Jimena una joven de un pueblo de España vieja a los Estados Unidos en busca de un sueño y una vida próspera, allí luego de estudiar comienza a trabajar para Gabriel, un hombre con un oscuro pasado que logra captar su atención, acompañemos a Jimena para ver qué le depara el destino en esta ocasión
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Capítulo 7
Despierto por azar, miro el reloj y son las ocho, caigo de pie frente a la cama del susto que me llevo.
- Cómo las ocho, grito. Sé que no hay nadie en casa.
Me apresuro a vestirme, estoy nerviosa, me segundo día y mira lo que me pasa, tomó lo primero que veo, me hago una cebolla usando mis manos, algo despreocupado quedó mi cabello, ni me maquillo, no hay tiempo para eso, salgo corriendo a toda prisa hacia la parada para tomar mi bus, hoy Claudia no está así que pasó del desayuno, de todas formas no me iba a dar tiempo, ni hacerlo y mucho menos comerlo.Mi bus Llega más tarde de lo habitual, ya son las ocho con cuarenta y cinco, estoy segura de que si no me despide mi jefe hoy no lo hará nunca, esto es la prueba de fuego en verdad sobre su paciencia conmigo.
Llegó al edificio, bajo corriendo y entró apresurada en el,subo en el ascensor que por suerte está vacío, tomó el pasillo a toda velocidad hacia mi oficina y llegó a mi puesto de trabajo sudando a mares y casi sin oxígeno, para mi sorpresa al mirar su oficina él no está tampoco, ya son las nueve es extraño que no esté, miro la agenda por si olvidé algo pero no, esta limpia, no sé si se marchó a resolver algo o no ha llegado aún, voy hacia el departamento de marketing como quien no quiere las cosas a ver si obtengo información sobre mi jefe, al entrar veo a un chico que me mira riendo, hacemos contacto visual y va a mi encuentro.
- No ha llegado respira, ví como corrías por llegar a tiempo, soy Carlos por cierto, me alcanza un vaso de agua.
- Soy Jimena, gracias por decirme, bebo el agua de un tirón y vuelvo a darle las gracias.
Respiro profundo, siento que un gran peso se liberó de mí, le agradezco y vuelvo a mi sitio, al cabo de una hora mi jefe hace su entrada, pasa como si no estuviera y cierra la puerta, claro ni me da explicaciones de porque su tardanza. Al rato llega antes mí con varios expedientes y me ordena que los transcriba a la computadora y cree un archivo con el nombre del proyecto, eran cosas de su viaje, tendría una reunión importante sorpresa hoy en la tarde así que no quería que le pasará a nadie hoy a la oficina.
Tomé los expedientes y comencé mi labor, al mediodía le pregunté si necesitaba algo de mí, si quería algo de comer algo de comer, aceptó así que fui a la cafetería y pedí para llevar dos almuerzos, regresé lo más rápido posible con el de él lo deje sobre la mesa de su oficina, el estaba inmerso en la computadora y me dio las gracias sin voltear la cabeza, salí cerrando la puerta tras de mí, ya estaba adaptándome a su trato y ignorancia hacia mí, fuí a mi mesa y tomé mi almuerzo para ir hacia la azotea, me gustaba la paz, allí me pude ver toda la ciudad, dándome cuenta que tenía una gran vista, era muy relajante, permanecí un poco más hasta que concluyó mi hora de almuerzo, regresé y ya estaban esperando las personas de la reunión, les indique que fueran hacia la sala de conferencias que mi jefe los acompañaría en un instante.
Siguieron mis órdenes y tomaron asiento, yo llamé por teléfono a mi jefe para informarle que ya estaban reunidos allí, en cinco minutos ya estaba con ellos también, los atendí con café y agua, luego tomé asiento al final por si necesitaban algo más de mí y pude deleitarme con la presencia de mi jefe, estaba allí de pie haciendo su disertación del proyecto, tan varonil que tuve que cambiar la mirada varias veces por qué se notaba que me atraía su aspecto y no era bueno para mí eso, él, en cambio, ni para pedir agua me miró a los ojos.
Luego de una hora la propuesta estaba aprobada, tenía un nuevo cliente la empresa, imprimí el contrato que mi jefe tenía listo en una memoria y firmaron, luego recogí el local en cuanto se marcharon y volví a mi puesto, aún me faltaba más de la mitad por pasar a la máquina, llegaron las cuatro de la tarde y estaba a dos páginas de terminar así que decidí quedarme hasta conseguirlo.
El salió como de costumbre en cuanto el reloj marcó la hora de salida, dijo adiós y se fue sin más, yo respondí igualmente sin hacerle mucho caso, trataba de darle el mismo trato que me daba a mí aunque a veces es inevitable que mis ojos se perdieran un poco admirando su presencia, claro cuando el no lo notará, ya eran las cinco cuando terminé los expedientes, hice varias salvas y guardé una copia para entregar al día siguiente a mi jefe, recogí todo y me fuí a casa.