"AUT VIAM INVENIAM AUT FACIAM" (encontraré mi camino o haré el mío yo misma) - susurró en latin. Era una declaración de guerra. "Él pasaba horas dibujándola a ella en papel y ella se pasaba las horas dibujándole palabras de amor en la piel. Habían estado seis meses juntos y habían vivido mil cosas. Creyó que le conocía como nadie. Ahora debía aprender que nadie conoce a nadie. La traición siempre es más dolorosa cuando quien la comete es el más amado por ti."
Bixby es una experta en matar y proteger. Toba la convierte en su numerale, su mano derecha. Él es el jefe de todos los jefes de la mafia y juntos se convierten en invencibles. Todos la llaman L'onorevole del Don y la consideran el bien mas preciado del jefe. Entre ellos saltan chispas y Toba no tarda en convertirla en su goomah (amante). Pero la hermosa asesina, no es adecuada para ser la gran señora de la casa al lado de él y elige a otra mujer como su esposa.
Nunca mas le permitirá verla ni acercarse a ella.
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Nacida para matar
Capítulo 6
Nacida para matar
Bixby marcó todos los botones del ascensor desde el tercero hacia arriba en cuanto se aseguró de que Toba había subido a la escalerilla.
Claramente, la intención era jugar al gato y al ratón y mantener al enemigo despistado sobre la planta en la que se encontraban y haciendo esto el ascensor se detendría en cada planta.
Salió al pasillo y llamó al segundo ascensor. Por fortuna las puertas se abrieron casi de inmediato y llevó a cabo la misma operación. Al tercer ascensor lo llamó y lo envió a la primera planta.
Adivinó qué probablemente los atacantes estaban bajando desde la planta dieciocho, donde había estado Toba. Se dirigió rápidamente a las escaleras de servicio y abrió la puerta. Sin que se oyera ningún ruido se asomó al hueco y tal como pensaba vio algunas sombras moviéndose un par de plantas más abajo. Previsiblemente subían a buscarlos.
Luego giró la cabeza hacia arriba y se quedó observando hasta que se aseguró de que también los venían buscando desde arriba. Aún quedaba mucho tiempo hasta que llegaran.
Era obvio que habían hablado entre ellos y creían atraparlos en las escaleras. Y si acaso usaban los ascensores muy seguramente también les esperaban en las puertas. Bixby sonrió porque la jugada le había salido perfecta.
Sin dudar ni un segundo empezó a bajar con total seguridad. Ni siquiera le importaba mucho si la escuchaban aunque era mejor tomarlos por sorpresa. Por los sonidos que le llegaban, notó que subían al menos tres personas y ya sabía que los de arriba eran dos.
Empezaría por los de abajo porque eran los que más cerca estaban. Tenía que actuar deprisa porque, aunque en este momento la mejor opción era separarse de Toba, no estaba contenta con dejarlo mucho tiempo solo.
Para ella era preferible tenerlo controlado y por eso lo obligó a quedarse en el hueco del ascensor. Lo que le había dicho era cierto. Si los que querían secuestrarlo o atacarlo o dañarlo conseguían llegar hasta él, ella sería mujer muerta.
Bajó la escalera casi corriendo y sin hacer siquiera una pausa atacó directamente al primero de los hombres. Le clavó un cuchillo en la garganta y con las mismas saltó sobre el segundo sujetándose de su cuello. Mientras, con el impulso, lanzó una patada a la cara del tercero que lo envió rodando diez escalones más abajo y ese tiempo lo aprovechó para romperle el cuello al que tenía agarrado.
Sin hacer una pausa se tiró a horcajadas sobre el que había caído y le asestó tres puñaladas en el corazón, el estómago y la cara.
Los había eliminado a los tres con despiadada eficacia. Duración de la operación: veintitrés segundos. Siempre calculaba estas cosas. Iba contando mientras los ejecutaba. Para ella, era una manera de mantener la concentración.
Los gritos de estos tres alertaron a los de arriba que ahora se lanzaron escaleras abajo para alcanzarla cuanto antes. Calculó que entre ellos quedaban diez pisos de diferencia.
Dudó entre esperarlos o seguir hasta la recepción y encontrarse con los que sin duda esperaban detenerlos en el vestíbulo, frente a los ascensores. Decidió que esto último era mejor porque probablemente los de arriba ya los habrían puesto sobre aviso.
Así que bajó dos plantas hasta el piso uno y entró corriendo al tercer ascensor que previamente había enviado a esa planta antes de bajar. Apretó el botón de la planta baja y se preparó. Esto era lo suyo, estaba en su elemento. Era una mujer nacida para matar.
En cuanto las puertas se abrieron echó un vistazo, localizó a los objetivos y disparó su arma con silenciador. Se cargó a los dos que estaban cerca de la puerta acristalada que permitía la salida, pues no quería sorpresas.
Aún disparando se lanzó hacia delante y en el mismo movimiento, a la carrera se tiró al suelo con los pies por delante hasta alcanzar al matón más cercano. Lo sujetó por las dos piernas y le tiró una patada al otro aplicando la fuerza justa para romperle la tibia, haciendo que aullara y se tirara al suelo por el dolor.
