Cielo Astrada de 23 años, ha soportado el desprecio de su esposo Gabriel Romero y su familia por años, creyendo que su amor y sumisión eran la clave para mantener su matrimonio. Sin embargo, cuando Gabriel decide divorciarse para casarse con su amante y la familia de él la humilla, Cielo revela su verdadera identidad: una mujer poderosa con un pasado oculto de riquezas e influencias.
Despojándose de su rol de esposa sumisa, Cielo usa su inteligencia y recursos para construir un imperio propio, demostrando que no necesita a nadie para brillar. Mientras Gabriel y su familia enfrentan las consecuencias de su arrogancia, Cielo se convierte en un símbolo de empoderamiento y fuerza para otras mujeres
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Capitulo 24: Sentimientos aflorados
Farid conducía por las calles de la ciudad A con una mezcla de nostalgia y determinación. Hacía mucho tiempo que no veía a Cielo, su amiga de la infancia, la chica que siempre había ocupado un lugar especial en su corazón. Farid había crecido rodeado de lujo y privilegios, siendo el hijo de padres empresarios y dueños de varios centros comerciales exclusivos. Desde joven, había demostrado su talento para los negocios, llevando las empresas familiares a un nivel aún más alto gracias a su astucia y visión estratégica.
Al enterarse de que Cielo había regresado, no lo dudó ni un segundo. Tenía que verla, saber cómo estaba y, sobre todo, demostrarle que aún había alguien en el mundo que la valoraba y la entendía. Su corazón latía con fuerza mientras recorría las calles que le eran tan familiares. Recordó cómo, de pequeños, él, Cielo, Noemí y Meri solían jugar juntos. Siempre había sido un grupo inseparable, y Farid siempre había sentido algo más profundo por Cielo, pero nunca había tenido el valor de confesárselo. Ahora, las cosas eran diferentes. Sabía que ella había sufrido mucho y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla y, esta vez, conquistar su corazón.
Farid estacionó su auto frente al centro comercial más exclusivo de la ciudad. Bajó y caminó con pasos decididos hacia la entrada, donde sabía que encontraría a Cielo y a sus amigas. Mientras subía las escaleras eléctricas, su mente no dejaba de recordar esos momentos compartidos, esas sonrisas que Cielo solía darle y cómo siempre había querido protegerla.
Al llegar al nivel de las tiendas, la vio. Cielo estaba rodeada de bolsas de compras, riendo y hablando animadamente con Noemí y Meri. Ella era la misma, pero diferente al mismo tiempo. Había una madurez y una fuerza en su rostro que no estaba allí antes, una determinación que lo hacía sentir orgulloso. Sin dudarlo, corrió hacia ella y, al verla, Cielo lo reconoció al instante.
—¡Farid! —exclamó Cielo, dejando caer las bolsas para abrazarlo con fuerza.
—Cielo, mi niña preciosa —murmuró Farid, devolviéndole el abrazo con la misma intensidad. La levantó del suelo y la giró en el aire, haciendo que ella soltara una carcajada. Al bajarla, la miró a los ojos y le dijo—: Te extrañé tanto.
—Yo también te extrañé, Farid —respondió Cielo, con una sonrisa cálida.
Noemí y Meri se unieron al abrazo grupal, felices de ver a su amigo de la infancia. Luego de los saludos y las risas, Farid les sugirió que continuaran su día de compras en el spa del centro comercial. Quería mimarlas, asegurarse de que Cielo y sus amigas se sintieran como las reinas que eran.
—Hoy es un día para relajarnos y disfrutar —anunció Farid mientras las guiaba hacia el spa—. Nada de preocupaciones, solo nosotras y el lujo que nos merecemos.
En el spa, Cielo se recostó en una cómoda camilla mientras los expertos comenzaban a trabajar en su relajación. Mientras las manos suaves y hábiles le masajeaban los hombros, cerró los ojos y comenzó a recordar quién era ella. Este era el mundo al que pertenecía, un mundo de lujo, poder y respeto. Nunca debió haberse alejado de su verdadera esencia, y ahora, cada vez que pensaba en lo que había dejado atrás, más decidida estaba a vengarse de Gabriel y su familia.
—¿En qué piensas, Cielo? —preguntó Farid suavemente desde la camilla a su lado.
—En todo lo que he perdido... y en todo lo que voy a recuperar —respondió ella, abriendo los ojos y mirándolo con una determinación que no había sentido en mucho tiempo.
—Sabes que siempre estaré a tu lado, ¿verdad? —le aseguró Farid, tomando su mano entre las suyas—. No importa lo que pase, estaré aquí para ti, para ayudarte en todo lo que necesites.
Cielo sonrió y apretó su mano en señal de agradecimiento. Farid había sido un amigo leal y ahora, más que nunca, ella necesitaba a alguien así en su vida. Con su ayuda, sabía que podría levantarse y demostrarle a todos, especialmente a Gabriel, que nadie podía humillarla y salir impune.
Después de horas de mimos y cuidados, las tres amigas salieron del spa renovadas y listas para enfrentar cualquier desafío. Farid las acompañó a sus autos, insistiendo en que llevaran todo lo que necesitaban a sus respectivas casas.
—Recuerden, si necesitan algo más, no duden en llamarme —les dijo Farid mientras las abrazaba una por una.
—Gracias, Farid —respondió Cielo, dándole un beso en la mejilla—. Eres el mejor.
Farid sonrió, pero en su interior, sabía que tenía que hacer algo más. No podía quedarse de brazos cruzados mientras Cielo se enfrentaba sola a su dolor. Iba a estar a su lado en todo momento, y esta vez, no iba a perder la oportunidad de conquistarla. Se subiría a la batalla de Cielo, y juntos, vencerían a aquellos que intentaron destruirla.
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