Villana En Llamas

Tras pensar en las consecuencias de mentirle a su soberana, aquella mujer decide decir la verdad.

—No vi sangre en la sábana, en su lugar había algunos fluidos vergonzosos. La señorita Martina me pidió traerle el té anticonceptivo, y yo obedecí en lo que se me pidió, le juro que no miento. Perdone la vida de esta sirvienta — dice la mujer asustada y Yadira sonríe.

—Bien, te puedes ir, has salvado tu vida— le dice ella a la emperatriz y aquella mujer después de despedirse de su soberana, sale de allí corriendo.

Cuando por fin se fue, Yadira tomó la palabra.

—Mandé a buscar a esa sirvienta, solo para que quede claro que este par de inmorales en la noche de ayer no consumieron nada. Ambos pueden tener la relación que deseen, pero no en mi palacio, en su lugar ambos deben vivir en el palacio de visitas, y solo venir a mi palacio si así yo lo deseo— expresa Yadira calmada.

Aurelio creyó que algo como eso no debía de ser posible, y por eso protesta.

—No creo justo que tú por celos nos mandes al palacio de visitas, no iremos, y es mi última palabra — grita el furioso y la emperatriz se pone de pie.

—Aurelio, tu opinión aquí no tiene importancia, y las palabras de un perro tienen más relevancia que la tuya, te aconsejo que no vuelvas a gritarme, o me olvidaré de que en algún momento de mi vida te tenía cariño. Todos ustedes nobles, que sea la última vez que vienen a una reunión sin que yo los convoques, eviten tener problemas conmigo. Ahora fuera de esta sala, todo largo de aquí— grita Yadira muy enojada.

Los nobles salen de allí corriendo, y Aurelio y su amante también.

Ambos a partir de ese día, deben de ir planeando la ceremonia de unión, y mudarse al palacio de visita.

Yadira por su parte sale de esa sala, luego le pide a unos de los guardias reunir a los sirvientes, tiene algo importante que comunicarle.

Ella salió del palacio, y esperó unos minutos fuera, hasta que todos los empleados por fin estuvieron reunidos.

Al ver eso, ella le anunció lo que tenía que decir.

—Levante la mano ¿Quién de ustedes quiere irse de este palacio?— pregunta ella directamente y nadie levanta la mano.

Al ver aquello, ella procede.

—Al parecer aquí en este palacio la servidumbre se cree dueño del imperio, nadie cree que la emperatriz es digna de ser tratada como la soberana de Lumia. Los de afuera son respetados, menos la emperatriz de este imperio— expresa Yadira molesta y nuevamente todos sienten esa presión espiritual tan ardiente de la emperatriz y sintieron miedo.

El mayordomo quien era el encargado de que el palacio funcione sale a la defensa de todos. El hombre decide decir la verdad.

—Emperatriz, la señorita Martina nos dijo que quien atienda a la emperatriz más allá de lo necesario, será despedido, ninguno de nosotros quiere perder su empleo, y por esa razón es que nos mantenemos lejos de usted, la orden de la señorita Martina es solo servirle comida y limpiar su habitación, como también lavar su ropa— dice el mayordomo avergonzado, y la emperatriz se enojó aún más.

—Maldición, ¿quién se cree esa perra que soy? Que alguien vaya por ella— grita Yadira y el mismo mayordomo fue a buscar a dicha mujer, quien cuando se le fue a buscar, estaba empezando a disfrutar de un delicioso té en presencia de su amante.

Ella de mala gana fue a ver, y su perro guardián fue con ella.

—¿En qué puedo ayudarte prima?— dice la mujer de manera hipócrita sin hacer una reverencia.

En respuesta, ella recibe una bofetada que le hace caer para atrás.

—¿Quién te dio la orden de hacer en mi palacio lo que te venga en ganas? Será mejor que termine de recoger tus pertenencias y te larges al palacio de vistas con tu amante, antes de que te queme como a un pollo — grita Yadira y Martina palidece.

Ella aunque sabe de qué habla su prima se hace la loca.

Por lo que con ayuda de su amante, ella se pone de pie y trata de defenderse.

—No se que está pasando, pero no es mi culpa nada de lo que tratas de decir— dice ella molesta, mientras se toca el golpe.

—Yadira, te has vuelto loca ¿Cómo se te ocurre pegarle a tu prima?— pregunta Aurelio furioso mientras toca la mejilla en dónde recibió aquella mujer la bofetada.

—Ya lo dije, ambos váyanse rápido de este palacio a dónde tienen que irse, y no asomen sus narices por aquí, no quiero tener que usar la violencia para sacarlos de aquí. Y en cuanto a ustedes, más le vale que no me hagan enojar, hagan su trabajo, o tomen sus cosas y salgan de mi palacio— dice ella para luego dejar a todos allí.

Acto seguido, ella se va a la caballeriza y toma un caballo cualquiera y se va con dirección al bosque. Por suerte cuando era mafiosa aprendió a montar.

Estando allí en el bosque se desmonta del caballo, y siguiendo sus recuerdos, deja salir su magia de fuego y en un momento, todo el lugar estaba en llamas, pero no se consumía nada.

Así funciona la magia de fuego de Yadira, su fuego solo quema a quien ella lo desea, aquello le da más libertad de entrenar y de exterminar a quien ella lo quiere.

***

Tras entrenar al límite su magia, Yadira nuevamente se pone en marcha con destino al palacio, pero de camino, un par de gárgolas se interponen en su andar y tratan de detenerla.

Ella sin mucha dificultad de un salto se baja del caballo, y rápidamente se va al ataque de esas gárgolas.

Prontamente se forma una pequeña batalla entre la emperatriz y dos gárgolas, dos contra uno, pero no por eso la batalla estaba desigual.

Cómo ya la anterior Yadira estaba preparada para todo, le fue fácil derribar a esas dos gárgolas, lo hizo usando su magia de fuego.

Aquellas dos criaturas murieron calcinadas hasta convertirse en polvo.

Por fortuna quien ahora ocupa ese cuerpo es una mujer fuerte y capaz de todo. Una mujer que ha conocido de cerca el peligro, y no le teme a nada.