Sonia está perdidamente enamorada del mejor amigo de su hermano. Dante es 8 años más grande que ella por lo que sólo la ve cómo una niña.
A Sonia no le importa y cómo la vea el. Siempre está tratando de ganarselo. Pero al cumplir los 18 años de da por vencida ya que el se compromete con una mujer que aparentemente es perfecta.
Sonia decide dejar de ser una arrastrada y sale del país con el corazón roto. Y con la importante decisión de enamorarse de alguien más.
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CÁLLATE
Después de eso pensé que las cosas sería diferentes. Pero el me siguió tratando igual que siempre.
A veces incluso metía chicas a su casa para tener sexo. Cada vez que escuchaba esos ruidos extraños en su habitación yo prefería irme y volver al día siguiente.
Mi tía sabía de mis sentimientos a su hijo. Y me decía que lo regañaria por ese comportamiento. Pero yo le decía que estaba bien. Sabía que el tenia sus necesidades y qué no tomaba a nadie enserio. Por esa razón no me importaba.
Seguí mi vida y decidí tomar un curso de fisioterapia para poder darle masajes que lo ayudarán a recuperarse.
Dos años después.
En mi cumpleaños número 17 mi padre me preguntó que quería estudiar. Yo con mucha felicidad le dije que médico cirujano. Quería estudiar el tema para un día poder operar a Dante y que el volviera a caminar.
— ¿Médico?
— Si.
— Está bien. Te voy a complacer.
— Gracias Papi. Te amo.
— Y yo a tí.
En sólo seis meses entraría a la universidad de medicina. Con el promedio que tenía sería muy fácil. Sólo debía mantenerlo y todo estaría bien.
Al día siguiente visité a Dante. Su madre me dió una noticia que no me esperaba.
— El medico lo revisó y dijo que gracias a los cuidados que ha recibido el podrá volver a caminar.
— ¿Enserio?, son grandes noticias. — La abracé feliz.
— Pero hay un problema.
— ¿Cuál?
— El necesita someterse a una operación.
— ¿Y? — Yo no veía ningún problema en eso.
— No quiere.
— Hablaré con el. Trataré de convencerlo.
— Gracias.
Subí al segundo piso y toqué la puerta.
— Adelante.
— Hola.
— Hola Sonia. — Desde hace un tiempo dejó de llamarme princesita. — Tú madre me contó sobre tú operación.
— Si viniste para tratar de convencerme déjame decirte que...
— Está bien.
— ¿Qué está bien?
— Sí no quieres operarte yo lo entiendo.
— ¿En serio?
— Ajá. Supongo que ya te encariñaste con la silla y no quieres dejarla.
— No es eso. Es que yo...
— Tienes miedo de que no funcione.
— Si.
— ¿Y si funciona?
— No puedes saberlo.
— Sí funciona tú volverás a caminar y si no funciona te quedarás en la silla con la que ya te encariñaste. Pasé lo que pasé siempre ganas.
El se rió con incrédulidad.
— Tienes una forma extraña de convencer a las personas.
— ¿Funcionó?
— Tal vez. — Lo abracé emocionada.
— Lo sabia. Tengo un don para convencer.
Días después.
La operación se llevó a cabo. Todo salió de maravilla. El recuperó la sensibilidad de las piernas.
— ¿Cómo estás?
— Gracias a tí muy bien.
— Es por tus esfuerzos. Porqué nunca te rendiste.
— Una chica no me dejó. — Sonreí.
— Gracias por todo. Por estar conmigo incondicionalmente.
— No fue nada. Ahora hay que tomar terapia y recuperarte al 100%.
— Lo que órdenes.
...Un mes después....
Dante estaba cómo nuevo. Ya caminaba a la perfección. Y lo primero que hizo fue ir a ponerse una borrachera con mi hermano.
Par de Irresponsables. Lo segundo que hizo fue ir a divertirse con mujeres. Eso sí me dolió. Pensé que las cosas ahora sí serían diferentes. Pero al parecer me equivoqué.
