Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capítulo 6
Capítulo 6: El Asesino en la Noche
Después de un día lleno de suspenso y batalla, Lucía se retiró a su tienda, esperando poder descansar un poco. Sin embargo, su tranquilidad fue interrumpida cuando uno de los asesinos logró infiltrarse en el campamento y entrar en su tienda. Lucía, alerta por el reciente ataque, reaccionó rápidamente. Con un movimiento ágil, interceptó al asesino y, tras una breve lucha, logró inmovilizarlo.
—¡Capitán Roderick! —gritó Lucía, su voz firme a pesar del miedo que sentía.
El Capitán Roderick llegó rápidamente, seguido por varios soldados. Al ver al asesino capturado, asintió con aprobación.
—Bien hecho, Lucio —dijo, tomando al prisionero—. Lo interrogaremos de inmediato.
Sin embargo, antes de que pudieran obtener alguna información, el asesino se mordió la lengua con fuerza, rompiendo una cápsula de veneno oculta. Murió al instante, dejando a todos en la tienda en un silencio tenso.
—Maldita sea —murmuró Roderick, frustrado—. No podemos permitirnos más sorpresas como esta.
Se volvió hacia Lucía, notando su estado.
—Ve y lávate, estás lleno de sudor y de cosas grasientas —ordenó el capitán.
—Sí, mi capitán —respondió Lucía, sintiendo el peso del día sobre sus hombros.
Antes de que los demás soldados llegaran al lago para bañarse, Lucía se apresuró a limpiarse. El agua fría la ayudó a despejar su mente y a relajarse después del intenso día. Mientras se secaba y se envolvía en una toalla, escuchó pasos acercándose. Era Mateo, su nuevo amigo.
—¿Lucio? —llamó Mateo, sorprendido al verla allí—. ¿Ya te has bañado?
Lucía, nerviosa por ser descubierta, se apresuró a responder.
—Sí, ya terminé. Nos vemos en la tienda —dijo rápidamente antes de correr de regreso a su tienda.
Mateo se quedó allí, perplejo por la reacción de Lucía, pero decidió no darle más vueltas al asunto. Se metió en el agua, disfrutando del momento de tranquilidad.
Al día siguiente, Lucía se despertó temprano, aún sintiendo la adrenalina del día anterior. Mientras se preparaba para el entrenamiento, no podía dejar de pensar en lo cerca que había estado de ser descubierta. Sabía que debía ser más cuidadosa.
En el castillo de la Reina Aria, la noticia del fracaso de los asesinos llegó rápidamente. La reina, furiosa, convocó a su consejero más leal, Lord Varek.
—¡Varek! —gritó Aria, su voz llena de ira—. ¿Cómo es posible que tus asesinos hayan fallado?
Varek, manteniendo la calma, hizo una reverencia.
—Mis disculpas, mi reina. Subestimamos a la niña y a sus aliados. Pero no se preocupe, tomaremos medidas más drásticas.
Aria lo miró con desdén.
—Más te vale, Varek. No toleraré más fracasos. Encuentra a esa niña y asegúrate de que no viva para reclamar lo que es mío.
Varek asintió, sabiendo que su vida dependía del éxito de su próxima misión.
Mientras tanto, en el campamento, Lucía se preparaba para otro día de entrenamiento, sin saber que la amenaza de la Reina Aria aún pendía sobre ella. Pero con amigos como Mateo y la determinación del Escuadrón Fuego, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.