ME GUSTA EL AMIGO DE MI HIJO

La Decisión

El sol se asomaba en el horizonte cuando Daniel se despertó, el recuerdo de su conversación con Juan aún fresco en su mente. La determinación ardía en su interior mientras se preparaba para enfrentar otro día, sabiendo que había llegado el momento de tomar una decisión.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, donde Lucía ya estaba preparando el desayuno. El aroma del café recién hecho llenaba la habitación, pero Daniel apenas podía saborearlo, su mente estaba abrumada por las decisiones que debía tomar.

"¿Estás bien, Daniel?" preguntó Lucía, notando la mirada distante de su esposo. "Has estado muy callado últimamente."

Daniel asintió, tratando de ocultar sus pensamientos turbulentos bajo una máscara de normalidad. "Sí, estoy bien", respondió con una sonrisa forzada. "Solo tengo algunas cosas en la mente. Nada de qué preocuparse."

Lucía lo estudió con atención, como si pudiera leer sus pensamientos ocultos, pero finalmente asintió con resignación y continuó con sus tareas.

Después del desayuno, Daniel se retiró a su estudio, buscando un momento de paz y tranquilidad para reflexionar sobre las palabras de Juan. Se sentó frente a su escritorio, con la mirada perdida en el infinito, tratando de encontrar la claridad que tanto necesitaba.

Con cada momento que pasaba, la decisión se volvía más clara en su mente. Sabía lo que debía hacer, aunque fuera la opción más difícil y dolorosa. Respiró hondo, reuniendo todo su coraje, y se dispuso a enfrentar la verdad que tanto había temido.

Salía del estudio y se dirigió hacia el jardín trasero, donde encontró a Alejandro sentado en el banco de madera bajo la sombra de un viejo árbol. Su amigo levantó la mirada al verlo acercarse, sus ojos llenos de preocupación y curiosidad.

"Daniel, ¿Qué pasa?" preguntó Alejandro, notando la expresión seria en el rostro de su amigo.

Daniel se sentó a su lado y tomó una respiración profunda, preparándose para lo que estaba por venir. "Alejandro, necesito hablar contigo", comenzó, su voz firme pero cargada de emoción. "Hay algo que necesitas saber."

El corazón de Daniel latía con fuerza en su pecho mientras buscaba las palabras adecuadas para expresar sus pensamientos. Sabía que lo que estaba a punto de decir cambiaría todo, pero también sabía que era necesario para seguir adelante.

"Lo siento, Alejandro", comenzó Daniel, su voz temblorosa pero decidida. "He estado ocultando la verdad durante demasiado tiempo, y ya no puedo seguir mintiendo."

Alejandro frunció el ceño, sorprendido por la seriedad en la voz de Daniel. "¿De qué estás hablando, Daniel? ¿Qué verdad estás ocultando?"

Daniel respiró hondo antes de continuar, sus palabras saliendo en un torrente emocional. "Lo que siento por ti, Alejandro", admitió. "He estado luchando contra mis sentimientos durante tanto tiempo, pero ya no puedo negar la verdad. Te amo, Alejandro, de una manera que va más allá de la amistad."

El silencio descendió sobre el jardín, interrumpido solo por el suave susurro del viento entre las hojas de los árboles. Alejandro parecía atónito por las palabras de Daniel, su mirada buscando la de su amigo en busca de algún indicio de que esto era solo un sueño.

"Daniel, no sé qué decir", dijo Alejandro finalmente, su voz llena de confusión y sorpresa. "Nunca imaginé que... bueno, que sintieras algo así por mí."

Daniel asintió, su corazón pesado por la incertidumbre del futuro. "Lo entiendo, Alejandro", respondió con calma. "Sé que esto es mucho de repente, pero necesitaba que supieras la verdad. No puedo seguir adelante con nuestras vidas como si nada hubiera pasado."

Los dos hombres se quedaron en silencio por un momento, cada uno perdido en sus propios pensamientos y emociones. Sabían que el camino por delante sería difícil, pero también sabían que debían enfrentar la verdad juntos si querían encontrar la paz y la felicidad que tanto anhelaban.

Con el sol brillando sobre sus rostros y el futuro extendiéndose ante ellos como un lienzo en blanco, Daniel y Alejandro se miraron el uno al otro con determinación y esperanza, listos para enfrentar lo que viniera con valentía y amor en sus corazones.