Valeria, una mujer que, tras una ruptura dolorosa, busca redescubrir su confianza y deseos más profundos. Al mudarse a una nueva ciudad para empezar de nuevo, encuentra a Mateo, un hombre enigmático y apasionado que se convierte en su vecino.
A primera vista, Mateo parece ser el tipo de hombre que desafía todas las normas y expectativas. Su vida está llena de secretos, y su atracción hacia Valeria es intensa e innegable. A medida que su relación evoluciona, Valeria debe confrontar sus propios miedos y deseos reprimidos mientras explora una conexión que desafía sus límites y redefine su comprensión del amor y la pasión.
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Capitulo 6: Atractivo Prohibido
El sol del mediodía iluminaba la ciudad cuando Valeria y Mateo se encontraron en su café habitual. Valeria había salido temprano del trabajo para disfrutar de una tarde libre, y Mateo había hecho lo mismo. Habían planeado pasar el día juntos, lejos del estrés del trabajo y las obligaciones.
Mientras esperaban sus bebidas, Valeria observó a Mateo con una sonrisa en los labios. Aunque habían pasado mucho tiempo juntos últimamente, cada momento con él se sentía nuevo y emocionante. Sin embargo, había algo más que empezaba a notarse: una tensión subyacente que ambos sentían pero no habían discutido.
—¿En qué piensas? —preguntó Mateo, notando la mirada pensativa de Valeria.
—Solo en lo mucho que ha cambiado mi vida desde que te conocí —respondió Valeria—. Me haces sentir viva, Mateo. Y no puedo evitar pensar en cuánto me atraes.
Mateo sonrió, pero había una chispa en sus ojos que indicaba que también sentía esa tensión.
—Valeria, tú también me atraes. Más de lo que puedo expresar con palabras. Pero sabes que nuestra relación es complicada. No quiero que nada arruine lo que tenemos.
Valeria asintió, comprendiendo la gravedad de sus palabras. Aunque su conexión era intensa, también era peligrosa. Había muchas cosas en juego, y ambos sabían que cruzar ciertas líneas podría tener consecuencias impredecibles.
Decidieron salir del café y caminar por el parque cercano. La conversación se desvió hacia temas más ligeros, pero la tensión entre ellos era palpable. Cada roce de sus manos, cada mirada prolongada, aumentaba la sensación de un deseo prohibido que ambos compartían pero no podían dar rienda suelta.
Mientras caminaban, se encontraron con un antiguo conocido de Valeria, un hombre llamado Andrés. Él había sido un colega suyo en un trabajo anterior y siempre había mostrado interés en ella.
—Valeria, ¡qué sorpresa verte aquí! —exclamó Andrés, dándole un abrazo amistoso—. ¿Quién es tu acompañante?
Valeria presentó a Mateo, y aunque la conversación fue cortés, Mateo sintió un rastro de celos al ver la familiaridad entre Valeria y Andrés. Después de un rato, Andrés se despidió, pero la presencia de él había dejado una marca.
—¿Todo bien? —preguntó Valeria, notando la incomodidad de Mateo.
—Sí, solo que... no me gusta ver a otros hombres tan cerca de ti —admitió Mateo, con una sonrisa forzada—. Sé que es irracional, pero no puedo evitarlo.
Valeria lo miró con ternura.
—Mateo, no tienes nada de qué preocuparte. Tú eres el único que ocupa mi corazón y mis pensamientos.
Mateo suspiró, tratando de calmar su ansiedad.
—Lo sé, Valeria. Pero a veces, la atracción que siento por ti es tan fuerte que me asusta. No quiero perderte, y no quiero que nada ni nadie se interponga entre nosotros.
Valeria tomó su mano y la apretó con fuerza.
—Nada ni nadie nos separará, Mateo. Solo tenemos que ser honestos el uno con el otro y enfrentar esta atracción prohibida juntos.
Esa noche, decidieron cocinar juntos en el apartamento de Valeria. Mientras preparaban la cena, la tensión entre ellos continuaba aumentando. Cada vez que sus manos se rozaban, cada vez que sus miradas se encontraban, sentían la chispa del deseo.
Finalmente, mientras cenaban a la luz de las velas, Mateo no pudo contenerse más.
—Valeria, te deseo más de lo que puedo soportar. Y no quiero seguir fingiendo que no siento lo que siento.
Valeria lo miró con una mezcla de deseo y determinación.
—Entonces no finjamos más, Mateo. Deja que la atracción siga su curso.
Se levantaron de la mesa y se acercaron lentamente el uno al otro. El primer beso fue suave, exploratorio, pero pronto se convirtió en algo más intenso, lleno de pasión contenida.
