Intentos desesperados para recibir amor fue lo que condenó a la joven señorita Vertron y un intento de asesinato fue el motivo de su ruina, de su muerte y del dolor más profundo que pudo recibir; la realidad de que no fue amada por nadie. Pero... ¿La muerte fue el final para la que era Villana para todos?
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Una Carta Inesperada
—El Archiduque Calixto desea que te comprometas con su segundo hijo, el joven Arian Calixto.—
Me dijo seriamente, con su mirada fría que le caracteriza cuando habla conmigo.
Y yo solo me pregunté ¿segundo? El joven Arian ¿no es el único hijo que tienen los archiduques? Entonces ¿por qué dijo segundo?
—¿Anya...?—
Según sé, el joven Arian es el único heredero de la familia Calixto. Entonces es imposible que él sea el segundo hijo, porque él no tiene hermanos.
—Anya... si no deseas este compromiso, entonces le diré... — Prosiguió hablando el Duque.
La voz del Duque hizo que supiera que seguramente lo estaba pensado mucho, tal vez solo escuche mal o el Duque se había equivocado. Lo más importante, es que me di cuenta de que no le había respondido todavía, por lo que rápidamente dije mi respuesta.
—Está bien, Duque.—
Contesté entrecortante. El Duque no apartaba sus ojos de mí, era como si me estuviera analizando, por lo que me sentí incomoda.
—... ¡¿Aceptas?! ¿Quieres comprometerte con el joven Arian? Sabes que te converterías en la Archiduquesa, por lo que tendrías que trabajar duro para estar a la altura.—
Cuestionó extrañamente, sin embargo no cambió su mirada fría y penetrante. El Duque colocó sus codos sobre el escritorio, cruzando sus manos por el aire como si estuviera esperando mi respuesta, algo que me pareció inquietante.
Lo entendía por lo que no me enojé ni me negué al compromiso. Sabía que es más crucial la familia que mis sentimientos por lo que no puedo negarme ahora.
Además, lo sabía. Sabía que tarde o temprano iba a llegar este día, pero no creí que por unas pequeñas acciones, todo estuviera cambiando poco a poco. Por lo que ahora no puedo confiar mucho en mis recuerdos.
—Entiendo perfectamente Duque. De todas maneras no hay otra elección más que aceptarlo. (dije con seriedad) "lo siento joven Arian, pero no puedo romper aún el compromiso, por el momento es algo inevitable " (pensé).—
Recuerdo que antes acepté gustosa porque sabía que el joven Arian era bastante guapo y deseado por todas las jóvenes señoritas. Además pensé que él me llegaría amar, pero desgraciadamente se fijó en aquellos ojos celestes de mi hermana. Se enamoró de ella...
—... — El Duque se quedó en silencio mientras me observaba, cómo si esperará algo más.
El comportamiento del Duque es peculiarmente extraño hoy. No sé lo que quiere decirme o a qué quiere llegar con sus preguntas.
—(Inclinación) Si no hay nada más que decir Duque. Me retiro— Finalicé de decir para irme rápidamente de este ambiente que me inquieta e incomoda.
El Duque desvió su mirada y volvió a mirar esos papeles que lo llenaban de trabajo. Yo volteé para irme y abrí la puerta. Cuando me iba a marchar el Duque me detiene.
—Anya, llévate esos papeles que están en ese escritorio y entrégamelo para mañana.—Ordenó masajeando su sien.
Yo asentí, tomé los papeles y me marché.
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Llegué a mi habitación y pude notar que la puerta ya estaba arreglada. Sonreí al saber que Hans había cumplido bien con su trabajo.
Entré a mi habitación y me dispuse a hacer mi trabajo de heredera del ducado, aunque por supuesto, ahora que me había comprometido ya no lo sería, pero esto me serviría supuestamente para el aprendizaje de ser una buena Archiduquesa, según el pensamiento de los nobles.
Por lo que leí de camino a aquí, se trata de negociaciones entre el Norte y Sur.
Según lo que he analizado, es mejor hacer el comercio y aceptar el contrato con los del Norte. Aunque supongo que será difícil convencer una vez ya negado el trato y no logro comprender el por qué hizo eso el Duque, acaso... ¿Es idiota?
