Ivin quiere lo mejor para su familia y por eso esconde un secreto: por las noches es dama de compañía. Durante una noche de trabajo, se reencuentra con su crush de toda la vida. ¿Qué podría pasar cuando tu primer amor te confiesa estar enamorado de ti, pero tú estás en alquiler para otros hombres? ¿Por qué el amor es difícil a veces? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el amor no siempre nos salva?
NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
TRÁGAME TIERRA
Accedí ir al cine con Manuel. Aunque en realidad él quiso intentar algo nuevo, así que terminamos yendo a un auto cinema. ¿Has ido a un auto cinema?
Es como muy padre, porque todos están viendo la película desde sus autos y las palomitas de caramelo siguen siendo superdeliciosas; con el vidrio de la ventanilla abajo y el viento entrando de forma suave.
Manuel escogió ver una película de blanco y negro. La neta no es que yo fuera fan de las películas de blanco y negro, pero no podía negar que esta película era realmente buena. Escuela de Vagabundos donde salía Pedro Infante. ¡A papá le encantaba esta película!
—¿Si te gusta la película?
—Sí, está entretenida.
—¡Qué bueno que te gusta! Pensé que te aburriría el cine de antes.
Sonreí.
—La neta no es que yo acostumbre ver películas de blanco y negro, muy seguido no. Sé que era cine de calidad y muy cómico, a mi papá le gustaba mirarlas, pero yo casi no —hablar de mi padre, me hizo sentir un poco triste.
¡Si las cosas fuesen como antes!
—¿Cómo está tu padre?
—Él está bien. Esta mañana desayunamos juntos y estuvimos platicando un poco.
—Qué bueno, yo...
Se quedó en silencio por algunos segundos, sus ojos me pertenecieron y la mancha de mi moretón capturó su atención.
—¿Tú...? —Quería escuchar su pregunta de forma completa.
—No sabía que las cosas habían cambiado mucho, yo creo que fue un error no haber estado en contacto contigo todo este tiempo —admitió con un poco de nostalgia.
¡Así que mi querido se lamentaba! Intenté darle una sonrisa.
—¡Descuida! Tú tenías que estar estudiando en esa escuela, por eso fue que tu padre te envió a ese lugar. Yo entiendo la parte de no estar en comunicación. ¡No te preocupes!
¿De verdad lo entendía? Una parte de mí se sintió muy afortunada de escuchar que Manuel se sentía triste por todo este tiempo que estuvimos lejos; mi otra parte se sentía un poco distante. ¡Algo totalmente irónico!
Hasta este punto, debo confesar que yo, todo el tiempo, revisaba su perfil en Facebook o Instagram. Que si subía una foto nueva, ahí andaban sonando mis notificaciones. Que si hacía una nueva publicación, ahí andaba de boba leyendo los comentarios. ¡Literalmente era su espía anónima! Pero tampoco tuve el valor de escribirle, no sé, me daba miedo que él no me fuese a responder. ¡Me daba miedo la posibilidad de que él ya no se acordara de mí y fuera capaz de no responderme!
—¡Espero que las cosas puedan mejorar con tu familia!
Asentí. Solo quedaba eso.
—Yo también espero lo mismo, aunque, si las cosas no llegan a mejorar, supongo que entonces tendré que ser más fuerte. ¡La vida es incierta!
Nos quedamos mirando por varios segundos, la película había terminado y era hora de regresar.
—¿Quieres ir a la plaza comercial por un helado?
¿Un helado? Eran las nueve de la noche. ¿Qué otra cosa podría pasar? Un helado nos haría sentir frío a esta hora, aunque era aceptable. ¡Mi garganta ya no dolía! Soy fan de los analgésicos.
—Bueno, vamos —acepto su propuesta.
Hasta ese momento, todavía no le contaba a Gerardo sobre mi faceta nocturna.
—¿De qué sabor quieres?
—De vainilla está bien.
La chica que estaba atendiendo asintió, tomó un barquillo de chocolate y empezó a llenarlo con helado de vainilla. La fila no era muy grande, detrás de nosotros estaba una niña pequeña con su mamá. Caminamos a una de las mesas de la zona de comida, no había mucha gente a pesar de que era domingo. ¡Bueno, es que ya era tarde!
—¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? —Preguntó él.
¿De verdad estaba tan interesado en hablar del pasado? El frío de la vainilla se derretía con mucha facilidad sobre mi lengua, mirar aquellos ojos que en el pasado me hacían sentir la perdición, era algo que ahora mismo seguía causando mucha inestabilidad en mi interior. ¿Se habrá dado cuenta de cómo es que mi mano derecha tiembla por los nervios de tenerlo en frente? ¡Manuel era mi perdición!
