La Villana Desea Decir Adiós

Me di la vuelta mientras sonreía con ironía. Debido a que justo cuando estaba pensando en Alice, apareció aquí, y vi la figura de mi hermana por el corredor de la biblioteca mientras la miraba como sonreía y caminaba hacia mí. Por unos segundos, mi vista rápidamente se fijó en la otra figura que la acompañaba.

Un niño de cabello negro azabache, ojos azules profundos y tez blanca; acompañaba a Alice.

Supuse que este era mi prometido, ya que según lo que sé: no se esperaba otra visita además de el joven Arian.

Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, hasta que él rápidamente desvió la mirada y se fijó en mi hermana. Pero... eso fue suficiente tiempo para que me robará un latido, ¿perdí otra vez con esos ojos que condenan? ¡No! No... eso no lo permitiré en esta vida.

Al estar frente a mí, hice una reverencia en silencio como saludo.

—Buenos días.— Saludé sin levantar la vista.

Sin dejar que este respondiera, mi hermana habló alegremente.

–Parece que llegó un poco antes de lo planeado. Y como no pude encontrarte, estuvimos esperando en la sala hasta hace unos momentos, ya que decidimos buscarte.—

Hoy se veía muy bella y saludable mi "hermanita" y como le había pedido a la sirvienta que confirmara su condición, probablemente le había informado de la visita, pero no esperé tanto...

–Bueno, puesto que ustedes ya se presentaron, es mi turno. Yo soy Anya Vertron, su prometida joven Arian.— Dije intentando ¿molestarlo? Ja, que inmadura.

Arian me mostró una expresión fría, al parecer no era diferente a mis padres. Tal vez pueda que no estuviera de acuerdo con el compromiso, la verdad, es que no sé. O simplemente,  ya se enamoró de la bella y adorable Alice... No se preocupe, no se lo haré difícil ahora.

—Y yo soy Arian Calixto, su prometido.—

Se presentó con una voz fría como si le incomodara mi presencia.

Nos quedamos mirando unos cuantos segundos hasta que la dulce voz de Alice llamó la atención y ambos dirigimos nuestra mirada a ella.

—Entonces, ahora vamos a la sala de estar.— Exclamó con su voz que la caracterizaba.

—Sí, tienes razón, ordené que el almuerzo fuera preparado en la sala de recepción. Todavía queda un poco de tiempo antes de que este lista, así que ¿les parece tomar un poco de té mientras esperamos?-

El rostro de Alice se aclaró más de la emoción y junto ambas manos y habló.

—Si, el otro día compré un nuevo té aromático que de seguro les gustará...!— Comentó Alice mientras miraba atentamente y alegremente al joven Arian.

—Entonces... vamos.—

Ambos asintieron y nos dirigimos a la sala de espera.

Ellos pasaron al frente para dirigirse a la sala de espera, Alice, quien estaba a la par del joven Arian, acercó sus  delgados y blancos dedos al brazo del joven Arian.

Yo, que simplemente los miraba, me preguntaba como me vería.

Seguro que sí hubiera sido mí yo de antes, dejar que ellos estuvieran juntos seria como una fantasía, ya que nunca les hubiera dado una oportunidad.

¿Me hubiera puesto a gritar? ¿O me hubiera interpuesto entre ambos zarandeado el delgado brazo de  Alice mientras gritaba: — "¡No te acerques a Mi prometido !"—?

En esa situación, me pregunto ¿qué tipo de expresión pondría el joven Arian al mirarme? ¿Se hubiera enojado? o ¿se pondría al lado de Alice defendiendola?

Lo dudo, creo que no haría eso pues el joven Arian no me visitó cuando era niña, ni me conoció hasta que cumplí la mayoría de edad. Aun así, si lo hubiera hecho, me imagino que sería algo así.

Al estar allí, nos sentamos en los sillones que se encontraban en la habitación. El joven Arian se sentó primero en el sillón de la izquierda y seguidamente me senté yo en el sillón que estaba al lado derecho y por último mi hermana se sentó a la par de él.

Cuando lo miré, extrañamente tenía levemente su seño fruncido. No sé la razón por su desagrado o su enojo, pues que yo sé, no hice nada que le molestara.

Ordené a las sirvientas que trajeran el té que mi hermana había comprado ya que ese fue uno de los propósitos de esperar aquí.

Suspiré inconscientemente, y rápidamente dirigí mi mirada a Arian y a Alice para comprobar si habían percibido mi reacción, pero no me estaban prestando la más mínima atención. Cómo debería saber desde un principio...

Ellos habían reducido cada vez más la distancia entre ellos en comparación de antes. Como para contarle un secreto, Alice tapó sus labios con sus manos y se acercó al rostro del joven Arian. A pesar de que el contenido audible era simplemente chisme, solo por estar uno al lado del otro, ambos se veían algo deslumbrantes. Mientras pensaba que la escena me parecía un tanto familiar, Arian de repente le dijo.

—Entonces, estaré contando contigo Alice.–

Respondió sonriendo, pero se sentía como si no tuviera interés o eso es lo que observaba.

—¡Si!—

Exclamó ella y se volteó hacia mí con sus mejillas aún sonrojadas. Esa era la expresión de una niña enamorada.

