo para ver un gato negro rondando.
Un gato mediano de negro completo incluyendo sus ojos.
"Que bonito".
Dije al verlo y me quede viéndolo por la ventana mientras salia mi padre.
El gato se acerco hasta quedar frente a mi.
"Miau".
Extendí mi mano, pero por la ventana seria imposible tocarlo.
"Quisiera acariciarte, pero debo esperar a mi padre".
Murmuré en voz baja.
'Que lindo'.
El gatito no se movio en lo que esperaba y cuando vi, note que se acercaban dos gatos mas.
Del mismo tamaño y como si fueran tres gotas de agua.
Los tres se quedaron del otro lado de la ventana, movían su cola como si algo les agradara.
"Kari".
De repente la voz de mi padre se escucho.
Voltee a verlo.
Parecía haber terminado con lo que tenia que hacer.
"Vamos, hija".
Asentí con la cabeza y voltee a la ventana solo para ver que los gatos ya no estaban.
Salí con mi padre de su lugar de trabajo y en el camino, vi como habían personas haciendo reverencias.
El emperador caminaba por el gran pasillo donde mi padre y yo estábamos.
Mi padre se inclino y al final hice la reverencia que Grace me había enseñado por si algún día me encontraba con alguien importante.
El emperador se detuvo frente a nosotros.
"..."
No pude evitar sentirme nerviosa.
Mi padre fue quien hablo.
"Saludos a su majestad el emperador".
Entonces le dije lo mismo.
"Saludos a su majestad el emperador".
El emperador asintió.
"Asi que es la niña de Hunt".
La voz baja del emperador resonó por el pasillo silencioso que había dejado su presencia.
"Asi es, majestad".
Mi padre asintió y lo mire con curiosidad pero solo de reojo.
El emperador parecía tener al menos unos 30 años a simple vista.
"Traigan dulces para la niña".
El emperador de repente dijo.
¿Qué?.
Dulces.
El asistente que iba al lado del emperador, se sorprendió pero rápidamente fue por ellos aun cuando tuvo que ir a comprarlos en el momento.
En pocos momentos, el asistente regreso con una bolsa llena de dulces que había conseguido como si su vida dependiera de ello.
Incluso jadeaba por aire.
"Ten".
El emperador miro levemente que dulces habían traído y me dio la bolsa.
Sorprendida la tome con cuidado.
"Gracias, majestad".
Dije un poco nerviosa por la situacion, pero sabia que es lo que tenia que hacer.
"Bien, cuidate".
El emperador siguió con su camino después de eso.
"Si, gracias majestad".
Volví a decir y el se perdió en el pasillo.
Mi padre sorprendido miro la bolsa de dulces.
"Creo que solo iremos a comprar el té".
Murmuro mientras me tomaba de la mano.
No pude evitar sonreir.
Fuimos saliendo del palacio.
Mi padre tenia una expresión de duda, pero luego volvió a su normalidad.
"Parece que su majestad el emperador le llamo la atención tu hija, Hunt".
El hombre de ojos rojos que me había saludado anteriormente.
"Marqués de Van, un placer".
Mi padre lo saludo con cortesía, pero en su mirada parece que se llevaban bien.
"Si".
Mi padre señalo una banca que había en el jardín exterior que daba a la salida del palacio.
Una vez mas camine hacia ahí para esperar.
Asi era cuando salia con mi padre y lo saludaban.
Sientate y espera hasta que terminen de hablar.
Mire la bolsa de dulces mientras los olores me llegaban a mi nariz.
"Huele rico".
No pude evitar sentirme con hambre.
"Miau".
De repente escuche el maullido del gato.
Voltee instintivamente.
"Gato".
Lo llame.
Los tres gatos aparecieron y fueron acercándose por el aroma.
Luego entre en pánico.
Mire mi bolsa de dulces con preocupación.
"Son mios".
Dije con la bolsa apretándola para que no me lo fueran a robar.
Los gatos se acercaron, pero por alguna razón no parecían interesados en mi bolsa de dulces.
Escuche como sonaban sus ronroneos.
"Que lindos".
Dije, tocando a uno por la espalda.
Otro se había tirado panza para arriba como diciendo, vamos a jugar y el tercero se mantuvo a un lado acostado.
Mi padre empezo a tardarse en lo que hablaba con el marqués.
"Si hubiera sabido que tardaríamos mucho, me hubiera quedado con Grace para que la señora Salem me explique como funcionan las piedras de mana".
No pude evitar comentar.
Me estaba aburriendo.
Al final mi estomago gruño pidiendo comida.
"Ya me quiero comer los dulces".
Murmuré tocando mi estomago y decirles mentalmente a mis tripas que se calmen.
Los gatos empezaron a maullar.
Mi padre apareció en ese momento.
"Lo siento, hija".
"El marqués si que tenia cosas que decir".
"Vamonos".
Dijo, mirando como los gatos me rodeaban.
"Si".
"Adiós gatitos".
Dije alejándome para tomar la mano de mi padre.
Camine con mi padre y una vez mas voltee a ver, solo para ver a los gatos yéndose por el otro lado.
Al final solo compramos té y terminamos regresando a casa.
Cuando volvimos disfrutamos un buen té.
deben de contarle, porque ella fue feliz pero ellos siempre la esperaron, y es justo que a pesar de todo logré ser felices con ellos también
y que bueno, ella lo prometió también