En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 7: Provocación en el Despacho
Unos días después de la última reunión, Viktor recibía los informes de progreso de su equipo de desarrollo. Las pruebas preliminares del software de inteligencia artificial iban bien, pero él sabía que, con la presión que Leonhard le había puesto, no podía permitirse el menor fallo. Cada día, sentía que las miradas de su propio equipo estaban sobre él, esperando verlo triunfar y confirmar su posición como líder inquebrantable.
Sin embargo, no solo su equipo tenía expectativas sobre él. Viktor también esperaba algo de sí mismo: debía superar a Leonhard, no solo en la competencia, sino en ese sutil juego de poder que ambos parecían disfrutar tanto.
Para avivar la competencia, Viktor decidió hacer algo inesperado. Sabía que Leonhard tenía programada una reunión importante en la sede de los Blackwood, y aprovechó la oportunidad para llegar temprano a su despacho. Al entrar, fue recibido por el impecable ambiente de la oficina de Leonhard: los tonos oscuros y los detalles de diseño minimalista reflejaban su personalidad calculadora y reservada.
Viktor se acomodó en una de las sillas frente al escritorio, cruzando las piernas con aire despreocupado, y observó con detenimiento el espacio. Unos minutos después, la puerta se abrió, y Leonhard entró, sorprendiéndose al ver a Viktor cómodamente instalado en su oficina.
—Viktor, ¿a qué debo el honor de esta visita inesperada? —preguntó Leonhard, cerrando la puerta y clavando sus ojos grises en él.
Viktor sonrió con despreocupación. —Solo pensé en pasar a saludarte y ver cómo van tus preparativos. Después de todo, sería una pena que algo obstaculizara nuestra competencia.
Leonhard soltó una leve risa, avanzando hacia su escritorio sin apartar la mirada de Viktor. —¿Preocupado? Qué interesante… No pensé que sería tan fácil inquietarte.
Viktor se inclinó hacia adelante, dejando ver una chispa de desafío en su mirada. —No estoy inquieto, Leonhard. Solo me aseguro de que no intentes tomar la delantera por medios poco convencionales.
Leonhard sonrió, divertido por la audacia de Viktor. —En ese caso, puedes estar tranquilo. Prefiero vencerte cara a cara, sin juegos ni ventajas.
Ambos alfas se miraron fijamente, la tensión entre ellos cargada de electricidad. Sin pensarlo, Viktor se levantó y caminó alrededor del escritorio, acercándose a Leonhard. A solo unos pasos de distancia, la intensidad de sus miradas era palpable.
—¿Sabes, Leonhard? Me fascina cómo asumes que ya tienes la ventaja —murmuró Viktor, su voz baja pero desafiante—. Como si hubieras olvidado que tengo tanta habilidad como tú, o quizá más.
Leonhard no retrocedió ni un centímetro; al contrario, su expresión se endureció con una mezcla de seguridad y algo más oscuro. —No lo olvido, Viktor. Sé perfectamente de lo que eres capaz. Pero eso no cambia que al final, en este juego, el resultado estará a mi favor.
—¿Estás tan seguro? —Viktor dio un paso más, acortando la distancia entre ambos. Sus miradas parecían chocar, desafiantes y ardientes, cada uno negándose a ceder.
Leonhard inclinó la cabeza ligeramente, evaluando cada expresión de Viktor. —Seguro no es la palabra correcta. Digamos que confío plenamente en mi capacidad para obtener lo que quiero.
Por un instante, el ambiente dejó de ser únicamente de competencia profesional. La cercanía entre ambos y la intensidad de la mirada de Leonhard hicieron que Viktor sintiera algo más que rivalidad. Había una atracción innegable, como un imán que lo impulsaba a no retroceder.
—Veremos si esa confianza sobrevive a esta competencia, Leonhard —susurró Viktor, dejando que su voz se tornara más baja, casi provocadora.
Leonhard no se inmutó, aunque en su mirada se podía percibir una chispa de interés genuino. —Cuidado, Viktor. No quiero que te quemes antes de tiempo.
Viktor rió, tomando la advertencia como un reto. —Te aseguro que puedo soportar el calor.
Sin embargo, antes de que la tensión entre ellos escalara aún más, la puerta de la oficina se abrió repentinamente. Ambos se apartaron de inmediato, fingiendo una compostura que apenas habían logrado recuperar. Era la asistente de Leonhard, quien, sorprendida, se disculpó al ver la escena.
—Lamento interrumpir, señores. La reunión está a punto de comenzar —informó ella, con una mirada nerviosa.
Leonhard asintió, despidiéndola con un gesto antes de volverse hacia Viktor, quien lo observaba con una sonrisa sarcástica.
—Parece que tendrás que esperar para ver si tu confianza está bien colocada —dijo Viktor, volviendo a retomar su compostura.
Leonhard respondió con un tono igualmente seguro y enigmático. —No necesito apresurarme, Viktor. El juego apenas empieza.
Con una sonrisa contenida, Viktor se dio la vuelta y se encaminó hacia la salida. A medida que se alejaba, Leonhard no pudo evitar admirar la determinación y el carácter desafiante de Viktor. Era difícil no sentirse intrigado por alguien que desafiaba su autoridad con tanta valentía, algo que pocos se atrevían a hacer.
A lo largo de la reunión, aunque Viktor mantuvo su habitual porte profesional, no podía dejar de pensar en el momento que acababa de compartir con Leonhard. Su presencia, su mirada, y ese reto implícito lo habían puesto en un estado de alerta y emoción inusuales. Había algo inexplicable en ese hombre, algo que lo hacía querer probar sus propios límites.
Más tarde, en su despacho, Viktor reflexionaba sobre cómo manejar el creciente interés que sentía hacia Leonhard. Aún no estaba seguro de qué lo impulsaba a desafiarlo de esa manera, si era la necesidad de imponerse o algo más personal. Pero de algo estaba seguro: Leonhard representaba un reto que él estaba dispuesto a enfrentar hasta sus últimas consecuencias.
Mientras tanto, Leonhard revisaba los detalles de la reunión y se permitió una pequeña sonrisa al recordar la visita de Viktor. Por primera vez en mucho tiempo, alguien había logrado capturar su atención de una manera muy intensa. No se trataba solo de la competencia, sino del hombre mismo: Viktor Ivanov. Alguien que parecía tan dispuesto a enfrentarle y a desafiarle a cada paso.
La competencia entre ambos se volvía cada vez más interesante, y ninguno estaba dispuesto a retroceder. Viktor quería probar su fortaleza y dominio, y Leonhard, por su parte, estaba dispuesto a poner a prueba cada palabra y cada acción de su rival. En un juego de voluntades, donde cada paso acercaba tanto a la victoria como a un descubrimiento mucho más personal.
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