Hacía tiempo creía que mi vida estaba resuelta, el esposo soñado, la familia amorosa pero nunca imaginé que la traición vendría de esa persona que creía mi único hogar.
Las apariencias engañan y todos verán quien fue el que engaño, miento y destruyó todo a su paso.
Que comience el juego.
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CAPITULO 7
ESMERALDA
No lo podía creer, estaba parada frente a mí, con su carismático rostro. Era real, tanto tiempo buscándola para que juntas cumplamos nuestras promesas, pero un día solo desapareció y con ella todo lo que habíamos planeado se fue.
Paralizada pude ver como se desmayaba y todos fueron ayudarla, solo que al entrar me percaté que la señora que era la asistente de Franco, es conocida, la vi, su rostro y su voz me pareció conocida.
Mi cabeza giro nuevamente a verla ella en el piso, todos estaban concentrados en hacerla reaccionar, hasta que me di un golpe mental y desperté. Me acerque a ellos, aleje a todos, Franco solo me miraba extrañado, agarre sus hombros con cuidado y le quite los rizos que caían en su rostro, como una vez ella lo hizo:
- Esther, hermana, hermanita, despierta, ya con los ojos cristalizados con unas lágrimas.
- Despierta por favor, hermanita, puso una mano en su rostro acariciándola, pero unos brazos me alejaron rápidamente de ella.
- No ves que está mal, ¿Qué crees que estás haciendo?, tenemos que llevarla al hospital, muévete, me caí en el suelo mientras la levantaba en sus brazos y se la llevaron, detrás de el todos salieron de su oficina.
Inmediatamente me levante, fui detrás de ellos, al correr casi resbalo me quite los tacones y empecé a seguirlos con los pies descalzos no me importaba que había en el paso solo quería llegar donde ella y me dijera donde estuvo todo este tiempo.
Un carro a gran velocidad se dirigía al hospital más cercano, corrí lo más que pude, hasta que tomé un taxi. Fue a toda velocidad hasta que llegamos y corrí hasta la sala de espera. Ahí estaban todos esperando noticias de mi hermana, pregunte a todos como estaba, pero nadie me contestaba, paralizados sin saber que decir solo me escuchaba gritando para que hablen.
Franco se me acerco muy serio con un rostro que solo detonaba preocupación y a la vez intriga:
- Cálmate y deja de gritar, me decía mientras me sostuvo de mis hombros me llevo a la cafetería mientras me reusaba a irme.
- Si en este instante no te calmas, llamo a mi seguridad y saldrás de aquí para ya no volver, así que tú decides. Me hablo muy fuerte y me puso una silla delante para que me siente. Tráigame un vaso con agua para que se calme está loca, dijo a unos de sus guardias.
Me senté y ya estaba un vaso delante de mí y me desplome, empecé a llorar a sacar todo lo que tenía dentro mí, no importaba quienes estuvieran alrededor todos mis muros que había construido para que nadie me viera tan débil y frágil se fueron.
Solo se escucharon mis sollozos en la cafetería, no podía mirar a Franco me encontraba devastada, sola donde todos me señalaban y nadie sentía empatía sobre mí, todos me juzgaron y me tacharon de falsa, me insultaban y nadie podía ver la verdad sobre mi inocencia.
Levante mi cabeza para solo ver a Franco también destrozado, vi sus lágrimas caer en su rostro desaliñado, mantuvimos nuestras miradas y solo pude llorar, grite solo grite preguntándome porque a mí que había hecho yo para que me pasara todo esto.
Salí corriendo y sentí unos brazos que me acorralaron, sentir sus lágrimas me despertó:
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- Si sigues corriendo, te vas a lastimar, por favor cálmate. Me dio la vuelta y lo abracé, por extraño que pareciera me sentí protegida entre sus brazos que me reconfortaban dándome el consuelo que necesitaba.
- Vamos tienen que ser atendida antes que te sigas haciendo daño. Me llevo a un consultorio en brazos, sorprendida pero no cuestione nada y pidió que venga un médico inmediatamente.
En la camilla acostada no entendía a que se refería:
- No tengo nada, solo quiero saber cómo esta Esther por favor llévame con ella. Le supliqué e hice el intento de levantarme, pero al poner un pie en el suelo sentí un dolor y vi manchar con sangre todo el piso.
- Quédate acostada, ya viene el médico, te prometo que una vez te cure te llevare donde quieras. Me lo dijo en tono dulce y preocupado, aún seguía triste y solo se paro fue al baño y regreso con el rostro limpio como si no hubiera llorado a mi lado o hubiera estado mal.
- Disculpe la demora, señor Barrera, pero estamos llenos hubo un accidente y hay muchos heridos. Entro el doctor mientras se acercaba a revisarme.
No dijo nada Franco y el medico solo se ocupó en curarme los pies, no me había dado cuenta de que tenía los pies totalmente lastimados y hasta sentía dolor. Me dio un calmante y también me dio en sedante porque aún seguía exaltada.
- Descansa, estaré aquí cuidando de ti. Me dijo mientras cerraba los ojos y entraba en un profundo sueño.
