Reviví de entre los muertos, eso suena descabellado pero es prácticamente lo que sucedio.
NovelToon tiene autorización de Mar-4538 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo: 19
MORGAN.
El viento azota mi cpabello y mi corazón late acelerado ante la incertidumbre de lo que podría suceder una vez que llegue a la casa del padre de Caleb. No me da miedo morir porque la muerte ha llegado a mi vida en distintas ocasiones, y cada una de ellas me lastimó a tal punto que ya no la temo. Simplemente la espero como una vieja amiga que por fin me dará paz.
Después de varios minutos de trayecto en la motocicleta de Caleb, este estaciona frente a un local algo descuidado que tiene un letrero desgastado y no muy visible donde se alcanza a distinguir la palabra "Tattoos". Frunzo mi ceño y ladeó mi cabeza antes de bajar de la motocicleta. Camino detrás de él hasta que se introduce en el lugar, lo imito y me encuentro con un amplio espacio lleno de espejos, máquinas pequeñas para hacer tatuajes, diseños, fotos de bandas de rock y grafitis bien colocados y esparcidos por las paredes.
—¿Qué se supone que hacemos aquí? —cuestiono con algo de confusión y rogando porque no fuera lo que mi mente estaba pensando.
—¿No es obvio? Pediste hacernos un tatuaje, eso es lo que estamos haciendo aquí, así que vamos, siéntate.
En ese momento, el sonido de la máquina capta mi atención y giro mi cabeza para encontrarme con un hombre calvo, repleto de tatuajes, que tiene los ojos tatuados, lo cual los hace algo escalofriantes y temerarios. Suspiré con pesadez antes de girar mi vista para mirar a Caleb con súplica.
—Ese no era el trato, el tatuaje lo haríamos con alguien de confianza.
Replico sin importar que la situación fuera ridícula y miro de reojo al tipo con calva, pero la voz de Caleb obtiene mi atención nuevamente.
—No es de mi confianza y tampoco de la tuya, está más que perfecto de esta manera.
Rodeo mis ojos con frustración y asiento antes de caminar hasta el pelinegro. Pongo ambas manos en sus mejillas y acerco mi rostro al suyo para dejar un casto beso. Al separarme de él, sonrío y bajo mi vista a sus manos repletas de anillos.
—Siempre me gustó este anillo,
¿sería muy caprichoso de mi parte si te lo pido como regalo de bodas adelantado?
Susurro únicamente para nosotros dos mientras jugueteo con el objeto, el cual era de plata con una "C" grabada en él. Con un movimiento de cabeza divertido, se quitó el anillo y lo puso en mi mano para después cerrar esta y dejar un beso en mis nudillos. Dio un paso atrás y me miró con una enorme sonrisa en el rostro.
—Eres muy linda, Morgan, espero poder admirar tu belleza por lo que me resta de vida.
—Puedes hacerlo, pero ve tú primero a hacer el tatuaje.
—Ni siquiera me has dicho qué es lo que me tengo que hacer.
Me mira con una de sus cejas alzadas mientras cruza sus brazos. Asiento y camino hasta el tipo calvo, le pido un pedazo de papel y un lapicero para poder plasmar la idea que mi mente estaba reflejando. Al terminar, sonrío satisfecha y le entrego el pequeño trozo de papel al tipo junto al lapicero.
—Será en la zona del corazón.
Ordeno al tipo mientras miro a Caleb, quien frunce su ceño y se acerca a paso rápido a mí.
—No, no te harás el tatuaje en esa zona, para eso tendrías que quitarte la blusa y no pienso permitir eso.
Reí con diversión y negué antes de posar una de mis manos en sus hombros para tratar de calmarlo.
—El mío estará en otra zona, pero
eso es sorpresa hasta el día que estemos en nuestra luna de miel.
—Bien, entonces voy primero.
Asiento y camino hasta una de las sillas del lugar para tomar asiento. Mientras espero, me dispongo a pensar en qué sucedería con el padre de Caleb.
Tal vez su molestia conmigo disminuye si le digo que Samantha estuvo viva todo este tiempo y que simplemente se alejó de él porque ella nunca lo amó de verdad. Aunque si le digo eso, probablemente desataría su furia y el resultado sería el mismo: yo muerta en sus manos.
Salgo del local de tatuajes y acomodo bien el anillo de Caleb en mi dedo índice mientras camino hasta él con una pequeña sonrisa en el rostro.
Camino hasta la motocicleta donde el pelinegro me esperaba y me monto a esta, rodeando su torso con mis manos. Apenas arranca y hablo por encima del sonido que emitía la motocicleta al ir a una alta velocidad.
—¿Por qué se te ocurrió ese tatuaje?
La voz de Caleb capta mi atención y recargo mi mejilla en su espalda para dejar salir un suspiro y poder explicarlo.
—El día que nos conocimos, en la plática dentro de tu coche, estuvieron involucradas las palabras "jugar" y "fuego", así que bueno, se me ocurrió porque el que juega con fuego tarde o temprano se quema, pero en el humano lo único que no se quema es el hueso, así que bueno, eso.
—Eso es algo ingenioso, pero tal parece que ambos nos quemamos ya que nos enamoramos.
Niego, aun sabiendo que no podría verme, y mi rostro se vuelve neutro antes de poder hablar.
—No, Caleb, en esta mierda uno de los dos terminó más calcinado que el otro, y eso ambos lo sabemos muy bien.
—Sí, lo sé, fuiste tú, pero estoy tratando de enmendar todo el daño que te hice.
No digo más nada y me quedo en silencio el resto del trayecto.
Después de varios minutos de recorrido, se detiene frente a la casa de su padre. Miro esta con nerviosismo y bajo de la motocicleta antes de que él lo hiciera. Una vez que estuvo a mi lado, tomó mi mano y le dio un pequeño apretón mientras susurraba palabras tranquilizadoras.
