Azul Zetas nació en un entorno complicado, marcada desde su infancia por el abandono y el maltrato. Su madre biológica la dejó en casa de su abuela materna, que no le brindo el amor que se merecía, siendo maltratada y abandonada a su suerte. Un trágico incendio en la casa de su abuela marcó un giro inesperado en la vida de Azul. Fue la única sobreviviente, gracias a la intervención oportuna del oficial de investigación Franco Coen, que se sintió conmovido por la situación de Azul y decidió llevarla a casa de sus padres, intentando ofrecerle un refugio seguro. A pesar de las buenas intenciones de Coen, la ley lo obligó a devolver a Azul a su madre biológica. De nuevo, Azul se encontró en un hogar sin amor, bajo el techo de su abuelo materno, un policía abusivo y alcohólico. Un nuevo incendio llevo a qué Azul quedé bajo el cuidado de unos tíos que la tenían como sirvienta. El oficial Coen la acomoda en un internado para liberarla del sufrimiento. ¿Encontrará la felicidad y el amor aquí?
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6° Desesperada
#AZUL#
Sentía que la vida me ahogaba, cada vez que trataba de seguir adelante algo me empujaba diez pasos atrás. Creí que hacer nuevas amigas me ayudaría tener con quien hablar, distraerme de mí cruel realidad, está realidad que me carcome por dentro, al no tener un lugar donde pertenecer, un lugar al que pueda llamar hogar.
Después de aquella fatídica noche, mis tíos se hicieron cargo de mí, al proclamarse ante todos como las personas más generosas, bondadosas que amparan a los desvalidos, a los pobres y necesitados como era mí caso.
Creí que vivir con ellos y junto a mis dos primas por fin mí sufrimiento acabaría, que equivocada estaba.
De salvarme que hombres libidinosos abusen de mí a qué un grupo de jovencitas quieran abusar de mí, era el colmo.
Todo paso, que se armó una reunión de jovencitas del colegio donde iba con mis primas, que era solo de chicas, después de una semana de estar adaptándome a todo eso.
Empezó como algo que sucede en las reuniones, todas vestidas de pijamas blancos, con su cabello suelto, escuchando música, comiendo muchos dulces.
De por si era cohibida con mí físico, siempre vistiéndome de manera suelta, al sentir que tener senos y un buen trasero era pecado, sumado a que el color de mis ojos era un atractivo que hacía que las partes de los hombres se eleven, lastimosamente, eso supe de muy pequeña y mí madre trató de alejar siempre a los pervertidos, de la mejor manera que estuvo a su alcance.
*FLASHBACK
Creí que ella era cruel al no dejarme jugar con los niños, ni que participe de las reuniones que tenía mí abuelo con sus compañeros de las fuerzas, sobre todo me encerraba bajo llave cuando empezaban a tomar bebidas alcoholicas, eso los transformaba en demonios, olvidaban sus buenas costumbres y lo descubrí cuando tenía ganas de ir al baño y me salí por la ventana de mí cuarto y vi como se desvestian y manoseaban de paso a mí madre mientras ellos se tocaban sus partes y ella con terror les servía los tragos y mí abuelo solo se reía fumando un cigarrillo que el mismo armaba con un papel.
Al ver esa escena ya no me quejaba cuando debía estar encerrada bajo llave.
Recuerdo como si fuera ayer lo que pasó esa fatídica noche hace un par de meses.
Estaba encerrada en mí cuarto durmiendo, cuando escucho que retumba la puerta, como si alguien golpeara con algo para entrar, a mí madre llorando desesperada. Al despertar veo el humo ingresando por debajo de la puerta. Salgo desesperada por la pequeña ventana donde siempre me escapaba y observo como la casa se prendía fuego. Corrí a tomar un valde de agua a lanzar contra las llamas que se apoderaban del techo de paja de la casa.
Los vecinos trataron de ayudar pero ya nada se podía salvar, fui a quedar con mis tíos bajo su tutela y mí madre paró internada, mí abuela no pudo sobrevivir debido a que respiro mucho humo, mí abuelo estaba también luchando por ese tema.
Desde que llegué a lo de mis tíos, fui tratada con desdén y desprecio tapada con una falsa sonrisa y un tono amable que solo escupía veneno, como si no me diera cuenta de lo que decían o hacian. Me dieron como habitación un pequeño espacio donde guardaban las escobas y todo lo que usaban para la limpieza.
"Para vos este es un lujo comparado donde vivías" me dijo mí tía al darme como cama una silleta herrumbrada que se transformaba en cama y un fino colchón peor que hostia.
"Es lo que se acostumbra en Now York" Anuncio al darme un hierro con rueditas que podía utilizar como perchero para mis pobres prendas que eran donaciones de mis primas, porque de mí ropa nada quedó debido al incendio.
No me queje, no critique, al menos tenía un techo sobre mí cabeza y paredes que me cubrian del frío.
