Objetivo: Venganza

La saludo con un gesto y espero que se dirija a hablar con Rodrigo, en cambio se detiene a hablar con Alicia, una compañera de trabajo que es siempre amable y conmigo, ya que estamos casi al lado. 

-¿Cómo estuvo el fin de semana?- pregunta ella, luego de saludar. 

-Agradable, salimos con mi familia a dar una vuelta al parque- responde Alicia, la que tiene un hijo pequeño quien en esta época debe tener unos tres o cuatro años, además de su esposo. 

-Eso es bueno, yo salí a tomar y me pasé de copas, ni siquiera recuerdo cómo fue que volví- admito con parte de la verdad.

-No sabía que te gustara tanto salir a tomar- dice Elisa. 

-Ni yo. Es la primera vez que pierdo la conciencia de ese modo- respondo. 

-Quizá algún amigo te llevó de vuelta- dice Alicia. 

-Supongo o volví solo y simplemente no lo recuerdo- por alguna razón el hablar con Elisa me hace sentir como siempre en su presencia. Con una familiaridad sorprendente, después de tantos años, pero con un poco de nerviosismo, del que nunca me pude deshacer del todo.

-¿Quizá tu novia te llevó?- intenta Elisa. 

-Naa, no tengo novia- digo e inmediatamente me doy cuenta de mi error, cuando la miro confundida. Creo haber dicho en ese tiempo que tenía una novia de años, para que Rodrigo, quien había estado empezando a darse cuenta de que me gustaba Elisa, no la apartara de mí. Pero esto puede que sea bueno. Si quiero tener una oportunidad con ella, no puedo dejar que el mismo malentendido siga en esta ocasión. 

-Pensé que tenías una- dice Elisa, corroborando mis pensamientos. 

Bajo la voz como si estuviera diciendo un secreto, sólo para ellas dos. -La verdad es que a veces digo que tengo una novia para que mis amigos no me molesten presentándome chicas al azar- también creo que fue cierto en su momento que mis amigos intentaban presentarme a chicas, pero esa no fue la razón de haber mentido. 

-Pues deberías conocer a alguien. Yo estoy casada, Elisa tiene un novio, estás atrasado- bromea Alicia. 

-No, deja que vaya a su ritmo. Conocer a alguien es difícil después de todo, debes tomarte tu tiempo. No te preocupes Mateo, no diremos tu secreto- asegura Elisa, mientras sonríe. 

Me siento sonreír también, sólo para corresponder a su sonrisa. Eres un idiota. Casi once años, dos matrimonios fallidos y aún suspiras por la misma chica. Me reprendo, pero ni siquiera yo puedo detenerme de quererla. No pude ni cuando estuvo tras las rejas, no lo hice cuando estaba con otras mujeres, no lo logré en ningún momento. 

Elisa se despide de nosotros y de reojo veo como saluda a Rodrigo, pero no va a hablar con él, simplemente se sienta en su puesto. 

Miro hacia delante y algo tan pequeño, como el que se haya detenido a hablar y no haya ido con él, me hace feliz. Tampoco está mal haber aclarado el malentendido de la supuesta novia. Algo que no tuvo sentido aclarar en mi experiencia pasada. 

El día pasa rápido y me sorprende lo fácil que fue adaptarse nuevamente a este trabajo. Después de años de experiencia y conocimientos de lo que viví, estos trabajos que antes me resultaban difíciles, ahora son sorprendentemente fáciles. 

Para el final del día, las antiguas amigas de Elisa y Rodrigo se reúnen al lado de ella y luego de despedirme de Alicia, voy hacia allí, porque aunque desprecio a todas esas personas, no dejaré que hagan lo que quieran con Elisa, no nuevamente. 

-¿Qué hacen?- pregunto acercándome. 

-Queremos salir a tomar algo, ¿vienes?- me pregunta Carla, una de las tres chicas que siempre estaban juntas y que descubrimos se burlaban de Elisa a sus espaldas. 

-¿Por qué no?- digo, mirando de reojo a Elisa. Este tipo de viaje a tomar lo teníamos regularmente en ese tiempo y es una de las razones del por qué terminé como padrino de boda, cuando todo lo que quería era que se cancelara. Y aunque lo hizo, no fue tan bien luego de eso. Como un idiota, estaba esperando a que Elisa pudiera sanar un poco sus heridas, antes de acercarme más, pero fue contraproducente. Ella se llenó de odio e intentó matar a Rodrigo en su lugar. 

Pasé gran parte de esos años, viviendo con arrepentimientos por lo que hice, pero sobre todo por lo que no hice y no quiero repetirlo. 

La salida fue como eran regularmente en ese tiempo, la única diferencia fue que prácticamente Elisa y yo no bebimos casi nada y su presencia fue lo que me permitió soportar a esas personas. Ambos sólo nos dejamos llevar por la conversación banal del resto. 

Sin embargo, cuando llegó la hora de pagar. Simplemente me hice el tonto, buscando mi billetera como si no la tuviera conmigo. 

-Definitivamente la dejé en casa- declaro, después de unos momentos más. -Lo siento, pero tendrás que pagar por mí está vez- digo a Rodrigo, quien tiene una expresión que no puede disimular de no querer hacerlo, pero sin saber cómo negarse aún. Es lo menos que puedo tener por todas las veces que supuestamente se le quedó la billetera o no tenía suficiente dinero, luego de tomar todo lo que pudo y tuvimos que pagar por él, Elisa o yo. 

-No te preocupes Mateo. Rodrigo no pagó la última vez, así que le toca pagar por todos hoy- declara ella, sumándose. 

-Cierto Rodrigo, paga por nosotras- ríe Carolina, totalmente borracha. 

Intento no hacer una mueca, ya que desde que llegué he estado aguantando las ganas de golpear a alguien, preferentemente a Rodrigo o tirar al suelo a alguna de estas jodidas arpías. 

-No tengo…- empieza a decir Rodrigo con una sonrisa de disculpa, pero Elisa se le adelanta. 

-Mateo, ¿Vamos en la misma dirección, cierto? Tomemos un taxi juntos, ya que Rodrigo pagará por el bar, yo pago el viaje. 

-Me parece bien- digo, tomando mis cosas, deseando viajar con ella. Creo que justo después de esto encontraré mi billetera e invitaré el viaje. Intento no sonreír por irme con ella y rápidamente nos despedimos del resto. 

-Cariño, ¿no quieres esperar por mí?- pregunta Rodrigo, mientras se acerca a dar un beso a Elisa y casi salto a detenerlo, pero me recuerdo que no puedo hacerlo, no aún. Sin embargo, Elisa es la que lo detiene. 

-Estás demasiado borracho, no es un buen olor. Nos vemos mañana- dice, luego salimos de allí y los dejamos para pagar por una vez. 

Es una pequeña venganza, pero esto sólo es el principio. Pienso cobrarme todo lo que nos quitaste.