¿Cuándo fue la primera vez que te enamoraste? ¿Cómo debe ser el enamoramiento? ¿Cuánto tiempo debe durar? ¿Siempre se convertirá en amor?
—Fue el día de la graduación, ¿lo olvidaste?
Parecía que estaba tratando de recordar.
—Sí, lo olvidé. Ahora que me lo has recordado comienzo a pensar en ese día.
Aquel día nos estábamos graduando de la escuela secundaria, se suponía que después de eso ya no nos volveríamos a ver porque el padre de Manuel lo iba a enviar a estudiar al extranjero, a los Estados Unidos.
—¿Qué es lo que recuerdas de ese día?
Hizo un gesto pensativo, se llevó el helado a la boca y su gesto en el rostro me hizo suspirar; esa manía tan única de enarcar la ceja y hacerme sentir en un mundo nuevo. ¡Ay! ¡Canijo Manuel! De verdad me hacía sentir bien, estar junto a él me transportaba lejos de mis problemas.
—Pues después de la ceremonia y que nos entregaron los papeles, hubo una sesión de fotos y tú te tomaste una foto conmigo. Cuando terminaron de tomarnos la fotografía, mi madre me mando a llamar y lo último que recuerdo es que me despedí de ti de forma rápida. Un abrazo de escasos segundos, tu rostro se hundió sobre mi cuello y tu perfume se quedó en mí por ese tiempo. No pensé que esa sería la última vez que nos veríamos, de haberlo sabido, me hubiese despedido bien de ti.
¿Así habían sucedido las cosas? Aquel abrazo significo mucho para mí, porque resulto ser que me gustaba en verdad, aquella sensación de saber que yo le importaba. ¿Le seguiría importando después de todo esto? Todo este tiempo que estuvimos lejos siempre me la pase pensando en las muchas posibilidades que hubiesen surgido si Manuel nunca se hubiese marchado de aquí. ¿Qué cosas debieron de suceder con nosotros si nunca nos hubiésemos distanciado?
—Sí, eso fue lo que paso. También lo recuerdo. Fue una despedida rápida porque había un montón de gente. ¡La neta, pensé que no te volvería a ver! —Le dije con sinceridad.
—Pues mira, las cosas a veces cambian y ahora estoy de nuevo frente a ti.
Su enorme sonrisa me hizo corresponder con un movimiento ligero en mis labios, comí un poco de helado.
—¿Extrañaste mucho tu hogar?
Enarcó su ceja izquierda.
—Al principio sí. Extrañaba todo de aquí porque llegar a un lugar nuevo te obliga a querer cambiar tu estilo de vida para poder acoplarte a las costumbres y cosas de allá. Después me fui acostumbrando poco a poco, mi padre era una buena persona.
Los padres de Manuel se habían divorciado. Su madre seguía viviendo en México y su padre en Estados Unidos.
—¿Y cómo te sientes de estar de vuelta?
—Me siento en casa. ¡En verdad que sí! Además, la comida de acá es superbuenísima. ¡Los tacos son lo mejor!
Asentí, me daba gusto escuchar que él de verdad se sentía contento.
—Eso es bueno, me da mucho gusto que te sientas así, estoy segura de que la nostalgia de estar afuera de tu tierra es algo aplastante.
—De hecho, es más dolorosa de lo que imaginas.
Comí un poco de helado, esta noche de verdad que me sentía demasiado despreocupada. ¡Nada podría arruinarme esta sensación!
—¡Ángel! —Escuché su voz demasiado cerca.
Pero me equivoqué y parecía que algo sí podría arruinarme la noche.
¡Carajo! ¿De verdad estaba pasando esto? Ni siquiera fui capaz de vislumbrar esta posibilidad. Mis pensamientos estaban tan concentrados en Manuel, que al final, no me di cuenta de que esto podía acontecer como posible realidad. ¡No me puse los anteojos esta noche!
Jonatán sostenía una bolsa de Cuidado con el Perro y me miraba con mucha sorpresa y felicidad.
—¡Hola Jonatán! ¿Cómo estás? —Tuve que saludarlo porque yo no tenía escapatoria.
¡Me sentí atrapada! Manuel me lanzo una mirada llena de curiosidad y fue en ese momento que sentí un gran nudo en el corazón. Una mentira, una vida oculta, la perspectiva de alguien que no conocía mi verdadera identidad y mis ganas de querer huir de este momento tan incómodo y bochornoso.
¡Trágame tierra y escúpeme llorando!
—¡Estoy bien! ¿Y tú?
Lamí mi helado, Manuel miraba con mucho énfasis a Jonatán y esté, a su vez, me miraba a mí como si yo fuese el centro de su vida. ¿Por qué me estaba pasando esto? ¿Es acaso que yo debería ser sincera con ambos chicos? Ojalá nada de esto hubiese pasado, pero ni modo; como bien dicen, el hubiera no existe.