Ecos De Un Tiempo Perdido

El amanecer en San Gregorio llegó sin hacer mucho ruido. La luz apenas comenzaba a despejar la densa capa de nubes que cubría el cielo. Clara se levantó con una sensación de agotamiento que parecía estar incrustada en cada fibra de su ser. La noche había sido una sucesión de insomnio y pesadillas, y se sentía más perdida que nunca. Decidió que necesitaba hacer algo diferente para romper el ciclo de desolación que la envolvía.

Su objetivo del día era visitar la antigua iglesia del pueblo. La iglesia, aunque pequeña, había sido un lugar significativo en su vida, un refugio espiritual y emocional en su infancia. Clara recordó las misas dominicales y las festividades, momentos en los que el pueblo parecía cobrar vida. Ahora, sin embargo, no estaba segura de qué encontraría.

Al llegar a la iglesia, notó que el edificio estaba en peor estado que el resto del pueblo. La fachada estaba cubierta de hiedra y las ventanas eran sólo fragmentos rotos de lo que alguna vez habían sido vitrales coloridos. La puerta de la iglesia estaba entreabierta, y Clara entró con cautela.

El interior de la iglesia estaba sorprendentemente intacto, pero se notaba el paso del tiempo en cada rincón. Los bancos estaban cubiertos de polvo, y el altar, aunque aún estaba en su lugar, mostraba signos evidentes de deterioro. Clara caminó por el pasillo central, sintiendo el eco de sus pasos resonando en el vacío.

Se detuvo frente al altar y se arrodilló, tratando de recordar la paz que solía sentir allí. Sin embargo, en lugar de consuelo, sólo encontró una profunda tristeza. Miró hacia el techo de la iglesia, donde las vigas de madera se habían agrietado y las pinturas religiosas estaban desvanecidas. Todo parecía una versión sombría de lo que había sido.

Al levantarse, Clara notó algo extraño en el rincón del altar. Había una vieja caja de madera cubierta de telarañas. La curiosidad la impulsó a acercarse y abrir la caja con cuidado. Dentro encontró una colección de documentos y fotografías enmarcadas. Clara sacó una de las fotos y la examinó. Era una imagen de la comunidad en un evento antiguo, con su madre y su padre en el centro.

Mientras hojeaba los documentos, encontró un diario desgastado. Abrió el diario, y sus páginas estaban llenas de anotaciones escritas a mano, algunas de ellas difíciles de leer debido al paso del tiempo. Las palabras eran en su mayoría reflexiones y pensamientos, pero algunas eran más inquietantes. Hablaban de la creciente desesperanza de su madre y el sentimiento de que algo terrible estaba por ocurrir.

Clara se detuvo en una página en particular. Decía: “Siento que el pueblo se está apagando, como si algo estuviera consumiéndolo desde dentro. No sé si es la decadencia o algo más oscuro. Solo espero que Clara pueda encontrar la paz que yo no he encontrado.” Las palabras parecían cargar un peso abrumador, y Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

La iglesia, que una vez había sido un símbolo de esperanza y fe, ahora parecía ser el punto de partida para descubrir verdades dolorosas. Clara sintió una mezcla de tristeza y rabia. ¿Por qué sus padres no le habían hablado de estas preocupaciones? ¿Por qué no le habían contado sobre la angustia que experimentaban?

Con el diario en la mano, Clara decidió que necesitaba hablar con alguien más sobre esto. Salió de la iglesia y se dirigió a la casa de la mujer que había conocido en el capítulo anterior. La mujer mayor parecía ser una de las pocas personas en el pueblo que todavía mantenía algún tipo de conexión con el pasado.

Al llegar a la casa, Clara tocó la puerta. La mujer apareció casi de inmediato, su rostro arrugado pero amable.

—Hola, Clara. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó la mujer.

—Encontré algo en la iglesia —respondió Clara, sosteniendo el diario—. Quiero hablar contigo sobre lo que he descubierto.

La mujer asintió y la invitó a entrar. Se sentaron en la sala, y Clara le mostró el diario y las fotos.

—Esto es lo que encontré —dijo Clara—. Pareciera que mis padres estaban muy preocupados por algo. ¿Sabes algo sobre esto?

La mujer tomó el diario con cuidado y lo hojeó. Sus ojos se llenaron de una tristeza que Clara no había visto antes.

—Tu madre fue una mujer fuerte, pero también era muy sensible a lo que sucedía en el pueblo. San Gregorio ha estado sufriendo durante mucho tiempo, pero ella sabía que había algo más oscuro detrás de la decadencia.

—¿Qué era ese algo más oscuro? —preguntó Clara, su voz temblando.

La mujer suspiró profundamente.

—Hay rumores que han circulado durante años sobre una presencia en el pueblo. Algunos dicen que es un espíritu vengativo, otros que es una fuerza más antigua. Pero lo que es cierto es que el pueblo ha estado perdiendo su vitalidad poco a poco, y muchos creen que hay algo que está devorando su esencia.

Clara sintió que la conversación se volvía cada vez más inquietante. La idea de que algo oscuro estaba detrás de la caída de San Gregorio parecía casi surrealista. Sin embargo, las palabras de la mujer resonaban con un tipo de verdad que no podía ignorar.

—Entonces, ¿qué hago con esto? —preguntó Clara, señalando el diario.

—A veces, enfrentar la verdad puede ser más doloroso que ignorarla —dijo la mujer—. Pero creo que debes seguir buscando respuestas. Quizás, solo quizás, puedas encontrar una forma de ayudar a este pueblo a encontrar la paz que ha perdido.

Clara asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de la mujer. Se despidió y salió de la casa, llevando consigo la sensación de que estaba a punto de desenterrar más verdades dolorosas. Mientras caminaba de regreso a la pensión, sintió que la oscuridad que había comenzado a invadir su vida estaba a punto de revelarse en toda su magnitud.

Esa noche, mientras Clara se sentaba en su habitación, mirando el diario y las fotos, entendió que el viaje a San Gregorio no era solo un regreso a su pasado. Era un enfrentamiento con las sombras que habían estado ocultas, no solo en el pueblo, sino en su propia historia familiar. El miedo y la desesperanza la envolvían, pero sabía que debía continuar buscando respuestas, aunque el camino hacia la verdad pareciera interminable y lleno de dolor.