Me trataron como sirvienta usando frases como "tu que eres tan servicial, tan guapa"
Después de que llegue, de lavar los platos, pase a limpiar prácticamente toda la mansión y debido a mí eficiencia consideraron que podían despedir a las empleadas, total estaba yo que no cobraba nada y solo me pagaban con restos de comida, un lugar donde dormir y me enviaban a estudiar.
A pesar de todo eso, seguía aguantando y dando gracias que tenía un lugar donde estar, deseando que con el tiempo mí madre se recupere y volver a nuestra casa, pero pensándolo ¿A qué casa?.
Toda esa esperanza se desvaneció cuando supe que al que creí mí abuelo era en realidad mí padre, que abuso de su propia hija, y yo solo era fruto de esa violación, y que mí madre al ser sometida a tanto maltrato estaba rendida y solo esperaba morir y estando internada trató de acabar con su vida, al saber que por más que lo denuncie no podía hacer nada contra él, al ser parte de las fuerzas un hombre condecorado y preferían creer la versión de él, que decía
"Ella se metió con un hombre casado, que era la vergüenza de la familia que estaba mal de la cabeza",
Por lo que mí madre en vez de tener justicia fue internada en un psiquiátrico.
Por lo que mí destino estaba sellado, seguiría con mis tíos y deseaba que mí abuelo jamás se recupere, al ser la posibilidad de que deba quedarme bajo su tutela y sufrir lo que sufrió mí madre.
*FIN DEL RECUERDO.
Volviendo a la realidad me encuentro corriendo bajo la lluvia en pijama, ya no soporte más, mis primas junto a sus amigas empezaron a fumar y a ingerir bebidas alcoholicas siendo jovencitas de apenas quince años, al querer copiar el estilo de los mayores.
"FESTEJEMOS COMO NUESTROS PADRES" anunciaron en coro cuando mí tía desapareció de la vista al dejarnos ahí mirando películas cursis como niñas buenas.
Al beber empezaron a desvestirse y manosearse entre ellas.
La chica rubia, con ondulados pequeños, ojos marrones y pecosa, se me acercó manoseando sus lomas.
"Sabes que siempre me atrajiste, quieres tocarme, yo te toco si lo haces", me susurro tirandome su aliento a la bebida alcohólica que ingería de un vaso de plástico con la imagen de princesas.
"PICO, PICO" empezaron a corear entre todas.
"DESPUES SIGO YO" anuncio otra morocha alta de ojos como carbón.
"SI QUE ERES POPULAR" Saltaba mí prima bailando de un lado a otro sin nada puesto.
Me sentía incómoda, no quería que me toquen, ni yo tocar, ni menos besar a nadie.
"NO" dije
Al decirlo entre dos me atajan y la rubia queriendome besar y yo luchando para que no lo haga.
Al sentir que me estrujó mis senos, fue como si sacará fuerzas no se de dónde y la empuje con todo, me solté de las demás, le encaje una bofetada lanzandolas al piso.
Así como lo hice salí corriendo de ahí, sabía que si me quedaba, mis primas arremeterian contra mí, como siempre lo hacían, al acusarme con mis tios.
La lluvia tapa mí visión, pero no me molesta, siempre vi mejor de noche, de día la claridad por alguna razón me encandila y casi no veo bien, al recordar eso maldigo entre dientes, al recordar que olvidé mis lentes especiales para poder ver de día.
Corrí tanto que no me di cuenta que pare ante la casa donde fui feliz una vez, se la ve abandonada, hace años no volví aquí, según supe los ancianos fallecieron y desde entonces esto quedó totalmente vacía.
Ingresé en la mansión, los recuerdos de como era este lugar es latente, aunque ya no queda nada de lo que era, las telarañas ocupan todos los rincones y la tierra, hay goteras por donde se cuela la lluvia.
Decidí quedarme aquí, total de afuera parece abandonada, me dirigi donde tenía mí vieja habitación que para mí sorpresa estaba intacta, encontré mis viejos juguetes, mis dibujos, todo estaba en su escondite bajo una madera en el piso, para mí era mí tesoro.
Me quedo dormida del cansancio, al menos aquí no sentía tanto frío como lo sentía afuera, aunque temblaba por mí cuerpo mojado, pero eso no evito que el sueño se adueñara de mí.
Entre sueños siento como si alguien me tocará, por lo que me despierto mandando manotazos al querer defenderme.
"Tranquila, no te haré nada" escucho que me dicen y diviso una imagen masculina.
"¿Qué haces aquí?" pregunto.
"Me refugie de la lluvia, pero ya me voy" respondí nerviosa tratando de no mirar directamente y cubriendo con mis brazos mi torso.
"Estás empapada, deja que te dé este abrigo" me dijo pasándome su campera.
Lo que me pareció raro que sabía de esa habitación, era difícil que alguien la descubra, estaba oculta.
¿Cómo llegaste hasta aquí? Le pregunté.
"Este era la casa de mis padres" Me respondió.
Al escuchar lo que me dijo eleve la cabeza para mirarlo bien, él al ver mis ojos note que sonrió tomando aire.
Lo mire bien, tenía una barba tupida, sus ojos marrones, su cabello oscuro suspiré tratando de recordar si lo vi antes.
