Me Olvidé De Mí

Los meses fueron pasando y yo fui adaptándome a mi nueva vida. En las mañanas ocupaba mi mente en las labores del hogar ya que Javier me prohibió ir a la escuela, allí debía encargarme de todo, desde las compras hasta la limpieza del hogar, en las tardes iba a mi cuarto, me encerraba allí ya que la casa era el punto donde se reunían todos para recoger la droga y luego comercializarla. Luego de que marchaban yo hacía la contabilidad de las ventas ya que se me daba bien las matemáticas. Mi barriga comenzaba a notarse, la idea de un hijo era lo que me mantenía en piel y me deba calma.

 La madre de Javier comenzó a ser contacto conmigo, sospechaba que ese hijo era su nieto, así comenzó una bella amistad entre ambas, se volvió muy cercana a mí, me trataba con un cariño sincero. Ella tenía otro hijo al cual no conocía, tenía una vida completamente diferente a Javier, había estudiado y estaba ejerciendo como profesor en una universidad en la ciudad, tenía veinticuatro años, la madre de Javier hablaba mucho de él, así que lo sentía parte de la familia ya.

Tenía cinco meses cuando supe el sexo del bebé era un varón, a Javier le encantó la idea de tener un relevo en el negocio, yo morí de angustias, ese no era el futuro que quería para mi pequeño. Desde que mi barriga comenzó a notarse Javier dejó de buscarme en la cama, en ocasiones traiga a otras a casa y yo fingía no darme cuenta, ya que dormía en el cuarto de al lado, jamás use su habitación, si él quería pasar tiempo conmigo iba en la noche a la mía y luego se marchaba a su cuarto. Esta no era la vida que yo soñaba de niña, pero gracias a mi metedura de pata debo pagar mi error.

Un día salí de casa de Javier fui a dónde mi madre, toqué la puerta y al abrirla ella me ignoró completamente, mi madre hacia todo lo que no padre decía, así que no era bienvenida, le rogué que me ayudara, no quería depender de Javier, pero me echo y pidió no aparecer jamás por allí, al regresar a casa Javier ya había regresado, ese día fue la primera vez que me golpeó, me golpeó tan fuerte que mi cara y nariz estuvo inflamada por toda una semana, solo me protegió mi barriga por el bebé, tenía prohibido salir sin decir nada.

Nunca imaginé que enamorarme de Javier fuera a conducir a esto, me siento atrapada aquí, estoy presa en este lugar, aún no entiendo por qué se comparta así, al parecer le produce placer dominarme, hacerme sufrir. Desde ese día le pedía permiso para todo, no quería volver a sufrir así, jamás me habían golpeado tanto en la vida, su madre poco pudo hacer al respecto más que curar mis heridas y consolarme.

Mi suegra tuvo una vida un poco similar a lo que me ocurre a mí, el padre de sus hijos era un vendedor de drogas de aquí de la zona, murió de un disparo hace años, por un ajuste de cuentas entre bandas, por problemas de las zonas y quién tenía el poder en ellas, al morir el padre ella asumió el mando hasta que Javier creció lo suficientemente para encargarse, mi suegra no era una inocente anciana, no le temblaba la mano para matar ni dar una orden, solo que conmigo se portaba bien.

Su otro hijos estaba en contra de todo lo que ella hacía así que al cumplir la mayoría de edad se marchó, aunque mantenía relaciones con ambos no visitaba mucho el lugar prefería que ellos fueran a su casa, quería mantenerse al margen de lo que allí ocurría. Javier luego de darme la paliza juro no volverlo hacer pero el pacto duro poco, otro día me golpeó por no lavar su sudadera preferida, vivía en un puro llanto, miedo y sin esperanzas de un cambio.