—(Retengo mi risa) No, no lo creo...—
Pero buscaré la manera de convencer tanto al Duque como al rey del Norte para volver a hacer el trato.
Por ahora, creo que me desvelaré esta noche pensando en un buen plan. Ya que si no lo hago, el ducado saldrá perdiendo al hacer contrato con los del Sur.
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...*...
Me desperté por los rayos del sol que alcanzaron mi rostro. Me sentía tan, pero tan relajada. (sarcasmo)
No, en realidad fue por las constantes llamadas insistentes de la servidumbre.
—Señorita, Señorita Anya, por favor despierte.—
Al parecer quieren despertarme, pero por desgracia para ellas, mi cuerpo aún no se sentía lo suficientemente satisfecho para levantarse. Así que, caí nuevamente en el sueño.
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Cuando mi cuerpo y mi mente ya estaban listos para un nuevo mañana, me digné a levantarme.
Al levantarme, rápidamente las sirvientas me atendieron, me bañaron y me alistaron. Todo pasó tan rápidamente, en un instante; que no lo sentí.
Cuando desayunaba, una sirvienta con una bandeja en manos que contenía una carta, se acercó a mí. El sello se me hizo peculiarmente familiar, supuse que era de una familia importante ¿Pero por qué han de enviarme una carta a mí?
—Señorita, una carta ha llegado de la Casa del Archiduque Calixto.— Informó en breve.
Al escuchar de quien era la carta, mi cuerpo se congeló. Mi cuerpo se quedó inmóvil mirando a aquel papel doblado, cortado y sellado tan perfectamente bien.
—.......... "¿Por qué me envió una carta?"— Me preguntaba una y otra vez en mi mente mientras mi mano inconscientemente alcanza mi nuca, recordando; tratando de no caer nuevamente en la ilusión.
—¿Señorita Anya...?— Preguntó con tono afligido.
La sirvienta me miró ¿preocupada? Si, de seguro pensó que yo no quería este compromiso y vaya que tenía razón.
La tomé y corté el sello de inmediato. La abrí rápidamente para leerla y palabras rígidas me informaron brevemente del asunto.
Al terminar de releerla unas dos veces. Un suspiro salió de mi boca inconscientemente.
—¿Señorita...?— Preguntó desconcertada.
—Quiero que hagas los preparativos para el almuerzo y por favor, hazlo rápidamente. El joven Arian vendrá de visita esta tarde.— Ordené inmediatamente.
—Entendido Señorita Anya. Nosotras nos encargaremos.— Dijo mientras hacía una leve reverencia.
—Sí... "Solo es una visita inesperada Anya ¿Qué esperabas?"— Me dije con tal de romper toda ilusión.
Creo que... en esta visita tendré que presentarle a Alice, ya que será su futura "cuñada" y así, me ahorraré las molestias más adelante.
—Y... sobre la condición de Alice ¿cómo se siente ella hoy?— Pregunté.
—¿La señorita Alice...?— Cuestionó la tonta sirvienta.
Presioné levemente mi ceño fruncido supuestamente para retener mi instinto asesino. Me sentí disgustada por todo; por la comida, por la carta y ella no hizo nada más que hacer que repitiera lo mismo.
—Sí, sí. Si la salud de ella es estable, me gustaría que prepares el almuerzo para tres personas.— Le dije mientras terminaba de comer mi desayuno.
—E,entendido, señorita Anya.— Respondió notando su error.
Aunque era demasiado repentino, sabía que la carta vendría tarde o temprano. Lo que no esperaba es de que seria después de recibir la noticia y además de que fuera para decirme que iba a venir a visitarme.
Tal vez el Duque ya sabía mucho antes sobre el compromiso y tal vez no hallaba el momento de decírmelo o simplemente se le pasaba por alto.
Dejé los utensilios sobre la mesa, en el lugar donde se encontraban por primera vez y me bajé de la silla.
Me dirigí a mi habitación y al llegar allí, les ordené a las sirvientas.
—Retirence por ahora y vengan una hora y media antes del almuerzo a mi habitación.—
Las sirvientas asintieron y haciendo reverencia se retiraron.
