Tras la pérdida de de su persona amada Ethan decide buscarlo en un nuevo universo. Precisamente en ese universo está la persona indicada pero el pasado oscuro lo persigue no quedará libre de los pecados sucedidos en su propio mundo, la destrucción de su propio amor
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Mi pequeño héroe
El sol se había puesto ya, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras, mientras Lian se encontraba en la cocina de su casa. Había sido un día un poco largo y agotador, pero la idea de pasar la noche con Ethan le llenaba el corazón de alegría. Habían estado juntos durante todo el día, y cada momento a su lado parecía mágico. Su risa, su forma de mirar, todo en él lo hacía sentir viva.
Ethan había ido a la ducha, dejándolo solo en la cocina. Lian decidió que era el momento perfecto para sorprenderlo con una cena especial. Después de todo, no solo quería disfrutar de su compañía, sino también demostrarle que podía ser un buen anfitrión. Así que se puso manos a la obra. Sacó algunos ingredientes del refrigerador: pollo, verduras frescas y especias. Su mente comenzó a divagar mientras pensaba en cómo podría hacer que la cena fuera memorable.
Sin embargo, mientras se movía por la cocina, su entusiasmo lo llevó a apresurarse. En su intento de calentar una sartén con aceite de oliva, derramó un poco sobre la estufa. No le prestó mucha atención; estaba demasiado inmerso en sus pensamientos sobre cómo sorprender a Ethan con una cena romántica. Pero cuando encendió el fuego, el aceite comenzó a chisporrotear y, en cuestión de segundos, el humo comenzó a llenar el aire.
Lian se dio cuenta del desastre que había causado cuando vio cómo el humo comenzaba a elevarse desde la estufa. Su corazón se aceleró y su mente entró en pánico. —¡Oh no! ¡Esto no puede estar pasando!— pensó mientras intentaba apagar el fuego con un paño. Sin embargo, el humo solo parecía aumentar, y en un instante, se dio cuenta de que necesitaba ayuda.
Justo en ese momento, Ethan salió del baño envuelto en una toalla blanca que acentuaba su figura atlética. Su cabello aún goteaba agua, y su mirada se tornó seria al ver la escena caótica que se desarrollaba ante él. El olor a humo era penetrante, y Lian estaba tratando desesperadamente de controlar la situación.
—¡Lian! ¿Qué está pasando?— preguntó Ethan, acercándose rápidamente a ella.
—Yo… estaba intentando cocinar algo especial y… bueno, parece que me he metido en un l, —,— respondió Lian con una mezcla de preocupación y vergüenza.
Ethan no perdió tiempo. Se acercó a la estufa y apagó el fuego con un movimiento rápido. Luego abrió las ventanas para dejar escapar el humo y permitir que el aire fresco entrara en la habitación. Mientras lo hacía, Lian no pudo evitar observarlo. La forma en que se movía con confianza y determinación lo hizo sentir una oleada de admiración por él.
—¿Estás bien?— preguntó Ethan, volviéndose hacia el con preocupación en sus ojos.
—Sí, solo un poco asustado,— admitió Lian mientras se pasaba una mano por el cabello, tratando de despejarse de la confusión del momento.
Ethan se acercóél el y tomó sus manos entre las suyas. —No te preocupes. Esto es solo un pequeño contratiempo. Podemos arreglarlo juntos,— dijo con una sonrisa tranquilizadora.
Lian sintió cómo su corazón latía más rápido ante la cercanía de Ethan. Su toque era cálido y reconfortante. —Lo siento mucho. Solo quería hacer algo especial para nosotros,— murmuró.
—Y lo aprecio,— respondió Ethan. —Pero tal vez deberíamos empezar con algo más simple. ¿Qué te parece si hacemos una pizza juntos? Es fácil y divertido.—
La idea le pareció genial a Lian. La cocina había sido un campo de batalla, pero ahora tenía la oportunidad de compartir una experiencia divertida con Ethan. —¡Sí! Me encantaría hacer pizza cont, —o,— exclamó con entusiasmo.
Ambos comenzaron a reunir los ingredientes necesarios: masa para pizza, salsa de tomate, queso mozzarella y una variedad de toppings: champiñones, pimientos, aceitunas y pepperoni. Mientras trabajaban juntos en la cocina, Lian no podía evitar sonreír cada vez que miraba a Ethan. La forma en que sus manos se movían con destreza al picar los ingredientes, su risa contagiosa cuando accidentalmente derramaban un poco de harina… todo eso hacía que el caos inicial pareciera un mal recuerdo.
—¿Sabías que hacer pizza es una tradición en muchas familias?— preguntó Lian mientras extendía la masa sobre la mesa.
—Sí, he escuchado eso,— respondió Ethan mientras colocaba los ingredientes sobre la masa. —Mis amigos solían hacerlo todos los viernes por la noche. Era nuestra forma de pasar tiempo juntos.—
—Eso suena maravil, —so,— dijo Lian, sintiendo una conexión más profunda con él al compartir esos momentos personales.
Mientras continuaban cocinando, Lian comenzó a relajarse y disfrutar del momento. La música suave sonaba de fondo y las risas llenaban la cocina mientras ambos competían amistosamente para ver quién podía crear la pizza más creativa. Al final, decidieron hacer dos pizzas: una clásica de pepperoni y otra más atrevida con todos los ingredientes que pudieron encontrar.
Cuando las pizzas estaban listas para hornear, Ethan se volvió hacia Lian con una expresión juguetona. —¿Sabes? Creo que deberíamos hacer esto más a menudo. Cocinar juntos es mucho más divertido que hacerlo solo.—
—Totalmente de acuerdo,— respondió Lian con una sonrisa amplia. —Además, siempre hay algo nuevo que aprender.—
Mientras esperaban que las pizzas se cocinaran en el horno, Ethan tomó un momento para observar a Lian. La luz del atardecer iluminaba su rostro, destacando sus rasgos delicados y su risa contagiosa. Se sentía afortunado de tenerlo en su vida. —Lian, quiero que sepas que me encanta pasar tiempo contigo,— dijo sinceramente.
El se sonrojó ligeramente ante sus palabras. —A mí también me encanta estar contigo, Ethan. Haces que todo sea más divertido.—
En ese instante, el temporizador del horno sonó y ambos se dirigieron rápidamente hacia él. Al abrir la puerta del horno, el aroma irresistible llenó la cocina y sus estómagos rugieron al unísono.
—¡Huele increíble!— exclamó Lian mientras sacaban las pizzas doradas y burbujeantes.
Se sentaron en la mesa a disfrutar de su creación culinaria. Cada bocado era una mezcla perfecta de sabores y risas; era imposible no sentirse feliz en ese momento. Mientras comían, comenzaron a hablar sobre sus sueños y aspiraciones.