Amar Entre Dos Mundos. 2

Luego de observar por unos minutos a la diosa con más dudas que certezas rondando por su cabeza, Cupido se recuesta en la cama, se siente agotado y los párpados le pesan. Nuevamente se queda dormido y Venus con ternura acaricia su rostro y luego lo arropa con tanto amor, que hasta ella misma se sorprende por su dedicación. Unos pasos y voces en el corredor le indican que Aldo viene acompañado. Ella se incorpora y abre la puerta.

⎯ Buenas noches Dulcinea, disculpa la hora y que te haya traído de esta forma al palacio pero es una emergencia. ⎯ habla sin control.⎯ No sabia a quien recurrir, necesito de tu ayuda. Tú eres la única capaz de salvar a Cupido.

⎯ Descuide mi diosa, estoy para servirle.⎯ hace una referencia ante Venus e ingresa.⎯ Hugo me comentó que su amo se cayó de un caballo. Pensé que tú podrías curar su herida.

⎯ Lo hice, pero es por otra cosa que te necesito.⎯ le responde Venus a su vieja maestra de curaciones y pociones sanadoras.⎯ Hay algo en su pecho que no sé como curar. Parece ser algo extraño.

Ambas entran al cuarto, se acercan a la cama y con una señal Venus le pide a Aldo que se retire, quiere hablar a solas con la vieja hechicera.

⎯ El joven se ve cansado.⎯ comenta al acercarse al lecho.

⎯ Recién se despertó solo por un momento y no aceptó beber agua ni comer algo de frutas.

⎯ Ya veo.

⎯ Dulcinea, creo que su herida no es normal. Mira.⎯ ella se acerca y le descubre el pecho.⎯ Nunca antes vi algo parecido.

⎯ Ya veo y tienes razón en sospechar. Esto no es una herida es un encantamiento. Alguien le provocó esta herida con algún tipo de magia negra.⎯ Venus gira su rostro y la mira con sorpresa.

⎯  ¿Qué clase de encantamiento es?

⎯  ¡Uno muy cruel! Por lo que sé alguien desea que el joven muera. Su herida está en un lugar estratégico, por este lado del corazón pasa una arteria principal.⎯ señala el pecho del dios marcando la zona mencionada.⎯ Creo que la intención es que él se desangre. Que con cada gota derramada su vida se escape de su cuerpo.⎯ la hechicera toma la mano de su joven aprendiz y le murmura.⎯ Hay que revertir el hechizo o morirá.

⎯ Dulcinea, los dioses somos inmortales. El no puede morir.⎯ responde sorprendida.

⎯ La hechicera que hizo esto, es una persona muy fuerte y poderosa, nunca sentí tanta maldad. Lo siento, pero creo que él corre un grave peligro y la única forma que hay para salvarlo es que la bruja revierta el encantamiento.

⎯  No. ¡Esto no puede estar pasando!¡ Debes ayudarlo! Él no puede morir.

⎯  No creo poder hacer gran cosa. Salvo intentar controlar la hemorragia.

⎯ Bueno haz eso, mientras buscamos a la culpable.

Dulcinea saca de su bolso una botella con un líquido rojo, unas hojas de una hierba venenosa y miel. Las aplasta en un mortero hasta que todo está triturado y un líquido espeso aparece en el recipiente mientras canta una canción. Luego vierte su contenido en una botella a la cual le coloca un pico. Entonces con mucho cuidado deja caer un par de gotas sobre la herida y un humo blanco aparece cuando la pócima roza la piel del joven. Cupido en sueños se queja, su cuerpo se cubre de sudor y la fiebre se hace presente. El dolor es insoportable y de repente abre sus ojos buscando ayuda con su mirada, sin dudar se concentra en Venus, ella le transmite paz, suavemente suelta el agarre de las mantas y extiende su mano para que ella la tome; entonces cierra sus párpados y cae en un plácido sueño.

⎯ ¡Que extraño!⎯ comenta la mujer.⎯ Al parecer eres su bálsamos. No te despegues de él.

⎯ No lo haré.

Dulcinea comienza a recoger sus cosas, sus pasos son lentos por culpa de los años vividos; pero su mente es brillante, llena de sabiduría y experiencia. Cuando al fin tiene todo bajo su poder mira a Venus que sostiene la mano de Cupido y no se separa de su lado. Entonces con pesar le dice

⎯ Mi diosa, hay algo más que debes saber.

⎯ ¿Qué?⎯ sus miradas se encuentran.

⎯ El joven solo se salvará sí logra que su verdadero amor este a su lado.

⎯ Eso quiere decir que Centella debe regresar. Ella es su mujer, estaban por casarse y el consejo no lo aprobó.

La hechicera la mira sin comprender a que se refiere. Ella pudo notar que Cupido tiene sentimientos por la diosa, aunque también noto que un torbellino de dudas se apoderan de su mente y no deja que su corazón lo guíe.

⎯ Mi diosa, no sé quién es esa mujer; pero le aseguro que el joven aún no sabe de quién está enamorado.

⎯ Eso es difícil de creer. Hace unas horas se efectuó una cena, anunciando su compromiso. Él no se casaría sin amar a esa persona.

⎯ Puede que haya estado encantado y por eso aceptó hacer esa cena.

⎯ Tienes razón, su forma de actuar era muy extraña, en ningún momento me miró a los ojos o me dirigió una sola palabra.⎯ una leve esperanza se asomaba en el corazón de la diosa.⎯ Tendré que usar mi poder para ver si él realmente la ama.

⎯ Aún no es el momento, su mente y su corazón están bloqueados. Lo siento.

⎯  No importa, sabré esperar. Gracias.

⎯  Mi niña, seria bueno que tú también enfrentes la verdad de tus sentimientos.

Venus siente que sus mejillas arden y por impulso suelta las manos de Cupido y este se queja.

⎯ ¿No sé a qué te refieres?

⎯ No es un secreto para mí, sé muy bien que tú lo amas.⎯ la hechicera pone su mano en el pecho de Venus y continua.⎯ Tu corazón late con intensidad cuando está a su lado y tus ojos se transforman con destellos de pasión. Esas son cosas que a una vieja hechicera como yo no puede pasar por alto, sobre todo sabiendo que te conozco desde que eres una niña.

⎯ No digas nada o perderé su amistad. Él se enamoró de otra.⎯ comienza a llorar con desesperación.⎯ Él nunca va a amarme.

⎯ Mi niña, ya cálmate, no sabes lo que dices.

Dulcinea abraza a la Diosa y la consuela como cuando era solo una niña y hacía mal alguna poción. Acaricia su espalda hasta que al fin las lágrimas desaparecieron de su rostro y el dolor se liberó de su alma.

⎯ Gracias, no sabia que necesitaba llorar de esta manera.

⎯ Siempre es bueno sacar todo el dolor que sentimos, o guardar tantos sentimientos te harán daño.

⎯ Tienes razón, llegado el momento le confesaré la verdad.

⎯ ¡Hazlo y tu alma se liberara!

Por varios minutos Dulcinea arropo a su niña y le dio la confianza que necesitaba en ese momento. Ellas se querían mucho y tenían un gran lazo, por eso Venus no dudaba en buscar su ayuda cada vez que tenía alguna dificultad. Ambas estaban recostadas en un sillón, velando el sueño de Cupido, hasta que el sol comenzó a asomar en el horizonte y la habitación se tiñó con la luz del día.