Al tipo que sujetaba le cortó los talones usando el cuchillo de modo que el hombre cayó al suelo de un golpe. Cuando lo tuvo desplomado le rajó la garganta. No podía dejar al otro vivo así que se levantó y le pegó un tiro a quemarropa en la frente. Duración de la operación: veintiséis segundos.
Volvió corriendo al hueco de la escalera a comprobar en qué planta estaban los dos que iban bajando. "Sincronía perfecta" pensó. Aún les quedaba tiempo.
Fue a por él. Levantó la trampilla e impulso medio cuerpo dentro del hueco y le hizo señas para que saliera. Él había escuchado los disparos y los gritos del vestíbulo. Así supo que ella estaba cerca y cuando se asomó lo encontró preparado para seguirla.
Bajó por el hueco cómo pudo. Le dolían las costillas y la pierna terriblemente pues ya se había pasado el efecto de los calmantes. Bixby le sujetó por las piernas para que pudiera bajar lo más suavemente posible. Se dio cuenta de que él estaba dolorido y se notaba en su cara que estaba sufriendo.
Estaba muy pálido y algunas gotas de sudor le perlaban la frente. Lo menos que les convenía era que se desmayara por el dolor a medio camino pues aunque ella era extremadamente fuerte, cargar a un hombre de 1,80 de estatura y con su peso y al mismo tiempo protegerlo, iba a ser imposible.
- ¿Podrás aguantar?
Le preguntó. Le cogió la cara y observó sus pupilas. Le dijo sí con la cabeza.
- Sí. Vámonos.
Ella se quitó la gabardina y lo ayudó a vestirla. No podía salir así al frío de la noche, semidesnudo, con solo una bata de hospital ligera y abierta en toda la parte trasera, dejando totalmente expuesta su espalda. Subió la cremallera para cubrirle con la prenda. Cuando estuvo conforme avanzó delante de él con el cuchillo y la pistola en las manos.
En el vestíbulo se había reunido un montón de gente que les observaba, horrorizados. Pacientes, enfermeras y médicos aterrados e indecisos y algunas personas que gritaban al ver la carnicería, se arremolinaron alrededor de ellos, estorbando la salida.
A los ojos de los presentes, había cuatro cuerpos sangrando en el suelo y una mujer con cara demoníaca y empapada en sangre, caminando tranquilamente con dos armas en sus manos, disponiéndose a huir de su crimen. Y además, se llevaba secuestrado a un paciente, al parecer. Alguien llamaba a la policía mientras algunos enfermeros comprobaban el pulso de los caídos.
Un hombre canoso con la bata del hospital, previsiblemente uno de los médicos y que parecía tener cierto aire de autoridad se adelantó e intentó acercarse a ellos con afán de increpar a la mujer. Ella se limitó a levantar el arma y apuntarle a la cabeza, lo que consiguió que todos los espectadores se echaron hacia atrás varios pasos e incluso algunos salieron corriendo de allí.
Bixby solo se detuvo una vez a mirar a Toba. Cogió su mano y la puso en la espalda su suéter negro.
-Tengo que saber que estás detrás de mí sin mirar.
Toba sujetó la prenda con fuerza y la siguió en silencio. Bixby estaba completamente tensa. Cada partícula de su cuerpo estaba en alerta máxima. En su trabajo era importante tener despiertos los cinco sentidos.
No estaba segura de poder llegar hasta su moto sin que les dispararan, así que redobló su atención. Aún quedaban dos enemigos detrás. Había que salir deprisa de allí.
Por fin consiguieron cruzar las grandes puertas de cristal. Ella los vio tarde pero con eso y con todo disparó tres veces y dejó dos blancos fuera de combate.
Toba notó cómo el cuerpo de la mujer era lanzado hacia atrás con fuerza durante un segundo pero se recuperó inmediatamente y le guió con firmeza al exterior.
En el mismo instante, levantaba el brazo y pegaba tres tiros. Dos hombres cayeron al suelo junto a un coche negro y la chica giró el cuerpo en todas direcciones levantando el arma frente a ella y asegurando el perímetro.
No podía ver dentro del coche pero se dio cuenta de que los cristales eran antibalas. Por tanto si alguien quería dispararles tendría que salir. Y si salía era seguro que estaría muerto antes de poner pie en el suelo. Bixby se aseguraría de eso.
Colocó a Toba detrás de ella y cruzó la calle sin dejar de observar el vehículo ni un segundo.
- Busca una llave en el bolsillo derecho -le dijo.
Mientras él rebuscaba, se iban acercando a una enorme moto negra aparcada al otro lado de la acera justo frente a las puertas del hospital. Le pasó las llaves.
La chica puso la moto en marcha y pegó dos tiros a las ruedas del coche por si aún intentaba seguirlos. Decidió que era mejor atravesar los jardines que rodeaban el hospital en vez de rodar con la moto por la calle. Demasiado visibles.
Cruzó sobre el césped aplastándolo y dejando las marcas de las ruedas hasta llegar al otro lado donde alcanzó el asfalto. Puso la moto a la máxima velocidad y salió de allí como alma que lleva el diablo.