El Parapléjico y la Buena Chica

Helena estaba un poco aturdida, nerviosa, William insistía en hablar sobre su relación.

William: ¿Por qué estás con él, Doctora?

Helena: Soy su fisioterapeuta, no puedo estar hablando de mi vida personal así.

William: Tenemos toda la noche, tú eres mi fisioterapeuta pero eso no impide que nos conozcamos.

Helena: No hay necesidad.

William: ¿Tienes miedo, Doctora?

Helena: ¿De qué?

William: Dime tú.

Helena: Vamos a ver.

Helena regresa al sofá, William se acerca, se pone frente a la televisión y escucha su respiración.

William: ¿Por qué estás con él, Doctora?

Helena: ¿Qué te ha pasado?

William: No cambies de tema.

Helena: Si vamos a conocernos, entonces empieza.

William: No es así.

Helena: Sí, así es.

Respira profundamente, William está intentando ser amable, no tiene nada más que hacer, así que lo intenta.

William: Un accidente de coche, estábamos de fiesta con amigos y bebimos mucho, uno de ellos se asomó por la ventana del coche mientras yo conducía, estábamos muy borrachos, un coche a alta velocidad se dirigía hacia nosotros, intenté evitar el coche por mi amigo pero fue en vano, el coche volcó y él salió despedido, yo quedé atrapado en el coche destrozado.

Helena: Dios mío.

William: Sí, eso fue.

Helena: ¿Por eso te culpas? No tienes la culpa de nada, todos estaban borrachos y no sabías que eso iba a pasar.

William: Su madre me culpa, si no hubiera bebido, nada de esto habría pasado, fui irresponsable, Doctora, si hubiera tenido responsabilidad, nada de esto habría ocurrido.

Helena: No tienes la culpa, no te culpes, William, quiero decir, Señor William. No tienes la culpa, todos bebieron, así que podría haber sido tú, tu amigo, cualquiera de ustedes. Fue un error que estuviera así en el coche, pero también estaba borracho, no tienes la culpa de nada.

William: ¿De verdad, Doctora?

Helena: Sí, tenlo por seguro. No solo te ocurren cosas trágicas, a muchas familias les ocurren cosas similares, no puedes culparte, debes levantarte de esa silla y vivir tu vida.

William: ¿Por qué sales con él?

Helena: ¿Alguna vez has amado a alguien? ¿Es por eso que estás tan frío o es por la culpa que llevas dentro?

William: Jajaja, no te escapes, Doctora.

Sí, he amado a alguien, me dejó en esta situación. ¿Quién querría salir con un hombre inválido, verdad?

Helena: No digas eso, si se acabó es porque no debía ser, si fuera amor de verdad estaría aquí contigo, nada de eso cambia, quien ama está al lado de la persona en cualquier circunstancia.

William: ¿Tú amas a tu novio?

Helena: Estamos buscando eso.

William: Entonces no lo amas, eso dije.

Helena: Estoy enfocada en mi carrera, no es exactamente una relación, él es cirujano en el hospital y nos conocimos, nos acercamos y seguimos juntos, llevamos algunos meses así.

William: ¿Y no es una relación? Dime, Doctora, ¿tienes miedo de estar sola?

Helena: ¿Qué? No, no es eso, me gusta él.

William: ¿Te gusta, Doctora?

Helena: Sí.

William: ¿Estás segura?

Helena: Sí.

William: ¿Por qué no le dijiste que estás aquí? ¿Por qué llevas meses saliendo con él sin considerarlo una relación? ¿Por qué estás tan enfocada en tu carrera y no en tu relación si ya eres famosa? Creo que esa excusa no se sostiene.

Helena: Para, me gusta él, simplemente estamos dejando que las cosas fluyan.

William: ¿Lo quieres?... se acerca

Helena: Sí.

William se acerca a ella, mueve la almohada que estaba en el sofá, Helena está nerviosa, William se acerca aún más y la mira.

William: ¿Cuánto lo quieres?

Él sostiene su rostro y la besa, Helena está paralizada, su corazón late muy rápido, él también está acelerado, el olor de la colonia de William llega a la nariz de Helena, su cuerpo vibra, una sensación que nunca antes había experimentado.

William invade su boca, él la besa hasta que les falta el aire, Helena acaba respondiendo al beso, él la besa con cariño y calma, ahora que ella ha respondido él le sostiene la nuca agarrando su cabello, Helena acaricia su rostro y detiene el beso.

Se quedan con la frente pegada, Helena intenta alejarse pero él no lo permite.

Helena: No deberías haber hecho eso.

William: Ves, no te agrada.

Helena: Soy tu fisioterapeuta, William, no vuelvas a decir eso. Tampoco puedo hacer eso con Mateo.

William: Déjalo, Helena.

Helena: ¿Por qué? ¿Por qué debo dejarlo? ¿Por qué lo hiciste?

William: ¿No lo querías?

Helena: No.

William: Entonces, ¿por qué respondiste?

Helena: Porque... porque... porque me presionaste y respondí para terminar rápido.

William: Estás equivocada, tú también lo querías. Helena, ¿qué estás haciendo conmigo? ¿Quién eres tú, Helena?

Helena: ¿Por qué estás así? ¿Por qué estás haciendo esto?

William: Desde aquel día que caíste en mi regazo, quise hacer esto. No me das oportunidad, siento que también sientes lo mismo que yo, somos adultos y de carne, sé bien lo que es esto, tenemos interés el uno por el otro.

Helena: No, soy tu fisioterapeuta y tengo novio, no podemos hacer esto.

Ella se levanta, Helena se acerca a la ventana.

William: No quieres admitir que me quieres porque estoy así, ¿verdad? Una exitosa doctora no querrá a un hombre en silla de ruedas, lo entiendo, creo que me equivoqué, doctora, tienes razón, no estás interesada en mí.

Helena: No es eso, William, por favor, trata de entender.

William: Ya entendí, doctora, olvida esto, fue un error, nunca debí haberlo hecho, no te sientas culpable por tu novio porque fui yo quien te besó, no tuviste intenciones.

Buena suerte, espero que se casen pronto y sean felices.

William se va, Helena intenta explicarse pero él le da la espalda, ella no sabe qué hacer ni qué decir, todo esto fue una bomba para ella, ¿cómo es posible que él esté interesado en ella? Han pasado solo un mes, no han tenido ninguna cercanía, esto es una locura, pero ¿por qué él dice que fue un error, por qué?

Helena tiene la cabeza llena, muchas preguntas sin respuestas, especialmente para ella, ¿qué quieres, Helena? ¿Qué es lo que realmente quieres?

William va a su habitación, entra y rompe todo lo que hay en una mesa, la rabia crece en su pecho, nunca se ha sentido tan idiota como ahora.

William: Soy un idiota, sabía que nunca más tendré a alguien, ella tiene razón, ¿quién querría a alguien inútil? Podría haber muerto, no merezco nada, mucho menos ella.

Continua rompiendo las cosas, William se arrastra hasta la cama y logra subirse con mucho esfuerzo, se queda acostado aún con mucha rabia, también un poco de decepción.