La Pasión De Un Beaumont

Miranda se miró en el espejo, esa noche irían a la fiesta que organizaba empresas Zouvelekis en casa de Alexos.

Miranda bajo a la sala, Sander la observó estaba hermosa.

— Te ves muy bella le dijo Sander.

— Gracias dijo ella.

Sonrió mientras atravesaban la alfombra roja, sonrió a las cámaras, sonrió a los invitados y sonrió a Alexos, y su esposa cuando Sander los presento.

Sander estaba más sexy que nunca en su papel de magnate, se había separado de ella unos minutos.

— Lo siento, debía atender un asunto se disculpo Sander.

— No te preocupes. Lo estoy pasando bien.

—Me alegro —dijo él, mirando su escote—

Todo allí brillaba, sobre todo los vestidos de las señoras. Miranda alzó la cabeza. Tal vez Sander no estuviera todo el tiempo a su lado, pero lo tenía enfrente mirandola.

— ¿Cómo te llevas con Miranda?, pregunto Alexos mirando a su futura cuñada.

— Es algo desconcertante, me refiero a que la primera vez que la vi en la isla me dio la sensación de que era alguien a quien su padre presionaba para casarse, pero ahí está mírala conversando con uno y con otro como si los hubiera visto siempre. Y ambos sabemos que no es así.

— Sí no estás seguro de la boda, es mejor que retractes ahora. Independientemente de que estoy de acuerdo en cuanto debes sentar cabeza no creo en los matrimonios concertados, estamos hablando de la mujer con la que pasaras tu vida y será la madre de tus hijos le espetó Alexos.

— Hay algo quese llama divorcio exclamó Sander.—Alexos lo miró muy serio. — Al menos es bonita, bromeó Sander. Pero su hermano frunció el ceño.—Deja de mirarme así, solo bromeó digamos que esperaba que estuviera colgada de mi brazo toda la noche colgada de mi brazo.

—¿ Necesitas una mujer colgada de tu brazo para sentirte más hombre?,pregunto Katherine Beaumont arrugando la nariz. Alexos se rió.

— No te han enseñado a no escuchar conversaciones ajenas exclamó Sander mientras la saludaba con un beso en la mejilla.

— Intentaron , dijo Kat provocando que Alexos sonriera.— ¿ Dónde está ella? quiero conocer a la mujer que ha conseguido cazarte.

— Está con Nathalie. Tú podrías haberme cazado hace muchos años, comento Sander.

— Por cinco minutos exclamó Kat riéndose.

— Muy graciosa, dime ¿ donde esta el rey que has cazado?, pregunto Sander.

— En Burhan, el no necesita tenerme colgada del brazo para sentirse seguro exclamó Kat.

Alexos soltó una carcajada , mientras Kat se dirigía a saludar a su hermana.

La mesa era lo suficientemente grande pero eso no im­portaba. Le bastaba con saber que estaba allí. Y que la observaba. Miranda se giró deliberadamente a hablar con su compañero de mesa. —¿Y qué asuntos le traen por Grecia, caballero?.

—Soy el embajador americano —respondió el hombre con gesto sorprendido. Miranda sintió deseos de esconderse debajo de la mesa. Tenía las mejillas ardiendo.

—Lo siento, no lo sabía. Lo cierto es que no vivo en Atenas y...

—Tendría que haberme presentado —la interrumpió el embajador para atajar su incomodidad—.

Mientras servían la cena Miranda charló amigablemente con Jason, que así se llamaba el embajador. Le explicó que su esposa había regresado momentáneamente a los Estados Unidos para matricular a su hija en el colegio. Durante toda la conversación Miranda hizo lo posible por ignorar la mirada fija de Sander.

Su prometido era lo suficientemente educado como para conversar con la pareja que tenía a su lado. Cuando retiraron los platos del postre los camareros trajeron bandejas con botellas abiertas de champán. Sirvieron el espumoso y Alexos pronuncio un pequeño discurso.

Miranda se unió al aplauso y llegado el momento se llevó la copa a los labios. Sentía demasiadas emociones contradictorias.

Alexos dio por concluida la cena invitando a todo el mundo a bailar en la pista. Miranda se levantó de la silla y escuchó los primeros acordes de la música. La agarraron cuando estaba a punto de alcanzar la puerta.

—El embajador americano está felizmente casado exclamó Sander.

