La nobleza de Susan Fontaine era demasiado, tanto que por las relaciones familiares y el bienestar de su padre, ella le propuso casarse a Arturo Lacronte, el Presidente de la Multinacional más importante de la Región y prometido de su hermana, la dulce niña por cariño a su padre le propuso estar casados durante un año y es que una de las razones es que Arturo Lacronte según su madre no puede enojarse con la familia Fontaine de lo contrario sus empresas desaparecerán. El padre de Susan estaba muy enfermo, un infarto lo había dejado en cama, todo por descubrir a su hija mayor envuelta con su amigo que bien podría ser su padre, incluso Gabriela Fontaine se había escapado con su amante tres días antes de su matrimonio con Arturo Lacronte, pero Susan no podía permitir que su padre sufra más, por ende ella llegó a un acuerdo con Arturo Lacronte, por supuesto la familia había ocultado del poderoso hombre la verdadera razón por la cual se convertirá en la noble esposa del Presidente.
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CAPITULO 19
Siendo las 3 de la madrugada el Vehículo de Arturo se había estacionado por delante de una pista privada, Susan había descubierto que Arturo tenía cierto cariño por Jack, hace un mes, cuando Arturo había ido de viaje, le había dicho que se trajera al perro con ella.
El viaje fue tranquilo, la joven se había quedado dormida rápidamente, Arturo como de costumbre estaba trabajando, cuando llegaron al sitio en donde debían de tomar el Yate eran las 7 de la mañana, Susan no tenía teléfono, de hecho el día que Andrea la corrió y mandó a golpearla el celular se había quedado allí, después no quiso volver tener algún gasto y se la pasaba disfrutando sin ninguna red móvil.
Sus ojos verdes captaron toda la belleza, pero sabe que lo tendrá que guardar en su mente y en su corazón, pero entonces una caja fue puesta ante sus ojos.
— Llevas 4 meses casada conmigo, no me has pedido nada, ni siquiera te vistes adecuada siendo la Señora Lacronte, no quiero hablar del error de mi madre, pero sé que has dejado tu teléfono allí, y esto es un pequeño obsequio - Susan miró la caja - No te quedes mirando, agarra y saca todas las fotografías que quieras - Arturo se alejó, y Susan quedó sin la oportunidad de darle las gracias.
La joven estaba fascinada con todo, estaban a minutos de subirse al Yate, ella fue en busca de Arturo, el hombre estaba hablando por teléfono y para la mujer fue imposible no escuchar la voz del hombre.
— Yo también te extraño bastante, nos veremos en unas horas - Arturo había terminado con la llamada, Susan solo en ese momento cayó en cuenta de que su hermana también estaría allí, aquello inexplicablemente parecía ser un balde de agua fría que cae por encima de ella, rápidamente se alejó, y mientras ella se daba la vuelta y se perdía de allí, Arturo abrió la puerta, frunció el ceño parecía sentirse una breve Fragancia, pero era desconocida entonces pensó que no se trataba de Susan.
El yate estuvo en movimiento, allí solamente eran ellos dos, Susan se había dado un baño cuando salió, se encontró a Arturo con su espalda bien recta, y desnuda, Susan miró al hombre, recordando la espalda del hombre con quién había estado en la disco, además le pareció raro ver que su marido tenía algo en su espalda, era como una cinta, Arturo al sentir a Susan se había puesto de pie.
— Ponte algo, no estamos en un exhibicionismo - Susan había encontrado una pijama que le llegaba hasta la rodilla, pero no se esperó encontrarse con Arturo.
— Podemos estar dos - Arturo se había puesto de pie, se colocó una bata que prefirió no atar, Susan se tapó los ojos inmediatamente dándose la vuelta, pero el hombre se acercó a ella para tomarla de la muñeca - Te deseo, aunque eres muy lenta para captar todo.
— Porque tu resistencia es tanta - Susan se resistió, o por lo menos hizo el intento.