Igualmente lo invité a mi graduación. El aceptó. Le pensaba contar lo que había decidido. Todavía estaba con la idea de ser médico cirujano.
Ese día me vestí hermoso. Me hice un maquillaje bonito y esperé a que el llegará por mi. Se retrasó más de media hora así que mi hermano y padre me llevaron. Ellos irían por separado pero al ver que Dante no llegaba decidieron llevarme.
En la fiesta todo iba bien. Bailé con mi hermano y con mi papá. Con nadie más.
Luego ví a Dante en una esquina y me acerque. Cuándo estuve a dos metros de distancia una chica se acercó a él y tomó su mano.
Subí la mirada para verla. Y enserio me quedé con la boca abierta. ¿Sandra?, me pregunté en la cabeza. Tal vez estoy alucinado. Pero era imposible. Lo único que tomé fue ponche. Algunos aún no teníamos los 18 por lo que no se permitió alcohol en la fiesta.
— Dante.
— Tú y yo necesitamos hablar. — Tomó mi mano apretándola muy fuerte y me llevó al jardín de la escuela.
— ¿Qué pasa?
— ¿Cómo te atreviste?
— No se de qué hablas.
— ¿No sabes?, ¿De verdad no sabes? — Su actitud agresiva me estaba asustando.
— ¿Porqué me hablas así? — Mis ojos se cristalizaron. Soy muy sensible.
— Siempre pensé que eras la única persona que no me mentiría. La única en la que podía confiar ciegamente. Me has decepcionado mucho.
— ¿Porqué? ¿Qué hice para decepcionarte?
— ¿Sigues sin admitir tú error?
— Te juro que no se de qué hablas.
Dante sacó su teléfono y puso un audio.
— Quiero quedarme con el. No importa si tengo que ser su enfermera. ¿Comprendes.? — Esa era la voz de Sandra. Pero eso no era lo que ella me había dicho en esa ocasión.
— Lo entiendo. Eres una tonta
— ¿Tonta?
— Si. Tonta. Eres una tonta. O simplemente alguien que sabe amar. Sea cual sea la razón sólo quiero pedirte que nunca te acerques a el. — Espera, espera eso no fue lo que yo dije.
— No pienso hacerte caso.
— No vuelva a aparecer en su vida. O de lo contrario le diré a mi padre que destruya a tu familia. Soy la su adoración así que no dudará en hacer lo que le pido.
— Ese audio es falso. Yo nunca dije eso.
— Esa parecía tú voz.
— Admito que hay cosas que si dije pero no todas. Ella lo editó para que...
— CÁLLATE. — me gritó enojado. — No te quiero cerca de mi. No quiero que aparezcas en mi vida de nuevo.
— Pero Dante. Yo te juro que ... — Mis lágrimas se hicieron presentes.
— No me jures nada. Con ésto me doy cuenta de que nunca terminas de conocer a nadie. Yo pensé que te conocía. Me has decepcionado mucho.
— Dante.
— No vuelvas a llamarme por mi nombre.
— Dante por favor escúchame. — Lo tomé del brazo.
— Sólo eres mi amiga pero te metiste así en mi vida. Arruinaste mi felicidad y me condenaste a una vida sin la mujer que amó. Si hiciste eso siendo sólo mi amiga no imaginó cómo serías si fueras algo más. Haste un favor y no te acerques a mí. No te quiero en mi vida. — Jaló su brazo con fuerza y se fue.
Esas palabras aparte de arruinar mi noche y romper mi corazón me dejaron claro que hay personas muy estupidas. Una de ellas era yo. Yo que había hecho de todo por el. Lo cuidé, lo animé, estuve incondicionalmente. Y la otra persona era el. Porqué en todos esté tiempo no la olvidó. Se metió con otras chicas pero siempre estuvo pensando en ella. Ella que lo había abandonado cuándo más lo necesitaba. Ella que nunca lo visitó ni se molestó en preguntarle a nadie por la salud de el.