—En el momento que estemos dentro de ahí, te vas a esconder detrás de mí si es posible, hasta que hagamos entender a mi padre o bueno, hasta que deje de querer matarte.
—Vaya, eso me tranquiliza demasiado, tener que calmar a mi futuro suegro para que no me mate días antes de la boda.
—Solo haz lo que te diga y todo estará bien.
Safé mi mano de su agarre con un tirón y caminé a paso rápido, pasándolo de largo. Llegué a la puerta principal del lugar y sin pensarlo dos veces, empujé esta con fuerza para poder entrar.
Cuando me encontraba en el interior del infierno, detuve mis pasos en seco al escuchar el sonido de varias armas quitando el seguro. Paseé mi vista por todo el lugar y al menos siete tipos vestidos todos de negro me apuntaban desde sus lugares, precavidos ante cualquier movimiento de mi parte. Alcé mis manos con lentitud a modo de rendición y cerré mis ojos esperando lo peor. De pronto, una risa burlesca me erizó la piel de la nuca y provocó que abriera mis ojos, encontrándome con la mirada vieja, cansada y rencorosa del padre de Caleb.
—Vaya, vaya, no recuerdo que fueras así de sumisa y blanda, ¿qué le pasó a la gran perra, Morgan?
Sus palabras hicieron mi sangre hervir. Di un paso en advertencia hacia él, y de pronto una mano se envolvió en mi muñeca, deteniendo mis actos. Miré de reojo a Caleb, y este me miraba con súplica mientras aclaraba su garganta.
—Padre, es mi futura esposa, al menos podrías tratarla con más respeto.
—¿Respeto? Esta mujer no se merece eso, es una maldita desgracia para todos, su único valor es la mafia que hereda, fuera de ahí es únicamente una cualquiera que no importa.
Mi cuerpo se tensó ante sus
palabras y me safé del agarre de Caleb con brusquedad mientras daba dos pasos al tipo, el cual ya me apuntaba directamente a la cabeza con un arma.
—Vamos, dispárame si te atreves, cobarde. Ahora la entiendo, ¿sabes?, esconderse de un tipo tan repulsivo como tú debió ser su mejor opción.
Sus cejas se unieron con confusión y una sonrisa victoriosa se plasmó en mis labios. Alcé nuevamente mis manos, solo que esta vez mi postura era segura y desafiante.
—¿De qué mierda habla esta tipa, Caleb?
Miró a su primogénito con interrogación y nerviosismo mientras su mano perdía fuerza al sostener el arma que apuntaba a mí.
—Papá, eso es algo difícil de explicar.
—No creo que sea más difícil que explicar el hecho de que tu esposa es una traumada la cual fue abusada sexualmente.
Traté de contener las palabras lo más que pude, pero sus hirientes insultos y desprecios hacia mí como mujer y ser humano no ayudaron mucho. Hice mis manos puño y sin detenerme a pensar en las consecuencias, dejé salir la verdad.
—Samantha estaba viva, estaba viva hasta hace unas horas en las que terminé con su asquerosa y miserable vida.
Los ojos del tipo se abrieron en sorpresa e incredulidad. La pistola en sus manos fue tomada aún con más fuerza que la anterior y se acercó a mí de manera rápida, tomándome desprevenida.
—¡Mientes! Ella murió hace más de un año por tu maldita culpa, ¡eres una maldita mentirosa y una perra!
—Eso quisieras tú, quisieras que fuera mentira porque en el fondo te duele saber que la mujer a la que amabas se escondió de un monstruo como el que eres, que prefirió vivir en la miseria, la pobreza antes de volver a compartir cama con un poco hombre como el que eres.
—¡Cállate! ¡Cállate, hija de puta!
Presionó el arma contra mi frente y le miré de manera retadora, pero muerta de miedo por dentro. Alcé mi mentón, dándole la cara, dispuesta a morir en el intento.
—Si no me crees, puedes preguntarle a Caleb, él no te podrá mentir al respecto.
Su mirada pasó de estar en mis ojos a mirar por encima de mi hombro, tratando de encontrar la verdad en el rostro de su primogénito, quien titubeó antes de poder dignarse a hablar.
—Ella dice la verdad, papá, siempre estuvo viva, nunca te buscó porque ya no quería estar más contigo.
Su mirada se volvió a posar en mí, y con un movimiento de cabeza, sus hombres bajaron sus armas y se retiraron con un asentimiento. Fruncí mi ceño y le miré con curiosidad sin tener idea de qué sería capaz de hacer, sin embargo, su reacción me dejó perpleja.
—Toma, vayan arriba y
descansen, quedan pocos preparativos para su boda y tendremos que adelantarla dos días debido a que la CIA está detrás de nosotros.
Miré su mano, la cual poseía un juego de llaves que extendía hacia mí. Miré su rostro y este no reflejaba absolutamente nada, su cuerpo estaba tenso y su arma la había guardado en la cinturilla de su pantalón. Sin pensarlo mucho o darle tiempo de cambiar de opinión, tomé la llave y di un paso hacia atrás sin despegar mi vista de él.
—Si te reconforta algo, ella no valió la pena y nunca la valió.
Sin decir nada más, sentí como Caleb tomaba mi mano y me sacaba del lugar. Caminamos unos cuantos segundos antes de llegar a una pequeña casa justo al lado de la casa principal. Al llegar, nos adentramos y yo fui directamente al cuarto de baño, me encerré ahí y me deslicé por la puerta mientras sentía como las lágrimas rodaban por mis mejillas, mas sin embargo, ningún sonido salía de mis labios, solo era el dolor saliendo en un último aliento... agotado, devastado y furioso.