Me dirigí a mi escritorio donde yacía el documento ya terminado. Lo tomé con mis manos y encaminé a la oficina del duque.
Al llegar toqué suavemente la puerta, pero en el momento no escuché respuesta así que nuevamente toqué, pero en esta tampoco hubo respuesta. Así que me decidí a entrar y dejar los papeles en el escritorio e irme rápidamente, ya que creo que el Duque no se encuentra en su oficina y yo no quiero venir nuevamente solo por esto.
Abrí lentamente la puerta y entré rápidamente a la oficina. Caminé y me detuve por un momento preguntándome —"¿La puerta no hizo ruido? Que extraño, si ayer lo hizo."—
Dejé esos pensamientos innecesarios y caminé hacia su escritorio. Dejé los papeles sobre la mesa y encaminé hacia la puerta, pero un pedazo de papel que divisé de reojo, me detuvo.
Lo tomé con la intención de ponerlo en su lugar, pero cuando lo agarré, supe que no era un pedazo de papel, era una fotografía.
La volteé y la miré.
—Ah, no es nada importante.—
Me dije al ver que solo era un simple paisaje que supuse que se había tomado al azar.
De pronto, los sonidos de pasos que provenían de afuera, me alertaron.
No es que estuviera haciendo algo malo, pero así lo sentí.
Con la emoción del momento, rápidamente escondí la fotografía en mi vestido y salí corriendo hacia afuera de la habitación.
Cuando vi a lo lejos una silueta que al parecer era una de las tantas sirvientas que caminaba con toallas en sus manos, me relajé y actué con normalidad.
—(La sirvienta hace una leve reverencia) Buenos días, señorita Anya.—
La ignoré como siempre lo hacía y caminé hacia mi destino sin decir nada.
Llegué a mi habitación y me senté en el sofá para leer el libro de filosofía que aún no había terminado de leer.
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Ya pasada las horas y ya llegada la hora en la que las sirvientas vinieran a mi habitación para alistarme y así fue, tocaron la puerta, entraron y empezaron a vestirme.
—Señorita, ¿qué vestido le gustaría usar?— Pregunta una de las tantas sirvientas.
—Bueno, con uno de estos debería bastar.— Contesté sin darle mucha importancia.
Cuando señalé a una parte del vestidor, la sirvienta como toda una profesional asintió sin hacer más preguntas, se dirigió al vestidor y en unos segundos me trajo un vestido simple pero elegante que era exactamente como lo quería y me ayudó a cambiarme.
Antes hubiera elegido uno de los más extravagantes, sin embargo, ahora sé que eso no es importante ahora, ya que de todas maneras sus ojos nunca se fijarán en mí.
Mientras me vestían, miraba a través del espejo aquellos ojos que en un tiempo desee que fueran celestes o verdes y aquel cabello plateado que intenté demasiadas veces teñirle para que fuera como los rayos del sol de la mañana. Como los de Alice...
Solo quería ser como su hija, quería que me dijeran que me parecía a mi... padre y ahora sé que fui una idio...
—Señorita Anya, se le ha caído esto.—
La voz de la sirvienta interrumpió mis pensamientos.
—¿Eh…? (Mi vista rápidamente se fijó en la fotografía) ¡...!—
La tomé rápidamente y la aguardé en una de las bolsas de mi vestido.
Mientras tanto, di intrucciones que el almuerzo tenía que ser preparado en la sala de recepción.
—Pueden retirarse y avisenme unos minutos antes del almuerzo. Si sucede algo, por favor, llámame.– Exclamé.
Después de ver que las sirvientas hacían una reverencia mientras se retiraban, me dirigí a la biblioteca.
En ese lugar, estaba buscando un libro que contuviera información del país del Norte, ya que necesita con urgencia información para hacer un trato.
Encontré uno y no dudé en sentarme a leerlo. Al pasar el tiempo devolví el libro a su estante y tomé uno nuevo.
Mientras leía, pensé, —"¿Qué estará haciendo Alice?"— y de pronto una voz resonó detrás de mí.
—¡Hermana...!—
aburrida
Alguien que me responda porfa