Nada más podía pensar lo adorable que era esta escena. Donde mi "hermanita" coquetea abiertamente con mi prometido, y de seguro, sin saber que es lo qué está haciendo.

Las sirvientas hicieron su aparición con las tazas de té, supe que habían llegado porque el agradable y apetitoso aroma de las rosas llegó a mis fosas nasales. Las sirvientas al llegar, sirvieron el delicioso té de rosas en las tazas, entregándoselas al joven Arian y a Alice.

Me sentí disgustada e incómoda, pues a mí no me habían traído una taza. Tal vez supusieron que no quería o porque era el té que mi hermana había comprado no tenía que tomarlo, pero no son razones para no castigarlas.

Mi pequeña hermana notó que no me trajeron una taza, así que seguidamente me preguntó, incomodandome más de lo que me sentía.

—¿No quieres probar el té que compré hermana mayor? Eres muy mala, yo quería que me dieras tu opinión.—

Decía Alice mientras ponía esa expresión tierna y adolorida que me asquea de tan solo mirarla.

Las sirvientas pusieron una expresión de nerviosismo pues ya se habían dado cuenta de su error. Pero todas maneras, a pesar que estaba ansiosa por probarlo, ahora se me a quitado el gusto de querer probarlo.

—Discúlpame Alice, pero me disgusta este té de rosas así que no podría darte la opinión que deseas, pero seguramente, con la opinión del joven Arian te sea suficiente ¿verdad?.— Dije y rápidamente pude ver como sus mejillas se habían enrojecido.

Sonríe levemente mientras la veía en el estado "Avergonzada" como una niña enamorada de su príncipe azul.

–Sí... (respondió tímidamente mientras sonreía) jeje.-

Me dio curiosidad y miré el rostro del joven Arian mientras me hacía una imagen de cuál sería su expresión de niño enamorado. Pero extrañamente, me equivoqué.

Esa no era la expresión que imaginaba, su rostro está neutro y su mirada estaba puesta en mí...

.

.

Al ya ser la hora de almorzar, nos dirigimos en la sala de recepción y almorzamos.

Cuando terminamos, esperaba que el joven Arian se despidiera, pero ese momento no llegó. Supuse que quería pasar más tiempo con Alice, pero yo estoy tan cansada que creo que no podré seguirles el ritmo.

—Joven Arian, ¿quieres que te muestre las hojas de té que he coleccionado?—

Preguntó Alice mirándolo, mientras lo sostenía felizmente del brazo.

—¡No!...—

Rápidamente le negué. Sabía que su colección estaba en su habitación, y si quería enseñarle, entonces tendría que entrar en su habitación.

—(Su expresión era de sorpresa, quedó atónita al escuchar mi negación) Por... por qué...?— Preguntó ¿adolorida?

¿Tanto le impactó? ¿Por qué me mira con esa expresión tan triste? ¿Era tan importante para ella?.

—Es que seguramente... el joven Arian ya desea irse y no debemos quitarle su tiempo por algo tan simple.— Respondí lo más calmada posible.

Alice rápidamente quitó esa extraña expresión de su rostro y miró al joven Arian con súplica.

—Por mí no hay problema, puedo quedarme.— Contestó. 

Alice rápidamente se puso contenta y brinco de alegría.

—Entonces... sí puede venir, que alegría.—

Dijo mientras sonreía alegremente, pero yo la detuve.

—Oh, bueno... Alice, naturalmente no tengo ningún problema de que le muestres tu colección al joven Arian, pero no puedes hacerlo en tu habitación.— Intenté hacerlos cambiar de opinión.

Alicia ladeo su cabeza hacia un lado con una expresión descorsertada. Incluso si en el futuro se había planeado que se convertirían en familiares, actualmente el joven Arian y Alice son completamente extraños. La hija de un aristócrata no sería elogiada por estar en la habitación a solas con un hombre que no era miembro de su familia. No sabíamos que tipo de rumor se podía ser difundido por los sirvientes a los que les gustaba chismosear. Sin embargo, Alice no lo entendía muy bien pues apenas era una niña de 10 años quien aún no ha recibido esa clase de educación por los motivos personales de el duque y la duquesa.

—¿Por qué no puedo?—

Cuestionó mirando inquieta al joven Arian con una mirada suplicante y desconcertada. Quien tenía la mayor autoridad aquí era él a pesar de ser la casa de mis padres.

—Esta bien, no tengo ningún problema con ir a ver.— 

Respondió el joven Arian, después dirigió su mirada a mí y me dijo.

—Puedo adivinar lo que quieres decir, pero ¿en qué te basas?. Además no es que vayamos a hacer algo malo ¿verdad?—

Ja, ja, jaja... ¿Es que no puedo evitar que me miren como la villana?... Solo intentaba proteger por una vez a Alice de los rumores incoherentes y ofensivos que resultan una molestia, pero ¿esto es lo que obtengo? ¿será que ya es mi destino morir siendo una villana?

—Señorita Anya, ¿realmente hay necesidad de pensar tan profundamente al respecto?— Prosiguió hablando.

Una vez que el joven Arian había terminado de decir eso, ya no había nada que hacer.

—Sí, tiene razón joven Arian, le estoy dando demasiadas vueltas al asunto.—