— Adivina - Arturo había sonreído, gran parte del viaje Arturo la tuvo por debajo de su cuerpo, una hora antes de llegar la había liberado, Susan tenía varias marcas de mordidas y chupetones, Susan había cerrado los ojos fuertemente queriendo que Arturo no la fastidie más - Si sigues fingiendo que estás dormida volveré a comerte.
Susan, al escuchar las palabras del hombre abrió los ojos.
— Arturo, ¿por qué sigues casado conmigo? - Susan se sostuvo por los codos, su desnudes era cubierta por la colcha, su pregunta no había generado ninguna emoción ni cambio de actitud en el hombre.
— Te recuerdo que hace 4 meses que será justamente mañana, acudiste a mí, tu padre llevaba horas de sufrir un infarto, y me suplicaste para que seas tú la que se case conmigo, que no podías permitir que tu padre y sus empresas recaigan, porque todas tienen lazos con las empresas Lacronte, me has suplicado Susan, me ofreciste un matrimonio que dura 12 meses, todo para que tu padre y tus empresas no se caigan - Arturo volvió a repetir aquello - Por miedo a que al día siguiente por temor a lo ocurrido con Gabriela yo destruya toda negociación con tu padre.
— ¿Lo hubieras hecho, si yo no te hubiera ofrecido el trato de un matrimonio de conveniencia, hubieras cortado todo lazo con mi familia? - La pregunta de Susan hizo que Arturo le prestará atención, pero la sonrisa que dejó ver, dejó en claro a Susan que quizás la respuesta la podría condenar.
— Arturo Lacronte no va a mezclar asuntos de negocios con la estupidez del corazón, no hubiera hecho absolutamente nada, al día siguiente todo seguiría igual, Susan tú viniste a mí, tu misma has acabado aquel precipicio y te lanzaste a ella, ahora tengo una pregunta para ti.
— Dime - Susan lo miro, pero la mirada de Arturo era más profunda.
— ¿Cuál matrimonio de Conveniencia? Tú no me has ofrecido absolutamente nada a mí, recuerdo que tú solo llegaste y me dijiste, casémonos, yo voy a ser tu esposa siempre y cuando las Empresas Fontaine sigan en pie - Arturo le golpeo con el dedo índice la frente - Yo no entendía que era aquello que estaba sucediendo, no entendía por qué mi pequeña cuñada estaba allí proponiéndome matrimonio, porque fuiste tú Susan quien pidió casarse, yo accedí, no puse ninguna objeción nos casamos al otro día, te lleve a vivir conmigo, siempre dispuesto a darte tu lugar como mi esposa, pero sin nada a cambio ¿o te pedí algo?, quiero esa respuesta Susan ¿Te he pedido algo, mujer?.
La mujer se quedó callada, efectivamente Arturo no había puesto ninguna objeción, ella se convirtió en su esposa.
— Estoy esperando tu respuesta Susan - El aire se volvió frío, Susan sabe que tiene que contestar.
— No, tú no me has pedido nada a cambio.
— Bien, y ha llegado el momento en que yo te pida algo - Arturo era astuto y Susan sabe que la solicitud no sería favorable para ella.
— ¿Qué puedo darte yo? - Fue la pregunta de la mujer - Tu mismo me has dicho que solamente tengo el 5% de las acciones Fontaine, Morgan Enterprise ni me registra, estoy segura de que mi familia materna ni siquiera saben que ella tiene una hija menor, entonces estoy peor que el ratón de una iglesia.
— Susan ¿De dónde sacaste esa porquería de refrán? - Arturo mostró una pequeña sonrisa.
— Eh - la mujer se mostró tímida, sabe que puede ser burlada por el hombre con cualquier respuesta que dé.
— Faltan 8 meses para nuestro divorcio, quiero que lleguemos a cumplir la fecha establecida, yo soy un hombre de palabra, no, no quiero, vamos a cumplir con la fecha establecida.
— ¿Pero si Gabriela ya volvió, para que seguir con esto? estas haciendole daño, ella te extraña, en lugar de estar aquí conmigo deberías de estar con ella.
— Tu cuerpo es fascinante, es obsesionante hacerte mía y seguiré disfrutando de aquella sensación del tiempo que reste del contrato.