Esa noche, se dejaron llevar por el deseo que habían estado reprimiendo durante tanto tiempo. Fue un momento de entrega total, donde ambos se permitieron ser vulnerables y auténticos.
Pero mientras se abrazaban en la oscuridad, Valeria sabía que esto era solo el comienzo. El atractivo prohibido entre ellos era una fuerza poderosa, y aunque habían cedido a ella, sabían que aún había muchos desafíos por delante.
La mañana siguiente llegó con la luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas. Valeria despertó en los brazos de Mateo, sintiendo una mezcla de satisfacción y aprensión. Habían cruzado una línea importante, y aunque no se arrepentía, sabía que debían hablar sobre lo que significaba para ellos.
Mateo se despertó poco después, acariciando suavemente el cabello de Valeria.
—Buenos días —murmuró él, sonriendo con ternura.
—Buenos días —respondió Valeria, sintiendo una calidez que le llenaba el corazón.
Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad de la mañana. Pero ambos sabían que había cosas que necesitaban decirse.
—Mateo, lo de anoche... —empezó Valeria, buscando las palabras adecuadas.
—Fue increíble —interrumpió Mateo, mirándola a los ojos—. Pero también sé que debemos hablar sobre lo que significa para nosotros. No quiero que esto sea solo un momento aislado.
Valeria asintió, apreciando su honestidad.
—Para mí tampoco fue solo un momento. Quiero que estemos juntos, pero también sé que hay muchas cosas que debemos enfrentar.
Mateo se sentó, tomando la mano de Valeria.
—Lo sé. Y estoy dispuesto a enfrentar lo que sea, siempre y cuando estemos juntos. Pero debemos ser cuidadosos. Nuestra relación es complicada, y hay muchas cosas en juego.
Valeria asintió nuevamente, sintiendo un nudo en el estómago. Había muchas variables a considerar, desde sus carreras hasta las expectativas de sus familias y amigos. Pero lo más importante era que estaban dispuestos a enfrentar esos desafíos juntos.
Después de una conversación sincera sobre sus sentimientos y lo que querían para el futuro, decidieron tomar las cosas con calma y ser discretos. Sabían que habría momentos difíciles, pero también estaban seguros de que su conexión valía la pena.
Pasaron el resto del día juntos, disfrutando de la compañía del otro y fortaleciendo su vínculo. Aunque el futuro era incierto, sentían una renovada esperanza y determinación.
A medida que los días pasaban, Valeria y Mateo encontraron formas de equilibrar su relación con sus vidas profesionales. Se apoyaban mutuamente en sus desafíos diarios, encontrando consuelo y fuerza en su conexión. Sin embargo, la tensión de mantener su relación en secreto y las miradas furtivas de los demás comenzaban a afectarles.
Una noche, mientras cenaban en el apartamento de Mateo, Valeria notó que él estaba más callado de lo habitual.
—¿Todo bien, Mateo? —preguntó, preocupada.
Mateo suspiró, apoyando los codos sobre la mesa.
—He estado pensando en nosotros y en cómo podemos hacer que esto funcione sin que nos afecte tanto. Quiero que podamos estar juntos sin sentirnos presionados por los demás.
Valeria se inclinó hacia él, tomando su mano.
—Lo sé, Mateo. Pero necesitamos tiempo. Las cosas no cambiarán de la noche a la mañana, pero si seguimos apoyándonos, podemos superar cualquier cosa.
Mateo asintió, agradecido por sus palabras.
—Tienes razón. Solo necesito recordarme a mí mismo que estamos en esto juntos.
Decidieron tomarse un fin de semana para escapar de la ciudad y desconectar de todo. Encontraron una cabaña aislada en las montañas y se dirigieron allí, buscando un respiro del estrés cotidiano.
El entorno natural y la tranquilidad les permitieron reconectar de una manera más profunda. Pasearon por los senderos, cocinando juntos y hablando sobre sus sueños y miedos. En la cabaña, lejos de las miradas inquisitivas y las expectativas de los demás, se sintieron libres de ser ellos mismos.
Una noche, mientras contemplaban las estrellas desde la terraza de la cabaña, Mateo tomó la mano de Valeria y la miró con una seriedad que la conmovió.
—Valeria, no quiero que nuestra relación se base en ocultarnos o en temer lo que los demás piensen. Quiero que podamos ser nosotros mismos, siempre.
Valeria asintió, sintiendo una renovada determinación.
—Y lo seremos, Mateo. Solo necesitamos tiempo y paciencia. Y, sobre todo, confiar en nuestro amor.
La escapada les permitió recargar energías y volver a la ciudad con una nueva perspectiva. Sabían que habría desafíos por delante, pero estaban más decididos que nunca a enfrentarlos juntos.