Los Placeres Del Engaño

Amo mi trabajo, el ver como las personas hacían sus mejores esfuerzos por qué todo quedara perfecto.

Mucho antes de que yo fuera una devota sobresaliente mujer, tenía un sueño, un sueño donde deseaba entrar a un lugar y sentir que era mi hogar, un lugar especial, en donde pudiera ser feliz, pudiera reír, llorar y volver a sonreír.

El día en que daba las llaves y dejaba que vieran en el interior de su nuevo hogar, me fascinaba el simple hecho de ver la emoción en sus rostros.

No me quejo, tuve una familia espléndida, mis hermanos siempre fueron unidos, a pesar de que vivimos con un padre ausente debido a su servicio en la milicia. Pero aun así fuimos una gran familia.

El único problema, el único error que hubo en mi vida, fue el haberme casado con un hombre como John Mayers, quien me hizo dejar todo lo que amaba para ser una mujer infeliz, pero como culparse si me había enamorado locamente de él, ese, fue mi error, entregar mi corazón a alguien que no supo valorarlo.

—Oh, esto es hermoso

La mujer rubia se cubría la boca debido a la sorpresa de haber visto su hogar soñado hecho realidad, abrazo a su esposo con una hermosa sonrisa en su rostro.

—Señorita Blackwood, muchas, muchas gracias, es tal como lo soñamos

—Fue un placer señor y señora Harper

Dije contagiada de su felicidad conforme les daba las llaves de su nuevo hogar y salía dejándolos en privacidad. Camine con una sonrisa en mi rostro hasta mi auto. Ahora me dirigía a reunirme con una cliente que lucho día y noche por agendar una cita en mi agencia, y ahora le di la oportunidad.

La cita sería en uno de los restaurantes que redecore, tenía una buena vista hacia el jardín que coloque con minucioso cuidado, al llegar el valet parking me abrió la puerta y dándome la mano, entre en el restaurante donde uno de los meseros me llevó a la mesa que había apartado con antelación, al llegar pude apreciar a una linda mujer rubia. Sonreí con gracia y me desprendí de mi abrigo caminando hasta la mesa y la aprecié más.

—Buenas tardes, Celine Blackwood

Me presenté con cortesía y amabilidad a lo que ella respondió con una enorme sonrisa mostrando su dentadura blanca que resaltaba más con el labial rojo carmesí.

—Oh, Megan Green

Nos sonreímos y sentamos al mismo tiempo.

—Oh, no tiene idea de cuál feliz estoy de por fin conocer en persona a la mujer que hace que los sueños se cumplan…

—Me alaga señorita Green

—Por favor, solo Megan

Hablamos por alrededor de media hora sin ninguna interrupción, nos agradábamos, la manera en que hablábamos como si nos conociéramos de toda la vida, al final soltamos una carcajada mientras dejábamos nuestras copas con vino sobre la mesa.

—Ah, te felicito por tu compromiso

—Muchas gracias, me hubiera encantado que mi prometido estuviera aquí para que la conociera

—Claro que si, quizás en otra ocasión podamos conocernos, bueno, como dato principal, me gustaría saber cuáles son tus colores preferidos para la mansión...

—Claro, me gustan las tonalidades verdes

—Bien, en la próxima cita que tengamos traeré muestras de las tonalidades de color verde que encuentre

—Ah, la familia de mi prometido es algo refinada y elegante, me gustaría que hubiera algo que combinara con ello

—Mm, existen variedades de candelabros que fueron rediseñados en la prehistoria, quizás en otro momento te lleve a verlos

—Me parecería perfecto...

—Bien, en unos tres días te llamaré para ponernos de acuerdo para una próxima cita para mostrarte los planos de algunas construcciones

Perdí la cuenta de cuanto hablamos, pero me sentía sumamente cómoda con ella, con su manera de expresarse, de ser una mujer sonriente y alegre. La envidiaba por ello, yo antes era así, interactiva, atrevida y sobre todo, sonriente. Conversábamos tan amigablemente, que no me había fijado en el hombre que había entrado, hasta que lo vi a seis mesas alejado de mi. Mi sonrisa se congeló al captar su mirada en mi.

Mi mundo se nubló de tan solo verlo, que hasta deje de oír a Megan quien capto mi vista en otra parte en vez de con ella.

—Esta, todo bien

—Si, si, lo está

Dije sonriendo, para qué evitará ver al hombre que había entrado con una mujer rubia de cuerpo esbelto y sensual que lucia aquel vestido ceñido a su figura.

—Lo siento, es que olvidé recién que tenía una reunión

—Oh, siento haberte interrumpido demasiado

—Para nada, me alegraste más el día, este, tengo que irme, de verdad lo siento

—Descuida, ve, no te are demorar más

Tome mi bolso y me despedí de un beso en la mejilla con Megan y caminé entre las mesas lo más rápido que pude hasta la salida, me entregaron mi abrigo y salí rápidamente, el valet parking al verme tomó las llaves y camino hasta el estacionamiento. Estaba impacientándome, no quería toparme con un ese hombre, no ahora que todo estaba tan bien.

—Tan nerviosa te pongo Celine

Me giré bruscamente al escuchar esa voz tan odiosa que me causaba migraña, solo lo miré fugazmente volviéndome hacia la calle esperando mi auto.

—Celine

Su murmuró en mi oído me causó escalofríos y nervios, tape mi oído alejándome de él, pero él fue más rápido, me tomó por los costados de mis brazos pegándome a su pecho. Me quedé muda y helada, su rostro estaba tan cerca a mi cuello que logre sentir su aliento, su nariz se paseó por toda la trayectoria hasta mi oído para susurrar.

—Por qué nos torturas Celine, es que, acaso no vez lo cuan duro me tienes

Entre abrí mis labios al enfocar mis sentidos en aquella parte en especial. Su dureza podía sentirla en mi espalda baja, una dureza tan abrumadora que me hizo cerrar los ojos, por el temor, el miedo que me congeló, tanto que no me había dado cuenta de que había dejado de respirar.

—Que pasa, es que el gato te comió la lengua, mmm

Abrí mis ojos, solo para ver aquello que me salvaría de sus manos, me aleje de él tan rápido y corrí hacia mi auto, no le di oportunidad al valet de salir con calma que ya lo había sacado.

—Celine

Lo escuché llamarme, pero no me quedé a esperar a que decía, lo único que quería era borrar la sensación de su cuerpo contra el mío.