—Punto uno: Suelta mi brazo, ahora. exclamó Miranda girándose hacia Sander —. Punto dos: lo sé todo sobre la esposa de Jason y su hija. Hemos pasado un rato muy agradable charlando, así que no te atrevas a convertirlo en algo ruin.

Los ojos oscuros de Sander tenían una expresión indescifrable. Apretó ligeramente la mandíbula. Miranda temió durante un instante.

Afortunadamente Sander se limitó a guiarla hacia la pista y tomarla entre sus brazos para bailar. Se movieron en silencio. Miranda se relajó con el ritmo de la música apesar de la diferencia de altura bailaban bien juntos. Ella se anticipaba con facilidad a sus movimientos. El calor que emanaba el cuerpo de Sander la hacía sentir segura.

«Segura», pensó con tristeza. Aquel era un concepto extraño. Miranda cerró los ojos para tratar de conjurar el dolor que le provocaba pensar en el pasado...

El lunes Miranda se dirigió junto a Irina a ver el colegio donde Anastasia entraría.

Obviamente, al ser hija de una sirvienta, ellos no tenían interés.

— Mi nombre es Miranda Gakis, soy hija de Petros Gakis. Mi familia apadrinará a Anastasia, le tenemos mucha estima a Irina. Ella me crío dijo Miranda.

— Es un gran gesto de su padre y usted exclamó el director.— Creo podremos hacer una excepción.

— ¿Entonces recibirán a Anastasia?, pregunto Miranda.

— Por supuesto para nosotros es un honor que su familia pensara en nuestro colegio exclamó el director...

— A su padre le dará un ataque exclamó Irina al salir del colegio.

— Seguramente, pero no dirá ni hará nada si lo hace sabe que no entraré en la iglesia. Miranda salió a la puerta y se chocó con Nathalie Beaumont.

— ¡Miranda!, ¿ qué haces aquí? exclamó Nathalie.

— Vine a acompañar a Irina a inscribir a su hija al colegio. ¿Tus hijas estudian aquí?, pregunto .

— Sí Eleonora y Helena estudian aquí exclamó .

— Que bien, debo hacer unas compras fue un placer verte dijo Miranda.

— Espero podamos almorzar antes de la boda, les prometí a Sander que te ayudaría.

— Por supuesto.

Nathalie miró hacia donde estaban Irina y su hija junto a la limusina no pudo ver el rostro de la pequeña solo las puntas rubias de su cabello.

— Muy bien iremos a comprar todo lo que necesitas para el colegio dijo Miranda.

— Señora ¿por qué no deja que yo me ocupe?, es peligroso para usted.

— Nunca pude hacer nada y tú lo sabes. No importa legalmente no hay manera que lo prueben y si mi padre lo sabe poco me importa, quiero hacerlo también compraré dos teléfonos, ya sabes me iré de viaje y si algo pasa quiero que me llames.

— Está bien haremos lo que usted quiera y que Dios nos proteja si su padre lo llega a saber.

— No pasará nada exclamó Miranda.

Tras una extensa jornada de compras, Miranda regreso a la casa de Sander.

— Ocúpate de instalar muy bien a la niña, te veré más tarde.

— Por supuesto señora muchas gracias dijo Irina dirigiéndose hacia la puerta de servicio.

Miranda estaba cruzando la sala cuando Sander reclamo su atención.— ¿Dónde estabas?, pregunto.

Miranda se giró y lo miró — Fui a realizar unas compras.

— Has estado todo el día fuera y solo has comprado eso exclamó Sander observando la bolsa. Miranda lo miró era tonto mentir, ella había salido con el chófer y un custodio y además había visto a Nathalie.

— Acompañe a Irina a inscribir a su hija al colegio, puedes corroborar la información con el chófer y custodio. También con tu cuñada me la crucé en el colegio. Luego fui a realizar unas compras que Irina.

— ¿Fuiste de compras con la sirvienta?, exclamó Sander sorprendido.

Miranda lo miró con desagrado — Sí, lamento que seas tan susceptible, si pasee con la sirvienta. Espero no arruinar tu reputación con mis actividades delictivas exclamó se dio la vuelta.

— Detente ahí que estoy hablando contigo le gritó Sander. Miranda se giró y lo miró

— No me vuelvas a levantar la voz, no te aguantaré esos tratos.