"Azul" murmuró
¿Cómo sabes mí nombre? Le pregunté.
'"Soy... " Estaba por decir cuando alguien grita.
"¡PAPÁ, NO HAY NADIE AQUI, TE HABRAN MENTIDO!"
"¿Nahuel?" Indague pensativa, al escuchar la voz.
"YA ENCONTRE A QUIEN ENTRO" Le anuncio.
"Vamos Azul, y me cuentas que pasó para que vengas aquí" Me pidió con amabilidad.
Tome la caja de mis recuerdos para que no quede ahí.
Al salir me encontré con Nahuel que me miró y se le dibujo una sonrisa.
Veo que saca de su bolsillo una libreta junto a una birome y dibuja en ella, al rato me la pasa.
"Creo que no mejore con los años" Me dijo pasándome para que vea.
Sonreí al ver el conejo pura cabeza y flaco con una zanahoria que dibujo.
"Siempre me gustaron tus dibujos" Le dije pasándole la caja donde tenía guardado mis recuerdos y en ella se veía un conejo en una hoja amarilla por el tiempo.
"Guau, lo tenias aún" Me dijo sorprendido.
"Lo había dejado aquí guardado y se ve que nadie lo descubrió a pesar de los años" Le dije.
"YA SE CONOCIAN" Indagó su padre con sorpresa.
Los dos lo miramos asintiendo.
"NO ES UN BUEN SITIO PARA QUE ESTES" Me dice el oficial que me rescató hace tiempo.
"Entiendo" le digo suspirando.
"Me cuentas porque en verdad estás aquí" Me dice
"Si te lo cuento vas a querer enviarme de nuevo donde estaba, y no quiero" Le digo agitada.
"Confía en mí, pero antes salgamos de aquí" me dice.
Nahuel nos acompaño, mientras su padre me llevaba del brazo.
Al salir siento que me toca el cabello, Nahuel, me giro nerviosa.
"Tenías telaraña" me enseña.
"Ah, bueno" le respondí incómoda.
"Tu cabello sigue siendo largo" Me dice Nahuel suspirando.
Su padre lo mira fijo haciéndole gestos con los ojos.
"Si" Le respondí con vergüenza a Nahuel.
"Y bien, dime" me insiste el oficial.
"Me da pena contarlo" le digo
"Podemos ir a la policía" me sugiere Nahuel.
"NO" le digo nerviosa
"¿Cometiste algún delito?" Pregunta su padre.
"NO, NO HICE NADA MALO, MIS PRIMAS CON SUS AMIGAS SE QUISIERON APROVECHAR DE MI" Dije agitada y las lágrimas brotaron.
"¿Cómo?" pregunto mirándome.
"Me quisieron" inicie y me abrazo a mí misma temblando de solo recordarlo.
"¿Qué?" Insistió él.
"Quisieron tocarme... Mejor dicho lo hicieron, aunque me negué, no quería... Y... Me defendí... Juro que me defendí". Le dije entre lágrimas.
"¿Dónde te tocaron?" pregunto con la voz aguda, como adivinando.
No me salían las palabras, solo las lágrimas.
"Está bien, dime cuando te sientas mejor" " Y ¿dónde esta tu madre? " Indaga.
"Pues... Ella está en un psiquiátrico por culpa de mí abuelo" Le digo
"¿Cómo es eso?" me pregunto curioso.
"El abusaba de ella y la acuso de loca por acusarlo de ello, prefirieron creerle por ser un oficial condecorado, por eso no quiero saber nada de la policía" le confieso con dolor por lo que le pasó a mí madre.
"¿Estás segura que el abusaba de tu madre?" me pregunta
"Yo soy el fruto de ese abuso, si me hacen una prueba sabrán que es mí padre" le respondo.
Ellos se quedaron mirando con sorpresa, suspiran pesado entre los dos.
"Así que tu abuelo, resulta ser tu padre en verdad, vaya, es complicado" me dice Nahuel suspirando.
"Si que lo es". Le respondo.
"Y aún vives con ellos" me pregunta su padre el oficial y niego frenéticamente.
"Hubo un incendio en mí casa, donde murió mí abuela, mí madre y abuelo se salvaron, pero quedaron internados y quedé bajo la tutela de mis tíos millonarios, pero es como el infierno, me tratan como sirvienta y debo besar sus pies por darme techo, comida y educación, pero siempre me maltratan con palabras hirientes y para sumar tengo primas que son de mentalidad torcida que con sus amigas arman fiestas donde se toquetean entre ellas, beben y fuman, siendo que son menores" Le cuento por alguna razón solté todo lo que me guardaba con tanto recelo.
"Si que tienes una historia interesante" me dice Nahuel y su padre le codea que se calle.
"Créeme si quieres, o no, pero no pienso volver" Le digo segura.
"No te obligaré hacer nada, pero vas a tener que regresar, eres joven, sumado a que..." Decía el padre de Nahuel y se quedó callado ante un pellizco de él.
"¿Qué?" Le pregunto mirándolo directo.
Continúa con está historia!.