La princesa imperial Calypso Aziel Zandell Leroy toma el trono después de la muerte de su padre, aún ella siendo la segunda en la línea de sucesión dado que su hermana la primera princesa imperial Cataleya no quiso regresar al imperio después del accidente...
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Capítulo 6 El Cumpleaños Del Rey Rudolph
Me encontraba en la biblioteca, aún conmocionada por la historia del último contratista. Dejé los libros en su lugar y cargue al pequeño lobezno que me miraba fijamente. Al observarlo bien, noté que el sello en su ojo desapareció, al igual que el de mi mano.
Salí de la biblioteca y me dirigí a mi habitación, pero en el camino me encontré con mi madre.
—Cariño, ¿qué animal traes ahí? —preguntó sonriendo.
—Es un lobezno —respondí.
—Está algo mal alimentado, ¿no crees? —preguntó preocupada.
—Fue el último de la camada y nació algo débil, pero lo puedo cuidar. No dejaba que nadie se le acercara y a mí me lo permitió —expliqué.
—Bueno, siendo así, debes nombrarlo y cuidarlo con esmero —dijo sonriendo mientras acariciaba al pequeño.
Llamó a una doncella y le pidió que vigilara al lobezno.
—Mientras tanto, debemos escoger los accesorios para el día del cumpleaños de tu tío —dijo.
Me dirigí con mi madre a elegir los accesorios faltantes. Al entrar a la sala, ya estaba Cataleya junto a Sandra y mi tía, la Reina Katrina. Hice una pequeña reverencia ante ella, quien igualmente me hizo una.
Nos sentamos y entró el orfebre con una gran colección de joyas. Mi madre y mi tía comenzaron a escoger. Luego fue nuestro turno.
—Debo elegir un juego completo para la fiesta —dije.
Encontré una pulsera con joyas incrustadas de los colores que más le gustan a mi hermano Arslan. Pedí que la añadieran a lo que ya había escogido. Mi madre sabía para quién era y solo sonrió con complicidad.
Rápidamente pasó la hora y ya todas habían encontrado las joyas que usarían para la fiesta y joyas para el uso diario. Mi tía despidió al orfebre y prometió mandarlo llamar nuevamente para otra ocasión.
Nuestras doncellas llevaron todas las joyas a las habitaciones mientras nosotras nos dirigíamos a beber el té en el jardín. Más tarde se nos unieron los hombres y pasamos un rato agradable en familia.
Sandra ya no me molestaba, pero evitaba convivir mucho conmigo. Estaba acostumbrada a que mi hermana fuera la sociable, mientras yo trataba de no darme a notar. No me gusta conversar mucho y mis padres lo saben. Es por esa razón que nunca me han obligado a hacer algo que no me gusta.
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La mañana había sido muy ruidosa, con las doncellas entrando a mi habitación antes de que saliera el sol. Hoy era la fiesta de cumpleaños de mi tío y todos andaban haciendo arreglos de aquí y allá.
Finalmente, terminó mi "tortura" y pude vestirme y salir corriendo a comer algo. Tomé al pequeño Badru, el lobezno, en brazos y salí al jardín para que juegue un poco. Cataleya llegó con su cachorro y ambos animales se entendieron bien, comenzando a jugar entre ellos.
—Cuiden de ellos, por favor —le pedí a las doncellas—. No quiero que se escapen con tantos invitados.
Mi hermana y yo nos dirigimos al comedor y nos sentamos a comer tranquilamente con todos. El ambiente era ameno y todos tenían un tema de conversación.
Al finalizar el almuerzo, mi padre nos pidió pasar la mañana con él, pero Cataleya dijo que tenía planes con Sandra y Sebastian. Mi padre entendió, aunque quedó un poco decepcionado.
—Papá, puedo pasar el día contigo —dije—. No tengo nada que hacer hasta la fiesta.
Sus ojos se iluminaron y tomó mi mano para dar un paseo.
—Vamos a la biblioteca del abuelo —dije.
Mi padre se emocionó con la idea. Más tarde, se nos unió Badru porque ya empezaba a buscarme. Mi padre lo cargó y él parecía muy cómodo, ya que se quedó dormido en brazos de mi padre.
Después, mi padre me llevó a comer postres de piña. Pasamos una mañana agradable y, al final, nos sentamos en una banca.
—Mi querida Esmeralda, eres tan hermosa como un amanecer y tan frágil como una flor —dijo mi padre—. En tu vida pasarás por dificultades, pero mantente siempre firme. De mis tres hijos, tú eres la más fuerte.
—¿Por qué dices eso, papá? —pregunté.
—Tú eres la más centrada —dijo—. Quiero que guíes a tus hermanos por buen camino. Ustedes son mis tesoros más preciados. Tu madre es mi Zafiro y Arslan es mi pequeño Zafiro. Ustedes son mis esmeraldas más preciadas.
—Si, padre —dije—. Nosotras tus hijas somos tus esmeraldas por nuestros ojos iguales a los tuyos. Madre y Arslan son tus zafiros por sus ojos de ese color.
—Así es, mi querida hija —dijo mi padre, con lágrimas en los ojos—. Quiero que sepas que algún día tu madre y yo partiremos y quiero que cuides de tus hermanos.
—Te lo juro, padre —dije—. Si un día ustedes faltan, yo cuidaré de ellos como tú cuidas de nosotros.
Mi padre me abrazó y yo me hundí en su abrazo, sintiendo la emoción de ese momento.
Después de nuestra emotiva conversación, mi padre y yo nos separamos para arreglarnos para la fiesta de cumpleaños de mi tío.
Me dirigí a mi habitación, donde mis doncellas ya estaban listas para ayudarme a prepararme. Me vistieron con un hermoso vestido de seda azul claro, que resaltaba el color de mis ojos. Mi cabello fue peinado en un elegante recogido, y mis doncellas me colocaron un par de aretes de diamantes que mi madre me había regalado.
Mientras me arreglaban, no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con mi padre. Me sentía conmovida por sus palabras y me comprometí a cuidar de mis hermanos y a hacerlo orgulloso.
Cuando estuve lista, bajé a la sala de recepción, donde mi familia ya estaba reunida. Mi padre lucía impresionante con su traje negro y su camisa blanca. Mi madre estaba radiante con un vestido rojo intenso, y mi hermana estaba guapísima con su vestido celeste.
—Estás hermosa, Calypso —dijo mi madre, besándome la mejilla.
—Gracias, mamá —respondí, sonriendo.
Mi padre me ofreció su brazo y juntos nos dirigimos al salón de baile, donde la fiesta ya estaba en pleno apogeo. La música sonaba, la gente bailaba y los invitados se divertían.
La noche prometía ser inolvidable.
Un hotel muy lindo 😍