— Yo tampoco los tuyos, ¿Porque me hablas así?, pregunto Sander.

— Porque eres igual a mi padre. Tendrías que haber visto tu cara cuando te dije que fui de compras con la empleada. Piensan que hay personas de primera y de segunda clase. Tú te vas a casar con una de segunda clase, soy la hija bastarda de Petros Gakis, soy producto de una infidelidad ¿Por qué supones que crecí en esa isla? ¿Porqué crees que nadie sabía de mí?. Aún estas a tiempo de arrepentirte y no tener un artículo de segunda como esposa.

Miranda se dirigió a su habitación estaba furiosa consigo misma, no debería haber perdido el control de semejante manera.

Miranda se había negado a cenar, una hora después ella terminaba de ducharse cuando escucho unos golpes en la puerta. Al abrir se encontró con Sander.

— ¿Puedo pasar?, pregunto él.

— Por supuesto estas en tu casa exclamó Miranda.

— Pero es tu habitación y esta es tu casa. Rara vez me quedo sin palabras dijo él ingresando a la habitación. — Quería disculparme, no fue mi intención hacerte sentir mal, no creo que hay personas de primera y de segunda. Y definitivamente no considero que seas un artículo y mucho menos de segunda. Solo que me sorprendió, no pensé que para ti esa mujer fuera tan importante. Creí que solo la traías porque conocía tus gustos.

— Irina me crío, mi madre se fue cuando yo tenía tres años y no volví a saber de ella. No te preocupes los abogados de papá seguro se ocuparon de eso, no va a aparecer.

— No estoy preocupado, supongo que eso explica por qué eres tan diferente a Analissa

— No me llevo bien con ella, exclamó Miranda.

— Mira independientemente de que este matrimonio sea concertado, no funcionará si tenemos ideas preconcebidas, si es un matrimonio arreglado, pero no por eso tiene que ser un matrimonio horrible y tortuoso. Me dijiste que cuando tú supieras lo que yo esperaba de ti, todo iría bien. Ya sé lo que quiero de ti. Quiero que no me juzgues por pecados ajenos, te puedo asegurar que por más que sea griego y tenga dinero. No soy tan snob y no juzgo a las personas por lo que poseen y definitivamente no me molesta que cuides de una empleada que ha sido tan importante para ti. Supongo que aceptaste el matrimonio para salir de la isla, y como bien sabes y te dije es un matrimonio arreglado, pero no por eso tiene que ser una tortura para ti, si tú no quieres casarte lo comprendo. Entiende quiero este matrimonio, pero si tú no quieres lo entenderé y te ayudaré a instalarte donde desees y no tengas que regresar a esa isla exclamó Sander sorprendido de su propia generosidad.

Miranda lo miró a los ojos y lo besó. En cuanto comprendió lo que había hecho se apartó.

—Lo siento no debí hacerlo. Sander se acercó a ella y la besó apasionadamente, en cuanto el comenzó a deslizar sus manos por su cuerpo. Miranda se apartó algo desconcertada

— Lo siento no debí dejarme llevar , no quise faltarte el respeto exclamó Sander.

— No soy virgen murmuró ella.

— Lo supuse considerando que tienes veinticinco años, no soy tan intolerante. Yo tampoco soy virgen. Supongo que tuviste un novio en la isla.

— En realidad fue hace muchos años, el tenía mi edad ambos éramos vírgenes. Errores de juventud creo que lo llaman, papá lo corrió de la isla porque nos vio conversando, se le había dado por aparecer ese día.

— ¿No iba seguido a verte?, pregunto Sander.

— No, papá no me ha explicado qué gana con este matrimonio. Aunque no crecí a su lado sé que no hay nada que odie más que el apellido Zouvelekis. Sander la miró en silencio, él había prometido no decir nada

— tu padre se está haciendo mayor y supongo teme que si algo le pasa sus hijas queden desprotegidas.

— ¿Y a ti que te ofreció?, pregunto Miranda.

— Hace muchos años nuestros abuelos hicieron negocios, papá recién estaba iniciando y cometió un error. Tu abuelo se quedó con todo se supone, tu padre va a devolver la empresa tras nuestra boda y la contienda entre ambas familias terminará.

— En otras palabras mi abuelo les robo exclamó Miranda.

— Solo es dinero Miranda, no debes sentirte mal por eso...